Desastres naturales: riesgos y amenazas

27 de Abril de 2024

Simón Vargas
Simón Vargas

Desastres naturales: riesgos y amenazas

simon vargas

La naturaleza no hace nada en vano
Aristóteles

Durante años hemos sido testigos de cómo la contaminación de los plásticos, la pérdida de la biodiversidad, la deforestación, el derroche de energía y un sistema alimentario no sostenible, entre otros factores, han propiciado el aumento del nivel de los océanos, el derretimiento del hielo y un drástico aumento en el calentamiento global, lo que a su vez ha hecho que los fenómenos meteorológicos sean cada vez más constantes, e incluso alcancen niveles de intensidad más altos.

Durante el 2020 la pandemia nos recordó que se debe trabajar incansablemente por la salud medioambiental, ya que de una u otra forma la tierra ha comenzado a mostrarnos su agotamiento, no sólo a través del cambio climático sino también con tormentas, tornados, sismos, inundaciones, ciclones e incendios etc.

Desde la década de los 70 a la fecha el incremento ha sido evidente, y a pesar de que estos fenómenos impactan en todo el mundo, de acuerdo a un informe de la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios América Latina y el Caribe es la segunda región más propensa a desastres, ya que desde el 2000 hasta el 2020, 152 millones de latinoamericanos y caribeños han sido afectados por 1,205 desastres; y en los últimos 20 años, los países más perjudicados por las tormentas en la región han sido Cuba, México y Haití con 110 tormentas, 5,000 muertes, 29 millones de personas siniestradas y 39,000 millones de dólares en daños totales.

El año pasado el mundo entero fue golpeado de forma implacable, en datos de la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera las 30 tormentas sucedidas en la temporada de huracanes del Atlántico superaron el récord establecido en 2005, incluso se acabaron los nombres registrados y se hizo uso del alfabeto griego.

Además, la angustia y el temor se hicieron presentes cuando se registraron incendios forestales en la zona de exclusión de Chernobyl en abril del año pasado, e incluso se temió que estos pudieran alcanzar el antiguo reactor nuclear y aunque esto no sucedió el fuego sí provocó que la radiación fuera 16 veces arriba de lo normal. Es importante mencionar que a pesar de que este fenómeno se registra de forma estacional, cada vez se recrudecen más debido a la sequedad del suelo y a la falta de lluvias.

Desafortunadamente no fueron solo tormentas o incendios, sino también sismos ya que en una recopilación de información de varios servicios geológicos se registraron alrededor de 1,500 terremotos, 9 de magnitud 7 a 7.9, siendo el sucedido en Grecia y Turquía como uno de los que más afectaciones tuvo y donde cerca de 120 personas perdieron la vida.

Los desastres naturales además de causar muertes, lesiones y daños también ocasionan angustia, depresión, síndrome de estrés postraumático y problemas conductuales, y en datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia lamentablemente la infancia suele ser la más afectada, ya que aproximadamente 175 millones de niños y niñas son perjudicados cada año por desastres naturales; además de que este tipo de emergencias aumenta exponencialmente los niveles de mortalidad infantil, lo anterior derivado del incremento de riesgos como la desnutrición o los problemas en los sistemas de agua y saneamiento, que se ven acentuados en estas situaciones.

Por más que quisiéramos estos acontecimientos no se detendrán, tan sólo en lo que va del mes de enero de este 2021, Bolivia sufrió lluvias extremas, Indonesia y Argentina fueron víctimas de sismos de 6,2 y 6,4 grados respectivamente, España experimentó una nevada sin igual que causó graves estragos y el ciclón Eloise dejó seis muertos y cerca de 7,000 desplazados en Mozambique. Incluso de acuerdo a información de Organización Meteorológica Mundial se prevé que para 2030 se duplicará el número de personas afectadas por los desastres naturales y habrá 162 millones de damnificados

Las cifras serán tristemente cada vez más drásticas por lo que es importante que se ponga cada vez más énfasis en el impacto y el incremento que se ha tenido de estas amenazas, además en un acto de reconocimiento y honestidad se debe admitir que a pesar de que se cuenta con mejor tecnología para detectarlos más rápido y con mayor precisión es necesario hacer cambios fundamentales en nuestra forma de vivir, porque los fenómenos climáticos extremos podrían convertirse en un factor determinante para la sobrevivencia de la vida en el planeta.

*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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