En Panamá todo se acumuló, los unió y estalló. Una lista pendiente de injusticias sociales, omisiones y debilidades políticas, junto con una fuerte crisis económica, mantienen, desde casi dos semanas, prácticamente paralizado el país centroamericano.
En las calles, al ritmo de Rubén Blades con su canción Patria, de la que tararean “amo mi país, pero el gobierno me da vergüenza”, y el grito que ha hecho retumbar las avenidas, “somos patriotas, no vende patria”. Y las fotos de los carteles enseñan mucho más: “Ni rosas ni bambú, queremos salud, medicamentos, educación, transparencia, seguridad y justicia”, citó el diario panameño de La Prensa.
Así, el precio del combustible sirvió como chispa, pero la pólvora fue alimentada por la clase política que no atendió las demandas sociales; organizaciones indígenas y populares, agrupaciones y enormes sindicatos se lanzaron a las calles del país, cercenando puntos sustanciales de comunicación.
Complejidad. Las protestas generaron pérdidas millonarias y desabastecimiento de combustible y alimentos en varias zonas del país, según gremios empresariales.
Este fin de semana parecía que los bloqueos a las principales vías cesarían, porque se pactó un menor precio para el combustible, pero no fue suficiente. No incluyó a todos y se pretendía hacerlo a través de subsidios que “saldría de nuestro presupuesto social”, retó uno de los líderes del sector de la construcción.
Lo que quieren, es que los empresarios disminuyan el margen de sus ganancias. Y es que cada galón llegó a seis dólares, por lo que llenar un tanque representa casi el 20% del salario mínimo panameño; además de encarecer otros insumos.
Este lunes se rompieron los frágiles acuerdos y Panamá amaneció con más protestas y cercos, y con la amenaza de extenderlas. La capital del país está incomunicada del resto del territorio, el sindicato de la construcción, el más grande del país, tomó el control.
Las demandas, todas son derechos humanos básicos, el acceso pleno a la salud y a una jubilación digna, y un buen salario; así como el bajo combate a la corrupción.
A esto se sumó el mal manejo de la economía, de acuerdo a las organizaciones, que se tradujo en desempleo, el aumento del costo de los productos, la deuda pública y el alto costo de la gasolina.
La fragilidad del gobierno se ha hecho sentir en los últimos días. El presidente Laurentino Cortizo ganó las elecciones de 2019 con apenas 30% de los votos, y además de los tropiezos políticos de su administración, anunció hace unos días que tiene cáncer.
Panamá no es el único país que la situación social y económica saca a la calle a protestar, hace unos días ocurrió algo similar en Sri Lanka. De las protestas masivas por el deterioro económico y social en la vida de la población, se convirtieron en un levantamiento popular que sacó del gobierno a su presidente Gotabaya Rajapaksa y lo hizo huir del país.
El domingo, el gobierno panameño y asociaciones anunciaron un acuerdo para rebajar el precio del combustible y el final del bloqueo de carreteras después de varios días de negociaciones .