Hoy, hablar de Teocaltiche, Jalisco, es poner la vida en riesgo. Hoy, vivir en Teocaltiche es vivir con el miedo como compañero, con la muerte rondando cada esquina.
Allá, los criminales han tomado el control. Les da igual levantar a alguien a plena luz del día, rafaguear una casa sin razón, o lo más brutal: irrumpir en una vivienda, sacar a una mujer que dormía con sus hijos, y llevársela a punta de pistola, mientras los niños lloran y suplican.
Esto no es una exageración. No es una historia contada con dramatismo. Es la realidad que se vive todos los días en este rincón olvidado de Jalisco. Y lo que más duele, lo que más indigna, es el silencio de las autoridades. Este reportero ha documentado, una y otra vez, el infierno que atraviesa Teocaltiche. Y, aun así, nadie escucha. Nadie actúa. El grito de auxilio de su gente se pierde entre la burocracia, la indiferencia y la cobardía institucional.
¿Qué más puede hacer la gente de Teocaltiche? ¿A quién más le pueden pedir ayuda? Han tocado todas las puertas: al gobernador Pablo Lemus Navarro, a la secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez, a la presidenta, a los medios. Y entre más alzan la voz, más desaparecen vecinos, más cadáveres aparecen, más familias quedan destrozadas.
Una vez más, el portal dominiopublico.com.mx es el único que no ha soltado esta causa. Día tras día, documenta los hechos violentos, el horror cotidiano, el parte de guerra que las autoridades fingen no ver. A pesar de las amenazas, de los hackeos, de los intentos por silenciarlos, los periodistas de este medio no han dejado de informar. Les han dicho que cuando los encuentren, los matarán. Pero no se detienen.
Y si eso les pasa a ellos, a los periodistas, ¿qué esperanza le queda a la ciudadanía común? ¿Qué pueden esperar quienes no tienen ni una pluma ni una cámara para defenderse?
El gobernador prometió pacificar el municipio en 45 días. ¿Qué recibió Teocaltiche? Un baño de sangre. Una guerra abierta entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, disputándose la región como si fuera tierra de nadie. Y nadie —repito: nadie— ha podido, o querido, frenar esta barbarie.
Quizá usted, lector, crea que exagero. Pero le invito a ver el video publicado por Dominio Público Noticias titulado:
“Comando armado secuestra por la fuerza a una mujer en Teocaltiche, Jalisco” (3:59 minutos).
Son imágenes que desgarran el alma. Que quiebran el corazón. Mientras una familia duerme, un grupo armado irrumpe, y se lleva a la madre frente a sus hijos. Es un acto salvaje, inhumano. Una escena que nadie en este país debería aceptar como parte de su cotidianidad.
Desde aquí, desde mi trinchera como periodista, abrazo con solidaridad a los ciudadanos de Teocaltiche. Y les prometo algo: no dejaré de documentar ni de denunciar esta pesadilla. Porque algún día, alguien en el poder tendrá que voltear a verlos. Algún día, alguien tendrá que responder por tanto abandono, por tanta omisión, por tanta sangre derramada.
La gente de Teocaltiche merece paz. Merece justicia. Merece vivir.
En Cortito: Nos cuentan que Cuernavaca no es cualquier municipio. Es la capital del estado y el centro político, económico y social de Morelos. Lo que ahí ocurre tiene eco en todo el estado.
Por eso, el gobierno municipal encabezado por José Luis Urióstegui Salgado ha decidido no dejar la seguridad en segundo plano. Todo lo contrario: la está colocando en el eje de su gestión.
Por tal motivo, realizó una entrega importante de equipamiento a la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano. Con una inversión de 22 millones 853 mil pesos del FORTAMUN, se entregaron patrullas, motocicletas, uniformes, chalecos antibalas, una pipa y grúas, todo destinado a mejorar el despliegue operativo y las condiciones de trabajo del personal policial, de bomberos y de protección civil.
Pero más allá del dato administrativo, esta acción envía un mensaje político claro: Cuernavaca no será rehén de la violencia, y el gobierno local asume su parte en la recuperación del orden.
El presidente municipal, José Urióstegui Salgado ha insistido, desde 2022, en que la dignificación del trabajo policial es fundamental para reconstruir la confianza ciudadana. Mejorar salarios, dotar de equipo adecuado y profesionalizar al personal son pasos esenciales para avanzar en la lucha contra el crimen.
En un estado donde la gobernabilidad ha sido frágil, y donde la inseguridad ha desbordado al aparato estatal en varias regiones, Cuernavaca se está posicionando como un modelo de gestión local que no espera órdenes desde arriba, sino que actúa con autonomía, planeación y firmeza.
La estrategia de seguridad del alcalde Urióstegui Salgado podría convertirse en un punto de referencia para otros municipios de Morelos que aún buscan fórmulas eficaces para enfrentar la violencia.
Cuernavaca está entendiendo que no hay desarrollo posible sin seguridad. Y que la legitimidad de un gobierno local empieza por proteger a su gente.