¿Por qué nos gustan las películas de terror? Explicación científica sobre el miedo y la adrenalina
Estudios recientes han revelado que mirar películas de terror provoca una serie de estímulos físicos y mentales que el cerebro interpreta como una experiencia emocionante.
Foto especial: Ideogram
Cuando una persona elige ver una película de terror, no busca sufrir, sino sentir. El miedo, en dosis controladas, se convierte en una fuente de estimulación que el cerebro interpreta como excitación. Esta respuesta tiene raíces biológicas y psicológicas: al enfrentarse a situaciones amenazantes que en realidad no lo son, el organismo libera adrenalina y dopamina, generando una sensación intensa y, para algunos, agradable.
El género de terror ofrece precisamente eso: emociones fuertes dentro de un entorno seguro. El espectador observa situaciones extremas, reacciones humanas al límite y escenarios imposibles, pero con la certeza de que todo termina cuando la pantalla se apaga. Esa distancia entre el peligro ficticio y la seguridad real es la clave que permite disfrutar del miedo sin consecuencias negativas.
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Cómo reacciona el cerebro frente al terror
Las películas de terror activan el sistema nervioso simpático, el mismo que se pone en marcha ante una amenaza real. Se acelera el pulso, aumenta la presión arterial y se tensan los músculos: es la respuesta natural de “lucha o huida”. Sin embargo, una vez que el cerebro reconoce que no hay peligro auténtico, la tensión se libera, provocando una sensación de alivio que puede resultar placentera.
Esa alternancia entre miedo y seguridad produce un efecto comparable al que experimenta una persona al practicar deportes extremos o subir a una montaña rusa. La emoción surge porque el cuerpo se prepara para reaccionar, pero el cerebro sabe que está a salvo. Por eso, muchas personas buscan repetir esa experiencia: el miedo se convierte en una forma de entretenimiento intensa y controlada.
Además, el terror en el cine permite explorar emociones que rara vez se enfrentan en la vida cotidiana: vulnerabilidad, ansiedad o desesperación. Sentirlas desde una posición segura puede ayudar a comprenderlas mejor o a liberar tensión emocional acumulada. En ese sentido, el género funciona como un espacio simbólico donde se ponen a prueba los límites de la mente y las emociones humanas.
Factores que influyen en el gusto por el cine de terror
El disfrute del terror no es igual para todas las personas. Existen ciertos rasgos y condiciones que influyen en que la experiencia resulte agradable o insoportable:
- Edad: los jóvenes tienden a disfrutar más de las experiencias intensas y novedosas, por lo que el terror suele atraerlos con mayor facilidad.
- Género: los estudios muestran que los hombres reportan más afinidad por este tipo de cine, aunque las mujeres participan cada vez más gracias a nuevas historias y personajes.
- Empatía: quienes presentan una empatía más baja toleran mejor las escenas de violencia o sufrimiento. Las personas más empáticas, en cambio, suelen sentir angustia o incomodidad al ver a otros en peligro.
- Búsqueda de sensaciones: quienes disfrutan de la adrenalina o de los desafíos tienden a buscar experiencias como el terror, que activan intensamente el cuerpo y la mente.
- Entorno seguro: disfrutar del miedo depende de sentirse protegido. Una persona que no percibe seguridad física o emocional difícilmente pueda disfrutar una película de este tipo.
- Contexto social: ver una película de terror acompañado reduce la sensación de peligro y potencia la conexión social; el susto compartido puede reforzar vínculos y generar risas tras la tensión.
- Condiciones externas: en sociedades con mayor estabilidad económica y emocional, el público suele tener más disposición a consumir entretenimiento que simula el peligro.
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El atractivo de lo oscuro: qué nos aporta el miedo controlado
El miedo cumple una función adaptativa: prepara al cuerpo para sobrevivir. Sin embargo, cuando se experimenta en un contexto ficticio, esa función se transforma. El espectador puede observar, analizar y sentir sin exponerse a ningún riesgo. Esta forma de “entrenamiento emocional” ofrece varias ventajas psicológicas:
- Liberación emocional: el miedo sirve como válvula de escape. Después de un sobresalto, el cuerpo experimenta alivio, y la tensión acumulada disminuye.
- Autoconocimiento: permite reconocer cómo reaccionamos ante situaciones de amenaza, aunque sean simuladas.
- Control emocional: practicar el miedo en un entorno seguro fortalece la capacidad de manejar la ansiedad y el estrés.
- Conexión social: compartir la experiencia con otras personas crea un sentido de unión y complicidad.
- Curiosidad humana: el deseo de entender lo desconocido —la muerte, lo sobrenatural, el mal— impulsa al espectador a asomarse al terror.
No obstante, no todos pueden disfrutar de esta experiencia. En personas con ansiedad, traumas o fobias, las reacciones pueden ser desbordantes. En estos casos, el terror no actúa como una liberación, sino como un detonante de malestar. Por eso, el disfrute del género depende de encontrar el equilibrio entre estímulo y control.
Conclusión: el miedo como forma de exploración seguraVer una película de terror no solo es una forma de entretenimiento; también es un ejercicio de emociones controladas. El cuerpo reacciona como si estuviera frente a un peligro real, pero el cerebro sabe que todo es una simulación. Esa combinación de amenaza y seguridad explica por qué el miedo puede ser tan atractivo para tantas personas.
La preferencia por este género refleja una búsqueda de sensaciones intensas y, al mismo tiempo, la necesidad de comprender los propios límites. Mientras algunos evitan cualquier forma de sobresalto, otros encuentran en el terror una vía para explorar el miedo, la tensión y la adrenalina sin consecuencias reales. En definitiva, el cine de terror ofrece la posibilidad de mirar de frente aquello que asusta, pero desde un lugar seguro, donde el miedo termina con los créditos finales. DJ
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