El abrazo que quebró el silencio: las grietas de la dictadura de Maduro

15 de Diciembre de 2025

Alfredo Suárez
Alfredo Suárez
Politólogo por el Tec de Monterrey, y candidato a Maestro de la Universidad Panamericana en Comunicación Política. Actualmente se desempeña como coordinador de comunicación para América Latina de la Fundación Friedrich Naumann.

El abrazo que quebró el silencio: las grietas de la dictadura de Maduro

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Pareciera un relato de ficción: una mujer reconocida por su lucha contra un régimen autoritario, obligada a resistir desde la clandestinidad, moviéndose entre sombras, pero firme frente a la brutal represión que enfrenta su país. El otro personaje es su amigo, un hombre bueno que la ha acompañado en esta lucha, refugiado durante meses en una embajada que incluso tuvo que cambiar de país protector por presiones del mismo régimen.

Ambos huyen, en distintos momentos, del mismo dictador. Sus trayectorias terminan cruzándose en Oslo, Noruegadonde se funden en un abrazo profundo, cargado de emoción, sinceridad y afecto. ¿Es esta la trama de V de Vendetta? No. Es la historia real de María Corina Machado, líder opositora venezolana, y Pedro Urruchurtu, quien permaneció asilado en la Embajada de Brasil (antes bajo protección argentina) mientras era cercado por las fuerzas del régimen de Nicolás Maduro.

¿Qué significa que tanto Urruchurtu como Machado hayan logrado salir de Venezuela? Aunque escaparon en momentos diferentes —él en mayo y ella en diciembre de 2025—, hoy es evidente que el régimen de Maduro muestra señales claras de resquebrajamiento interno. Vale la pena dividir este análisis en dos momentos.

La salida de Pedro Urruchurtu, Omar González, Magalli Meda, Claudia Macero y Humberto Villalobos, todos ellos refugiados en la sede diplomática argentina y posteriormente brasileña, sitiada por el gobierno, implica varias cosas. Para que estas cinco personas lograran burlar el cerco, moverse dentro del territorio venezolano y finalmente abordar un avión rumbo a Estados Unidos, tuvo que existir coordinación entre diversos actores. Fuerzas del propio régimen debieron hacerse de la vista gorda —o incluso colaborar activamente—, además del rol crucial de países como Estados Unidos, destino final de los opositores.

Lo mismo puede decirse de la salida de María Corina Machado. La persona más buscada por el régimen no podía simplemente tomar un automóvil, llegar al aeropuerto y abordar un vuelo. No. Machado tuvo que atravesar numerosos puntos de control militar, huir en una embarcación de pesca hacia Curazao y, desde ahí, viajar a Maine, Estados Unidos y finalmente a Noruega.

¿Qué debemos interpretar de todo esto? Que, si bien han contado con apoyo internacional —particularmente del gobierno estadounidense—, también existen factores internos que han permitido que opositores de alta prioridad para el régimen hayan podido salir del país tanto en mayo como en diciembre. Esto no ocurre sin que Maduro pierda progresivamente el control y el liderazgo dentro de su propio aparato de poder.

Por eso, quienes creemos en la libertad y la democracia vemos en este encuentro entre Urruchurtu y María Corina, ocurrido durante los días en que se entrega el Premio Nobel de la Paz, una señal clara de que el fin del régimen está más cerca.

El abrazo en Oslo no fue únicamente el reencuentro de dos amigos, unidos por la misma causa, sino el preludio de algo más grande: el renacimiento de la esperanza venezolana. Cuando los símbolos de resistencia logran escapar de las sombras y reencontrarse frente al mundo, los dictadores empiezan a perder lo que más temen: el relato. Y cuando se pierde el relato, el final del régimen se vuelve cuestión de tiempo.