Infierno purépecha
El gobierno de Michoacán, a cargo de Alfredo Ramírez Bedolla, debe poner atención enlo que ocurre en el estado en materia de seguridad

Eduardo Verdugo/AP
Michoacán está fuera de control. El gobernador Alfredo Ramírez Bedoya tiene una papa auténticamente caliente en las manos, pues la violencia que antes se concentraba en la Tierra Caliente, con Apatzingán como su corazón, hoy ataca en muchas otras regiones y rosa peligrosamente a la capital del estado.
Morelia no era precisamente una zona franca, pero los problemas eran mucho menores de lo que había en Aguililla, Tumbuscatío, Arteaga, La Mira y otras poblaciones cercanas a Lázaro Cárdenas. Ahora, con el asesinato de dos alcaldes en dos meses y el atentado en la casa de la alcaldesa de Queréndaro, un pueblo ubicado a no más de 20 minutos de Morelia, la perspectiva y la valoración sobre la entidad cambian porque resulta evidente que el gobernador ha perdido el control de la entidad.