En el contexto de la reforma judicial, hemos escuchado mucho acerca de los atributos que deben tener los jueces. Lo oímos con motivo de la iniciativa presentada en febrero de 2024, durante el proceso legislativo que siguió a la elección presidencial y ahora a propósito de las campañas de los candidatos contendientes. Sin embargo, pocas veces se reflexiona sobre lo que en realidad implican, y eso es precisamente lo que haré en esta colaboración.
Partamos de la premisa de que un juez debe resolver en consciencia, con base en su mejor entendimiento de la ley, interpretándola no solo de manera lógica sino también en función de lo que sabe es correcto y justo. Pues bien, sucede que el ejercicio de la función así entendida solo es posible cuando se es independiente, honesto e imparcial, y se cuenta con solidez técnica y experiencia. Pero ¿qué significa en este contexto cada una de estas cualidades? A continuación, mi mejor esfuerzo de síntesis dado el límite de este tipo de columnas:
· La independencia implica que la sentencia no se ve influenciada por presiones externas (que pueden tener la forma de advertencias, procedimientos fiscales, acusaciones penales, periodicazos, etc.), las cuales, si bien suelen venir del poder público, también pueden provenir de poderes fácticos (como la prensa) o de la sociedad misma. Una sentencia dictada por un juez independiente es, en términos simples, una sentencia dictada sin mano negra.
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· La imparcialidad significa que el juez está desprovisto de interés personal en el asunto y que no tiene preferencia por alguna de las partes. Se trata de la ausencia de sesgos (conscientes o inconscientes) que suelen caracterizar la conducta humana cuando analiza asuntos propios. Una sentencia dictada por un juez imparcial es, en términos llanos, una dictada en condiciones de piso parejo.
· La solidez técnica hace alusión a que el juez tiene conocimiento profundo de la ley, de su interpretación jurisprudencial y de la doctrina asociada al asunto bajo análisis. Esto importa porque, incluso si se es independiente e imparcial, un juez debe invariablemente decidir usando como referente la ley y su interpretación: de lo contrario (aceptar que se decida exclusivamente a partir de convicciones personales) se abriría la puerta al capricho y a la arbitrariedad, esto es, a una sociedad donde la vida de la gente sería decidida por las inclinaciones de quien manda más.
· La experiencia en un juez está directamente vinculada con la manera de interpretar la ley. Un juez que ha vivido más experiencias tiene mayor probabilidad de entender las complejidades de la vida y, con ello, de estar libre de prejuicios que podrían distorsionar la noción de lo justo y lo correcto. Además, tiene mayor probabilidad de medir detenidamente las consecuencias de sus decisiones. Un juez con experiencia no solo será uno más eficiente, sino uno más prudente.
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· Finalmente, la honestidad del juez se relaciona con la legitimidad de la sentencia: la percepción de que ésta es correcta por haberse dictado por una persona correcta. Así, incluso si un juez es independiente e imparcial en el caso concreto, cuando su conducta fuera del caso es deshonesta, invariablemente habrá duda sobre los intereses que pudieron haber estado detrás de sus decisiones.
Con todo esto en mente, ¿de cuál de estos atributos prescindirías si el caso (donde está en juego la libertad o el patrimonio) fuera tuyo o de tus seres queridos?
* Esta columna se hace en colaboración con María José Fernández Núñez