La cuarta cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), que se ha celebrado en Santa Marta, Colombia, quizás marca un asunto que dichos Estados tienen que dilucidar para que no ocurra lo que ha pasado ahí.
La CELAC es el organismo creado en México en el año de 2011 cuando, por primera vez en este siglo, había una serie de gobiernos progresistas en la región y había, y lo debe seguir habiendo ahora con mayor intensidad, un recelo a la Organización de Estados Americanos (OEA), que siempre ha sido manipulada por el gobierno estadounidense.
Ha tenido, como todas las reuniones cada día más frecuentes, sus altibajos y siempre México ha sido un promotor permanente de ella. Para estas reuniones con la UE, los convocados supuestamente son, en conjunto, 60 países, y nos encontramos que sólo han asistido nueve jefes o jefas de Estado a esta reunión en las costas Colombianas.
El Presidente Petro ha atribuido la tan escasa presencia de líderes de los países a una presión del felón Trump sobre los países caribeños, que en parte puede ser verdad, pero por otro lado no hay mucha justificación para la ausencia de muchos presidentes, presidentas o primeros ministros en aquellos casos que todavía tienen, a mi juicio, la obsolescencia de tener reyes o reinas.
Quien ha salvado la reunión ha sido el presidente Lula, que a pesar de que se creía que no iba a asistir, lo ha hecho de última hora y por supuesto se ha llevado la reunión, demostrando que es el líder en América Latina.
En sus intervenciones, Lula ha sido muy claro: “América Latina y el Caribe atraviesan una profunda crisis en su proyecto de integración. Nos hemos convertido de nuevo en una región balcanizada y dividida, más centrada en el exterior que en el interior.”
El análisis que deben hacer los gobiernos debe ser completo y actualizado, porque la primera pregunta que surge después de esta reunión en Santa Marta es si este tipo de reuniones está cumpliendo su función que, supuestamente y entre otras cosas, es mejorar las relaciones de todo tipo entre la comunidad de Estados latinoamericanos y la comunidad europea.
Pero quizás antes de contestar esta pregunta debemos hacer una más importante, como es la de saber si hoy muchos estados latinoamericanos están dispuestos a seguir siendo miembros, pero de una manera comprometida, de la CELAC o lo mejor es pensar que ya cumplió su función. Como varios dirigentes políticos y analistas han considerado, hoy nuestra región está fragmentada: por un lado tenemos a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, por otro, a los gobiernos de Argentina, El Salvador y seguramente Perú y Bolivia, y por otro más, quizás a los Gobiernos de México, Brasil, Uruguay y hasta ahora Chile, aunque todo apunta que el resultado de las elecciones del domingo pueden provocar un giro hacia la derecha (este artículo lo escribo en sábado).Y a todo esto agreguemos el factor del felón que gobierna a nuestro vecino país, considerando que la CELAC es un enemigo de él y ha presionado, según el presidente Petro, a varios países caribeños a no asistir.
Hoy no se ve que sea posible llegar acuerdos sobre varios temas entre nosotros. Nada más tomemos en cuenta que con Ecuador y Perú, México difícilmente puede llegar a alguno, y me temo que tampoco será fácil con Argentina. Quizás habrá que volver a las negociaciones bilaterales y esperar que los tiemposde la llamada democracia y el respeto mutuo vuelvan a ser importantes en nuestra región.
Además, no se ve hoy que haya mucho interés de los países europeos por esta organización y pensar que esto va a cambiar el año que viene, con la reunión programada para llevarse en Polonia, menos. Hoy el tema central de Europa con América Latina es la firma del acuerdo con el Mercosur y así lo han manifestado.
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