Continúan en aumento los índices de secuestro

30 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

Continúan en aumento los índices de secuestro

simon vargas

“La paz exige cuatro condiciones esenciales: verdad, justicia, amor y libertad” Juan Pablo II

El secuestro es un acto vil y despiadado que no sólo afecta uno de los valores más preciados, la libertad; sino que atenta contra la dignidad humana y le pone precio a lo único que es imposible estimar: la vida. De acuerdo a The Organization of American States, el secuestro se define como: “La detención ilegal a una o más personas en contra de su voluntad, mediante el empleo de la fuerza, amenazas, el engaño o incentivos; con el propósito de exigir una ganancia ilícita o económica a cambio de la liberación de la persona secuestrada; o para obligar a alguien a hacer o a no hacer algo”. Es difícil mencionar en dónde o cómo ocurrió el primer secuestro en nuestro país, si fue contra una persona de clase alta o una de clase media, si tuvo fines políticos o sexuales, si fue por una disputa familiar o fue un secuestro simulado; sin embargo, si buscamos un antecedente de dónde partir podríamos encontrar en la banda del automóvil gris un inicio de este terrible crimen, era 1915 y durante meses la famosa banda dirigida por Higinio Granda sembró terror y miedo además de imponer el secuestro como una moda. Lamentablemente, con el paso de los años este fenómeno tomó auge y gracias al narcotráfico hace más de 10 años los cárteles buscaron otro negocio lucrativo y acceder a dinero de forma rápida; sin duda, éste no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, aunque en un ejercicio de autoevaluación debemos aceptar y trabajar en contrarrestar las estadísticas que nos ponen en los primeros lugares a nivel internacional, ya que de acuerdo a la consultoría Control Risk 48% de los secuestros sucedidos en 2014 a nivel mundial se llevaron a cabo en América Latina, siendo México el segundo país en la lista sólo por debajo de Perú. Derivado de las alarmantes cifras de 2013 el cual ha sido catalogado como el año con mayor nivel de incidencia en secuestro hasta el momento de acuerdo a estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; en 2014 se tomó la decisión de crear la Coordinación Nacional Antisecuestro, con el firme propósito de buscar una tendencia a la baja de este delito, lo cual en cierta medida ha logrado disminuir en un 21% con respecto a los años 2011, 2012 y 2013. La batalla contra lo despiadado de este crimen continúa, y aunque las cifras parecen haber disminuido; durante febrero y marzo de 2018 un total de 13 estados aumentaron los números de secuestros, esto de acuerdo al último reporte de la Organización Alto al Secuestro. Los números no mienten, son fríos pero certeros y partiendo de diciembre de 2012 a marzo de 2018 se han reportado más de 10 mil casos de secuestro, que da un promedio de entre 4 y 6 raptos al día, es decir, uno aproximadamente cada 4 horas, siendo el Distrito Federal, Guerrero, Baja California y Michoacán los estados con mayores reportes. El incremento en los índices puede atribuirse a múltiples factores, y como sociedad hiere y cuesta entenderlo, pero en un país donde los asaltantes matan por un celular, donde se denuncia sólo una fracción de lo que sucede, y se procesa, sólo un mínimo porcentaje de lo que se denuncia, este crimen se ha convertido en una problemática complicada de erradicar. En la consciencia social han quedado grabados secuestros que deterioraron el tejido social, como el caso de Fernando Martí, Diego Fernández de Cevallos y Fernando Gutiérrez Barrios; pero no sólo las víctimas han sido figuras mediáticas, sino también los perpetradores y grupos criminales como Daniel Arizmendi “El Mocha Orejas”, “El Gato Ortiz”, “Los Valera” o “La Flor”. El secuestro no sólo afecta a las víctimas sino que de acuerdo a la Asociación Latinoamericana de Psicología Jurídica y Forense se estima que sin importar género o edad, tres de cada 10 víctimas o testigos directos de un hecho violento pueden sufrir Síndrome de Estrés Postraumático, el cual incluye alteraciones que impiden la reintegración social; es decir, este delito se extiende de forma sistemática por la familia y la comunidad dejando no sólo pérdidas económicas sino emocionales difíciles de reparar. A pesar de que los números no han tenido cambios significativos, debemos continuar con las inversiones económicas, los esfuerzos sociales y el compromiso de los cuerpos policiales; se debe apostar por la tecnología y los sistemas de inteligencia como punto de apoyo incrementando las bases de datos de diferentes voces registradas a lo largo de los años, las cuales sirven como punto de referencia para la identificación de las bandas criminales; debemos fortalecer la imagen de los negociadores que en años anteriores parecían inexistentes en los grupos de seguridad y que hoy han tenido importantes avances con capacitaciones en el extranjero para perfeccionar sus habilidades; pero sobre todo debemos apoyar a la víctima porque para ella lo más difícil de superar siempre será evitar pensar que este crimen puede volverle a pasar.

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