Día del diplomático mexicano. Historias verdaderas

19 de Noviembre de 2025

Omar Hurtado
Omar Hurtado

Día del diplomático mexicano. Historias verdaderas

Omar Hurtado Ok

El pasado 8 de noviembre se celebró el Día de la Persona Diplomática Mexicana (antes Día del Diplomático). El Servicio Exterior Mexicano de carrera (SEM) se ha venido profesionalizando en el tiempo y como lo estipula su propia Ley, “es un cuerpo permanente de servidores públicos, miembros del personal diplomático del Estado, encargado de representarlo en el extranjero, responsable de ejecutar la política exterior”.

El SEM está integrado por las ramas diplomático-consular y la técnico-administrativa, en rangos que van de Agregado Diplomático a Embajador en la primera y de Agregado Administrativo “C” hasta Coordinador Administrativo en la segunda.

Un miembro del SEM ingresa por oposición mediante concursos públicos, con ensayos en política exterior y cultura, idiomas, exámenes de Español, médicos y sicológicos, entre otros. Para alcanzar ascensos están sujetos a exámenes, evaluaciones de expedientes, méritos y eficiencia, antigüedad, publicaciones, nuevos idiomas y estudios académicos. En la última convocatoria de ingreso a la rama diplomático-consular, iniciada en marzo de 2025 y aún en proceso, habría habido alrededor de 5 mil solicitudes para 99 plazas.

Por su preparación no es gratuito que los miembros del SEM gocen de reconocimiento internacional y en México. En la carrera no existe improvisación, como en los nombramientos de diplomáticos políticos, que desplazan y ocupan cargos de los diplomáticos de carrera, por arribismo, servilismo, amistad o pagos políticos. Sobre todo, de embajadores.

Los miembros de SEM pueden tardar, en las condiciones actuales, alrededor de treinta años en llegar a la cúspide, si se logra, muchos finalizan la carrera en rangos menores. Si bien los exámenes de ingreso y de ascenso deben realizarse con periodicidad, como lo manda la Ley, esto no sucede, lo que crea frustración en el SEM y quebranto en la carrera.

Están sujetos a la adscripción que les asigne la Cancillería en el exterior y a permanentes cambios culturales y educativos que inciden en la familia y en el propio funcionario, muchas veces en países de aguda carestía y condiciones de vida difícil, con situaciones inseguras y violentas, incluso de guerra, o insalubres. Se desarrollan en diversas áreas, como son la política, económica, cultural, protección a mexicanos o consular, por nombrar algunas, así como en organismos regionales y multilaterales.

Las situaciones difíciles en el exterior y permanentes cambios culturales, pueden conllevar efectos negativos en los diplomáticos y sus familias, como estrés y ansiedad, desgaste profesional, aislamiento, depresión, desintegración familiar, desadaptación de los hijos y desarraigo, como consecuencia de medios hostiles, incertidumbre política, sobrecarga emocional por las exigencias del servicio, lejanías familiares o culturas distintas. A pesar de todo, la Cancillería no cuenta con reales protocolos de apoyo psicológico, seguridad o rotación adecuadas para proteger la integridad de sus diplomáticos y sus familias.

Alcanzar un ascenso no es sencillo, el personal diplomático y administrativo se enfrentan a tensiones ante la amplia competencia y la falta de plazas, producto de escalafones saturados ante la indolencia de la propia Cancillería y flamantes titulares, indiferentes a la solución de problemas, como falta de recursos económicos para traslados del SEM y menajes de casa, servicios médicos y prestaciones para subsistir en el exterior, así como, rezagos salariales, sin revisión en muchos años, y que no en pocas ocasiones derivan en condiciones menesterosas e indignas para los miembros del SEM, en especial del área administrativa. Particularmente, esta grotesca situación se agudizó en el sexenio pasado y prevalece en el actual. Son obvios el abandono al SEM de carrera, a la política exterior y a la diplomacia mexicana, remplazadas por la improvisación e incontinentes nombramientos políticos y amistosos.