Los cuatro grandes retos para la educación 2021

25 de Abril de 2024

Los cuatro grandes retos para la educación 2021

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Podría México tardar años en conocer los efectos en la calidad educativa que se imparte en este momento a consecuencia de la pandemia; lo que se agravará
 por la disminución de recursos para los 
programas y la ausencia de un proyecto 
para la nueva Escuela Mexicana

Este año será de enorme complejidad y relevancia para el sector educativo por la convergencia de al menos cuatro circunstancias: una pandemia que se alarga y cuyas consecuencias educativas apenas comienzan a dimensionarse; un cambio sustancial en la política educativa que parece no haber considerado variables relevantes; la incursión de nuevos equipos directivos tanto en la SEP como en 15 estados que cambian gobierno; y la conmemoración del centenario de la SEP. Todo apunta hacia un momento para una muy necesaria reflexión y reorientación de las tareas de la educación pública en México.

Cuatro son los retos que se deben considerar para este 2021:

I. La contingencia se alarga y sus consecuencias negativas en la asistencia escolar y el aprendizaje se profundizan. Con los niveles más altos de contagio y decesos desde que inició la pandemia, se advierte difícil que en los siguientes meses haya un regreso general a las aulas. A ello se agrega que los cursos por televisión y radio son sensatos siempre y cuando no sean la estrategia principal, ni mucho menos la única. Conforme fluye la escasa información disponible, se advierte que las consecuencias de todo lo anterior pueden ser realmente graves: de entrada, un gran número de estudiantes desvinculados de la escuela se deja ver en los primeros reportes de evaluación. Con los pocos datos con que contamos, estimamos que tan sólo en secundaria son cientos de miles quienes tienen semanas o meses de no tener contacto con sus docentes. Agréguese a ello que los niveles de aprendizaje seguramente padecerán un descenso muy importante ante la fragilidad académica de la mayoría de los esquemas de educación a distancia que se llevan a cabo. En los próximos meses tendremos mejores elementos para precisar la cantidad de estudiantes desvinculados, pero podríamos tardar años en conocer los efectos en la calidad educativa. Ninguno de estos temas aparece en el discurso público de la SEP y aún no se anuncian acciones para identificar, reinsertar y acompañar académicamente a los niños y jóvenes que han perdido contacto con su escuela.

II. La disminución o eliminación de muchos de los programas federales que financiaba la SEP, cambia el panorama de la política educativa en México. La Federación ha apostado por concentrar recursos en las entregas directas de efectivo: el dinero es el mismo, pero se gasta diferente. Por ejemplo, La Escuela es Nuestra entregará más de 12 mil millones de pesos a los padres de familia para pagar compensaciones a maestros y para obras de infraestructura escolar; y las Becas Benito Juárez distribuirán más de 33 mil millones tan sólo entre los estudiantes de media superior. Se advierten al menos tres efectos: primero, esta reorientación masiva de recursos resulta claramente regresiva en términos de equidad, pues las becas universales toman recursos de programas orientados a las poblaciones más vulnerables (escuelas comunitarias, indígenas, para migrantes y programas de alfabetización, por ejemplo) para otorgar apoyo a todos los estudiantes de media superior, incluso a quienes no lo requieren. Las brechas educativas entre ricos y pobres se habrán de ampliar, en parte como efecto de la pandemia y en parte como resultado de la política educativa federal.

Segundo, la reasignación presupuestal desatiende esfuerzos esenciales para aspirar a mejorar la calidad. La desaparición o reducción a mínimos históricos de los apoyos a escuelas normales, capacitación docente, fortalecimiento de la gestión escolar, evaluación de alumnos y concursos de ingreso a la docencia, entre otros, hacen que toda esperanza de mejora dependa de los hoy escasísimos recursos de los estados.

Tercera, concentrar los recursos en acciones centrales también minimiza las herramientas de la Federación para incidir en la política educativa estatal. Al reducir o desaparecer programas que requerían de una aportación local, los estados habrán de orientar sus recursos a iniciativas propias no necesariamente articuladas con las federales. Con cada vez menos recursos para actuar de manera conjunta con los estados, la SEP pierde capacidad para coordinar la política educativa nacional.

III. Una visión diferente en la educación pública mexicana. El arribo anunciado de una nueva titular a la SEP y el cambio de 15 gobiernos estatales aportarán una nueva perspectiva al sector educativo. El perfil de la Secretaria designada es diametralmente opuesto al de su antecesor: la Maestra Delfina Gómez Álvarez no cuenta con la trayectoria administrativa y política de Esteban Moctezuma, pero se beneficia de una experiencia relativamente reciente como docente y directora escolar. Ello debería darle elementos, por ejemplo, para definir con mayor claridad la Nueva Escuela Mexicana y lograr mejores equilibrios entre las demandas sindicales, en especial las de la CNTE, y las necesidades de cobertura y calidad del sistema educativo.

Este cambio de funcionarios abre un espacio para un nuevo diálogo entre estados y Federación. Ante la reconcentración de la política educativa, ¿en qué términos se pueden acordar acciones articuladas entre Federación y estados? ¿qué acciones emprender para atender los retos locales? Es la oportunidad para construir un mejor federalismo que articule los objetivos básicos del sistema (asistencia, permanencia y aprendizaje de todos los niños y jóvenes), las políticas federales, y los retos y oportunidades locales.

IV. La conmemoración del centenario de la SEP. Creada en 1921 a iniciativa de José Vasconcelos durante la administración de Álvaro Obregón, la dependencia ha subsistido sin cambio de denominación. Esta muy significativa efeméride, aunada a las tres circunstancias arriba señaladas, abren las puertas y obligan a una reflexión amplia sobre el desempeño de la dependencia en los últimos años, las nuevas prioridades del sector y el rol que deben tener en los próximos años escuelas, familias y funcionarios en la formación de nuestros niños y jóvenes, entre muchos otros. Si logramos identificar rutas e implementar acciones para llevar la educación a todos de mejores maneras, habremos logrado darle un sentido constructivo a esta experiencia por demás difícil y dolorosa.

Tiempos extra

En México seguimos con equipos educativos de corto plazo. Hubo tres secretarios del ramo en cada uno de los últimos dos sexenios. Con el reemplazo de Esteban Moctezuma a los dos años de gestión, se continúa con esa tendencia. Una alta rotación de personas (e ideas) no es lo mejor para un sector que debe pensar en el largo plazo.

Paciencia, prudencia, gratitud y optimismo para el 2021.