“Todo lo que le ocurra a la Tierra le ocurrirá a los hijos de la Tierra”.
Jefe indio Seattle.
El pasado abril otro asesinato atroz golpeó a la sociedad, tristemente pareciera que al igual que diversos crímenes paso casi de inmediato a segundo plano tanto para algunos medios como para las autoridades; esta vez la herida fue para uno de los rubros más significativos en nuestro país: La promoción y defensa del campo.
Y es que el pasado 11 abril hombres armados atacaron vilmente al líder campesino Rubén Cruz Sagastume en su oficina ubicada en el centro de Tuxpan, sorprendentemente a escasos metros de la 19 zona militar; es cierto que su muerte provocó la movilización de múltiples elementos de seguridad, lo cual derivó en que de acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado de Veracruz tres días después, se identificara a la persona responsable por el asesinato del líder campesino y ganadero, aunque por la secrecía del proceso sólo afirmaron que hay varias líneas de investigación y se cree que los motivos del homicidio pueden deberse a la disputa de unos terrenos.
Aunque dar con el responsable no debería considerarse una victoria, por supuesto que sí es un acto necesario de justicia y un hecho imprescindible tanto para familiares como para una sociedad cada vez más lacerada por la creciente ola de crímenes e impunidad; sin embargo, aunque nos duela reconocerlo el caso de Cruz Sagastume se suma a muchos más; tan sólo de acuerdo con datos del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. al menos 25 personas defensoras de los derechos humanos ambientales perdieron la vida a causa de su labor el año pasado. Esta cifra ocupa el segundo lugar de los últimos 10 años, después del 2017.
Además de lo anterior, se registraron 94 eventos de agresión, con 236 ataques específicos en contra de personas defensoras del medio ambiente y lamentablemente se indica que de acuerdo con lo que se ha documentado el principal agente agresor señala que fue Estado, con una participación en 62 eventos de agresión, de un total de 94. Esto equivale al 65.9% del total de atentados. Este porcentaje se incrementó drásticamente, considerando que en el año 2023 fue del 49.5%.
Las cifras a nivel global nos colocan en una posición crítica; en datos del Informe Voces silenciadas, publicado el pasado septiembre por Global Witness, ONG internacional que investiga abusos ambientales y de derechos humanos, se menciona que en 2023 nuestro país se colocó en la cuarta posición con respecto a asesinatos por tierras.
Incluso se refiere que, en México, más del 70% de los defensores asesinados en 2023 pertenecían a pueblos indígenas, concentrándose los ataques en los estados costeros del Pacífico de Jalisco, Colima y Michoacán. También se detectó que la mayoría de estos se oponían a las operaciones mineras en la región y de los tres estados, Michoacán fue el más afectado, con ocho asesinatos documentados en 2023.
Homicidios como los de Homero Gómez González y Raúl Hernández Romero, protectores de la mariposa monarca en El Rosario, municipio de Ocampo; o el del joven Euguí Roy Martínez Pérez, de La Magnolia, Loxicha, Oaxaca, quien perdió la vida en la defensa de una región amenazada por la tala ilegal y la caza furtiva, no deben quedar en el olvido.
Incluso, la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos” (Red TDT) afirmó que del 2 de diciembre del 2018 al 31 de diciembre del 2023 hubo 92 asesinatos de defensores de derechos humanos en México; lo más desconcertante es que se menciona que fueron “fueron perpetrados por motivos políticos”, señaló la Red, en los que los responsables fueron agentes del Estado de los tres niveles.
Aún cuando la situación es digna de consideración, todo indica que, tristemente, todavía no ha llamado la suficiente atención por parte de las autoridades y pese a todo no se han implementado las acciones necesarias en las diferentes instancias y en muchas ocasiones las muertes de estos héroes silenciosos quedan en una cifra más y poco se hace por obtener justicia.
*Analista en temas de seguridad, política y educación.
