La historia del trasplante ilegal que salvó vidas

2 de Mayo de 2024

La historia del trasplante ilegal que salvó vidas

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CIUDAD DE MÉXICO, 11OCTUBRE2021.- Como resultado de la 9ª Jornada Nacional de Recuperación de Servicios Médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en hospitales de segundo y tercer nivel de todo el país, se realizaron diversas consultas, intervenciones quirúrgicas y detecciones, con lo cual se avanza en las atenciones que fueron diferidas a causa de la pandemia por COVID-19. Del 8 al 10 de octubre, en 34 Oficinas de Representación del IMSS en los estados y de 25 Unidades Médicas de Alta Especialidad (UMAE) se efectuaron dos mil 897 Cirugías, 20 mil 486 consultas de especialidad y 42 mil 374 de Medicina Familiar, además de dos trasplantes renales, dos de córnea y uno de hígado. Dentro de las Acciones Preventivas Integradas que ofrece el Seguro Social, y con motivo del Mes de la Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, se llevaron a cabo siete mil 87 mastografías y ocho mil 20 exploraciones clínicas de mama. También se realizaron 19 mil 210 detecciones de diabetes mellitus, 20 mil 593 de hipertensión arterial, cuatro mil 218 de cáncer cérvicouterino y dos mil 434 de Hepatitis C, así como 556 consultas de Estomatología y 58 de Salud Mental. FOTO: IMSS/CUARTOSCURO.COM

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Secretarías de Estado/Secretarías de Estado

Foto: Cuartoscuro

Hace 35 años se realizó la primera operación de este tipo en México; el doctor Rubén Argüero nos cuenta esa historia

El 21 de julio de 1988, por la mañana, Rubén Argüero Sánchez, médico cirujano y profesor emérito de la Facultad de Medicina de la UNAM, supo que había un donador de corazón y que realizaría el primer trasplante de dicho órgano en México.

“Fue un día inolvidable, realizamos un procedimiento en beneficio de los enfermos con insuficiencia cardiaca, a quienes antes mandaban a su casa a pasar bien sus últimos días”, narra el universitario.

Trasplante de corazón: una segunda oportunidad de vida

Aquel 21 de julio marcó la historia de la medicina del país. Había un donador, un receptor y un equipo de especialistas, entre quienes estaban instrumentistas, anestesiólogo, cirujanos ayudantes, terapia intensiva, laboratorio, rayos X y patología. Este equipo estaba bien integrado, listo y sólo esperaba a un donador para realizar este primer trasplante en México, un procedimiento todavía no legal.

“En medicina se legalizan los procedimientos cuando se demuestran útiles, pocos tienen la posibilidad de legislarse antes. Por eso digo que era ilegal, aún no estaba aceptado”, explica.

Rubén Argüero recuerda que a las siete de la mañana se encontró con el doctor Rosas, neurocirujano, a quien dijo: “Si algún día operas a un paciente no resecable (es decir, que no se le pueda extraer un tumor) o que pierda la vida, no olvides que nosotros estamos en el programa trasplantes de órganos y que ustedes son quienes dan el diagnóstico de muerte cerebral”.

Hacia las 9:30 de la mañana el neurocirujano le informó a Argüero de un posible donante. A partir de ese momento se hicieron los análisis para determinar que pudiera aportar sus órganos y, después de una serie de entrevistas con la familia, se obtuvo su aprobación.

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Posteriormente, se hicieron los estudios para comprobar que no hubiera toxicidad o rechazo entre el receptor y el donador y, alrededor de las 17:30 horas, informaron que el paciente ideal para recibir el corazón era José Fernando Tafoya Chávez.

“Estuvimos en llamada tras llamada con las autoridades en espera de un sí, hasta que una doctora dijo ‘adelante’. Aunque vivimos momentos de angustia personal, sentimientos encontrados y preocupación, confiábamos en que todo saldría bien, aunque sin descartar adversidades, porque en medicina no todos los resultados son perfectos”.

Tafoya se encontraba internado y ahí fue donde Rubén Argüero le informó que realizarían el trasplante. “’Llegó su corazón don Fernando y le recuerdo que es el primero’. El paciente respondió, ‘doctor, le tengo confianza. A eso vine’. ‘Pues, don José,

nos la jugamos’, a lo que él respondió ‘no doctor, el único que

se la juega aquí soy yo’”.

Un cambio en la historia de los trasplantes de órganos en México

El procedimiento se realizó en el Centro Médico Nacional “La Raza” y concluyó de forma exitosa, pues se realizó con rigor, punto por punto, “cortar aquí, ligar tal arteria y vena, poner tal pinza”, comenta Argüero.

Este acontecimiento tuvo un gran significado para los trasplantes en el país. El detonador fue demostrar que podía obtenerse un corazón a partir de un sujeto que había perdido la vida para beneficiar a otro.

“La legislación tardó un poco, pero a partir de ese momento, de forma tácita otras instituciones procedieron en consecuencia y meses después se realizaron trasplantes de hígado, de pulmón y de riñón”.

A 35 años de ese suceso, el médico considera que ha habido grandes avances: los diagnósticos de muerte cerebral o pérdida de vida ahora son muy precisos; la selección de paciente receptor y donador tiene mayor rigor; el concepto está legalizado; las personas saben que es posible donar; hay áreas de cuidado más sofisticadas, y los medicamentos inmunosupresores (para evitar rechazo) son menos tóxicos y más selectivos.

Desde 1988 hasta el primer trimestre de 2023 se han realizado 686 trasplantes de corazón y hay 40 receptores en lista de espera, según datos del Centro Nacional de Trasplantes.

“No estamos en los primeros lugares en trasplantes de corazón, pero deberíamos. México fue de los primeros países del continente con resultados exitosos. Tenemos el material, los recursos humanos, la mejor facultad e instituciones de calidad, solo hay que darle buena orientación”, afirma Rubén Argüero.

Cultura de la donación: regalo de vida

El doctor enfatiza que, si un órgano es útil, a la edad que sea, se puede donar. ¿Qué se requiere? Expresar en vida que, al morir, sus órganos o tejidos se destinen a alguien que los necesite.

Un donador puede beneficiar hasta 200 personas, porque se aprovechan los tejidos, huesos, arterias, venas, islotes de páncreas, dos córneas, dos pulmones, dos riñones, el corazón, el hígado, un segmento intestinal, etcétera. “Lo que falta es preocuparnos por los subprocesos y aceptar en terapia intensiva a un paciente con muerte cerebral. Para ello, estas unidades deben contar con lo necesario para mantener en condiciones ideales a un potencial donador”.

Rubén Argüero concluye remarcando la importancia de vivir en un país que tiene el privilegio de contar con la conciencia y la actitud ética para realizar estos procesos. “Tenemos, podemos y debemos hacerlo. Donar órganos es un regalo de vida para mucha gente que lo requiera

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