Sanae Takaichi: la primera mujer al frente de Japón

28 de Octubre de 2025

Brenda Peña
Brenda Peña
Periodista mexicana con más de 20 años de experiencia. Originaria de Baja California Sur y egresada de la Universidad Autónoma de esa entidad, trabajó en TV Azteca como reportera y conductora, y colaboró con Ricardo Rocha en Radio Fórmula. Ha participado en Latinus y Heraldo de México, y actualmente forma parte del podcast Cuarto para las Cuatro.

Sanae Takaichi: la primera mujer al frente de Japón

Brenda Peña

Brenda Peña.

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EjeCentral

En un Tokio envuelto en la niebla otoñal, el 21 de octubre de 2025, Sanae Takaichi hizo historia al convertirse en la primera mujer primera ministra de Japón. Confirmada por el Parlamento con 237 votos en la Cámara Baja, superando por poco la mayoría absoluta, Takaichi no solo rompió un techo de cristal en un país donde las mujeres ocupan apenas el 15,7% de los escaños legislativos, sino que también inyectó un giro derechista al Partido Liberal Democrático (PLD), el eterno dominador de la política nipona. Nacida en 1961 en la prefectura de Nara, de orígenes humildes —su padre en una fábrica de autopartes y su madre en la policía local—, Takaichi representa el ascenso improbable de una outsider que, en su juventud, devoraba heavy metal y soñaba con Kawasaki rugientes, lejos de los salones elitistas de Tokio.

Su trayectoria política, iniciada en 1993 como independiente en la Cámara de Representantes, es un tapiz de tenacidad y controversia. Autora, presentadora televisiva y analista legislativa con un máster en Derecho de la Universidad de Kobe, Takaichi se unió al PLD en 1996 y se convirtió en la discípula devota de Shinzo Abe, el arquitecto de las reformas ultraconservadoras. Ha ocupado cargos clave: ministra de Asuntos Económicos, de Correos y Telecomunicaciones, y, más recientemente, de Seguridad Económica bajo Fumio Kishida (2022-2024). Sus visitas al controvertido Santuario Yasukuni, que honra a criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial, y su postura hawkish contra China —incluyendo frecuentes viajes a Taiwán— la han etiquetado como “ultraconservadora” por medios como The New York Times y Deutsche Welle. Admira a Margaret Thatcher, a quien llama su “Dama de Hierro”, y promueve un “Nuevo Abenomics” o “Sanaenomics": política monetaria expansiva, gasto fiscal flexible en crisis y audaces inversiones en crecimiento, con énfasis en la gestión de riesgos geopolíticos.

Pero su elección no fue un paseo triunfal. Tras la dimisión de Shigeru Ishiba —quien duró apenas un año tras una derrota electoral en julio de 2024 que dejó al PLD sin mayoría absoluta en ambas cámaras—, Takaichi ganó la presidencia del partido el 4 de octubre de 2025, derrotando a Shinjiro Koizumi en una contienda que expuso las grietas internas. El PLD, para asegurar su hegemonía, forjó una coalición con un partido populista de derechas, un pacto que expertos como Jeff Kingston, de la Universidad Temple en Tokio, ven como un “cambio pivotal hacia la derecha global”. Sin embargo, en su gabinete de 19 miembros, solo nombró a dos mujeres: Satsuki Katayama como ministra de Finanzas —la primera en ese puesto— y Kimi Onoda en Seguridad Económica, incumpliendo su promesa de paridad escandinava.

Japón, que ocupa el puesto 118 en el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial 2025, celebra el hito, pero activistas como Naomi Koshi, exalcaldesa de Ofunato, advierten: “Hay gran significado en Takaichi como primera ministra, pero su impacto en la sociedad será más amplio si promueve cambios reales”.

En su primera rueda de prensa, Takaichi delineó prioridades domésticas: combatir la inflación galopante —que roza el 3% anual— y suspender el impuesto provisional sobre la gasolina, una medida populista para aliviar el bolsillo de los japoneses en tiempos de precios disparados. Pero el mundo exterior acecha. Horas después de su juramento ante el emperador Naruhito, envió un guiño transpacífico a Donald Trump, el presidente reelecto de EE.UU.: “Me reuniré pronto con el presidente Trump para elevar la relación entre Japón y Estados Unidos a nuevas alturas”. Trump, quien la felicitó efusivamente tras su victoria en las primarias del PLD —calificándola de “persona muy respetada, de gran sabiduría y fortaleza” en un tuit—, aterrizará en Tokio el 27 de octubre para una visita de tres días. La agenda es densa: temas bilaterales, la frágil estabilidad en el Indopacífico —donde China y Corea del Norte tensionan las aguas—, la guerra en Ucrania y el polvorín de Oriente Medio.

El quid del encuentro radica en los aranceles. En julio de 2025, bajo Ishiba, Japón firmó un pacto comercial con Washington: aranceles del 15% a exportaciones niponas e inversión de 550 mil millones de dólares en suelo estadounidense. Takaichi, pragmática, no descartó una revisión si no beneficia a Tokio. “Haremos lo posible por aliviar el impacto de los aranceles de Estados Unidos”, declaró con mesura, evitando confrontaciones. Esta tibieza refleja su realismo: Japón depende de la alianza con EE.UU. para contrarrestar amenazas chinas, pero Takaichi impulsará un giro defensivo, fortaleciendo las Fuerzas de Autodefensa y endureciendo la inmigración —posturas que alinean con el trumpismo, pero que podrían irritar a Seúl y Pekín.

Mientras se prepara para la Cumbre de la ASEAN en Malasia (26-28 de octubre) y la APEC en Corea del Sur (31 de octubre-1 de noviembre), Takaichi enfrenta un rompecabezas. Internamente, debe sanar un PLD fracturado por escándalos de corrupción y divisiones ideológicas; externamente, navegar un mundo multipolar donde su derecha dura podría aislar a Japón en Asia. ¿Logrará la exbaterista de heavy metal rockear el establishment? Su mandato, que culminará en elecciones generales en 2026, promete ser un álbum de contrastes: empoderamiento femenino en la cima, tradición patriarcal en la base. En un Japón envejecido y endeudado, Takaichi no es solo una pionera; es el pulso de una nación que busca redescubrir su filo.