Fue apenas hace unos días que el titular de la Secretaría de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, entregó a la Cámara de Diputados el Paquete Económico 2022. Este incluye los Criterios Generales de Política Económica, la Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación.
Dicho paquete debe quedar aprobado a más tardar el próximo 20 de octubre por la cámara baja, para que pase al Senado de la República que tendrá hasta el 31 de octubre para avalarlo.
La Secretaría de Hacienda emitió un comunicado en el que se menciona que el Paquete Económico se enfocará en reducir las brechas de desigualdad, detonar el desarrollo y bienestar del país, simplificar el pago de impuestos y mantener la deuda en trayectoria sostenible.
Hasta aquí todo suena muy bien y va de acuerdo con la “tradición” del último trimestre del año. Pero es necesario hacer un par de reflexiones antes der darle carpetazo al tema y desearle lo mejor al Presidente.
El presupuesto estimado para 2022, es por siete billones 88 mil 250 pesos, que representa un incremento del 8.5% en términos reales (tomando en cuenta la inflación) con respecto al presupuesto aprobado en 2021. Lo verdaderamente espeluznante es que de esos siete billones, más de cinco billones ya están comprometidos y son gasto obligatorio, lo que deja al Gobierno de la República con muy poco margen para operar programas sociales y otras acciones gubernamentales.
Un factor determinante para que el gobierno de AMLO cuente con tan pocos recursos, es que han decidido dar prioridad al ejercicio presupuestal a través de las megaobras que ha impulsado el Presidente. El Tren Maya, el Aeropuerto Felipe Ángeles y la Refinería de Dos Bocas se comen gran parte de los egresos y lo peor de todo, es que ninguna de estas tres obras se ve como un detonante económico nacional a gran escala, que nos permita en el futuro recuperar lo invertido; en pocas palabras estamos gastando en obras que lo más seguro es que no reditúen lo necesario y hoy significan un gran sacrificio económico para la nación.
Sin embargo, el drama no se queda en eso, el hecho de que de manera casi unilateral el Presidente decida como gastar los dineros nacionales, condiciona la inversión en otros rubros que también son importantes mas allá de los programas de asistencia que tanto gustan.
El presupuesto 2022 se nos va a ir en obras y programas de apoyo, que aunque necesarios no son el único canal para impulsar el desarrollo y bienestar de los ciudadanos.
El 2022 pinta complicado económicamente para el gobierno y la ciudadanía, es necesario replantear muchas de las acciones para que en unos meses no estemos en una crisis mayor a la actual que se ha visto agudizada por la prolongada pandemia.
El gobierno necesita recaudar más y gastar de manera estratégica; en un México de miseria pensar que las obras faraónicas son inversión es rayar en la locura.
Se habla ya de la urgencia de una Reforma Fiscal que permita al Estado una mayor recaudación, pero es mayor la urgencia de vergüenza para no dilapidar los recursos.
El 2022 nuevamente pone a prueba no la administración obradorista, si no la paciencia y la necesidad de los mexicanos.
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