Durante la segunda comparecencia de Javier Duarte, en el Reclusorio Norte el sábado pasado, los fiscales de la PGR utilizaron el testimonio del abogado José Juan Rodríguez Janeiro, presunto prestanombres del ex gobernador de Veracruz, y de su socio y amigo Moisés Mansur, como uno de los pilares para establecer la litis que permitió que se le diera un año de prisión preventiva. Pero al hacer una narrativa de las imputaciones de Rodríguez Janeiro, deslizaron aparentemente sin el debido cuidado, que Duarte había sostenido un presunto amorío con Xóchitl Tress Rodríguez, viuda de un político panista que había sido asesinado, y a quien designó en la primavera de 2014 directora del Instituto de Espacios Educativos de Veracruz. Un tema de política y pasión como este, cobró enorme fuerza en los medios y las redes sociales. Como botón, la búsqueda en Google donde se asocia su nombre con Duarte, arrojaba este jueves más de 68 mil resultados.
Las preguntas que se hacían en medios y redes sociales se centraban en cómo habría recibido esta revelación su esposa Karime Macías, quien vive en Londres desde abril pasado, tras ser detenido su esposo en Guatemala. Hizo renacer también las preguntas sobre el porqué las autoridades no procedieron en su contra y luego de que Rodríguez Janeiro la señaló como beneficiaria del erario veracruzano, la sospecha que habían negociado inmunidad. Alonso Israel Lira Salas, subprocurador especializado en Investigación de Delincuencia Organizada, concedió varias entrevistas de prensa donde negó acuerdo alguno, y aclaró que se tendrían que realizar más averiguaciones para enjuiciarla. Fue muy enfático, sin embargo, en adelantar que, si se cubrieran los requisitos, se procedería en su contra.
La prensa continuó con su trabajo problematizando la relación de los esposos Duarte con las revelaciones de una amante a la que le había regalado, dijeron los fiscales, un departamento y una camioneta de lujo. La señora Macías es una mujer de carácter fuerte, que reacciona explosivamente. Las revelaciones de los fiscales no le cayeron, sin embargo, de sorpresa. La relación de Duarte con la señora Tress Rodríguez le era familiar desde hace aproximadamente tres años, cuando su prima Córsica Ramírez Tubilla, a quien le dio la responsabilidad de manejar las redes sociales en el gobierno de su esposo, le mostró todas las fotografías que había subido la viuda en su página de Facebook, donde mostraba una vida con muchas licencias personales.
Duarte dejó de ser cuidadoso con su vida personal hacia mitad de su sexenio, con debilidades de carácter que lo hicieron familiarmente irresponsable, y el caso de la señora Tress Rodríguez no fue el único. Se involucró con cuando menos otras dos personas, y a una de ellas la hizo funcionaria del PRI y la llevó a cargos de elección popular. La vida privada de una persona se vuelve pública cuando, como en el caso de Duarte, la relación personal impacta al conjunto de la sociedad. Una de sus relaciones incidía en el PRI y alteraba la vida política en el estado, mientras que otra manejaba un presupuesto superior a los mil millones de pesos anuales en la Secretaría de Educación, de donde salieron cientos de millones de pesos que la Fiscalía acusara que fueron parte del desvío de recursos del erario a favor del ex gobernador. Las andanzas de Duarte eran públicas, al ser un fiestero regular con sus distintas acompañantes, en algunos de los antros más concurridos de Veracruz, como “El Barecito” y “La Casona”, o el “Clásico Xalapa”, en la capital. También se conocían sus escapadas de días con alguna de ellas a uno de sus departamentos de lujo –a nombre de su hermano-, en Torre Pelícano, en la costera del Puerto, o a su rancho “El Faunito”, en Fortín de Las Flores.
Todas estas relaciones y fugas existenciales de su esposo, no eran desconocidas para la señora Macías, quien desde hace aproximadamente tres años, cuando descubrió su relación con la señora Tress Rodríguez, comenzó su distanciamiento y con ello el pudrimiento de su matrimonio. Probablemente por sus hijos –Duarte era un buen padre- fue la razón que no buscó el divorcio antes, y sólo hasta llegar a Londres, humillada y lastimada por el bullying a sus hijos en la escuela, cuando el padre estaba prófugo, inició ese trámite que está en curso en la Ciudad de México.
Es imposible que las autoridades no tengan todo este contexto, acompañando la información sobre el papel clave que jugó, junto con Mansur, en la enorme red de presunta corrupción en Veracruz. La PGR, podría alegarse, debe estar buscando que la señora Macías, a quien le indigna verse en los medios, esté buscando irritarla aún más y forzarla a que rinda voluntariamente una declaración ministerial, ante la imposibilidad, por ley, de obligarla a declarar contra su esposo.
Karime Macías, de lograrse su declaración –en el supuesto de que sea esa la estrategia que persigue la PGR al golpearla en el orgullo y exhibirla públicamente-, se convertiría en el testigo que destruya a Duarte. Nadie, salvo Mansur, en la triada que se conoció en la Universidad Iberoamericana, conoce todo lo que hicieron y cómo lo hicieron. Pero nadie, ni siquiera Mansur, tiene el conocimiento de cuáles eran los resortes que se tenían que tocar para que el dinero fluyera del gobierno, ni cuánto ni cómo se utilizaban esos recursos para, por ejemplo, campañas políticas, de lo que se hablara en futuros textos. La señora Macías sería la testigo madre para este juicio que hoy pinta sin precedente.
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