1.
En la polémica generada sobre el origen del coronavirus Covid-19, si fue una cuestión fortuita por el consumo humano de especies portadoras como murciélagos, serpientes o el pangolín, pequeño mamífero endémico del sudeste asiático, o bien, si derivó del manejo descuidado de especímenes de “murciélago herradura” traídos expresamente de las cavernas de Yunan a una institución de estudios de virología en la ciudad de Wuhan, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha terciado señalando que el virus tiene un origen natural y que lo importante una vez superada la crisis será el evitar que algo así pudiera repetirse en el futuro. Michael Ryan, director de Programas de Emergencia de la OMS, insistió en que el objetivo principal ahora es conocer bien al virus, entender cómo se transmite de animal a humano y comprender cómo se cruza la barrera entre especies, “para poner en marcha medidas de salud pública y de prevención que impidan que esto pueda volver a ocurrir, sea donde sea”.
2.
Tal es la cuestión, pues ha sido la propia OMS la que ha advertido año con año el riesgo que representan las gripes estacionales dada su peculiar capacidad de infectar grandes conglomerados humanos causando la muerte de cientos de miles de personas invierno tras invierno. La gran diferencia entre los millones de víctimas causados por la gripe española en 1919 y el coronavirus de Wuhan, es que ahora tenemos medidas de higiene y profilaxis más profundas y asequibles, de lo contrario la dimensión de la tragedia habría sido descomunal.
3.
Al respecto, el presidente Andrés Manuel López Obrador puso sobre la mesa un tema con el que no puede más que estarse de acuerdo. Luego de la pandemia del Covid-19 que tanto habrá de costarle al mundo –se habla de cifras entre 2 y 5% del PIB mundial—además de proveer lo necesario para propiciar la recuperación de la economía y mitigar el impacto social, habría que reconvertir los organismos internacionales en verdaderas instituciones garantes de la seguridad y la cooperación internacional, pues hasta el momento, con una implacable lógica de mercado, tanto el Banco Mundial (BIRF) como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) e inclusive los Grupos de los 20 o de los Siete suelen poner a disposición de los países afectados líneas de crédito cuyas estructuras dificultan la solución de lo que se quiere resolver.
4.
Por ejemplo, cuando se enfrenta el cambio climático, más allá de la grandiosa declaración de Paris en 2015, los fondos para atender las urgencias de mitigación de los daños y de transición de energías fósiles a otras renovables no fluyen hacia las regiones en donde se tendrían que realizar inversiones sostenibles. Es decir, no hay fondos a disposición de los países afectados sino líneas de crédito para operarse como deuda pública o privada, con tasas de interés que las hacen impagables. Esta es una de las causas por las que Estados Unidos se retiró del Acuerdo de París, porque no quiere donar recursos sino sólo prestar dinero.
5.
Ahora, con la crisis mundial en protección de la salud, los estragos económicos más potentes, subraya el presidente López Obrador, habrán de sufrirlo las comunidades y países con menores recursos. Es por ello indispensable aprender de las lecciones de la emergencia actual y asumir al menos ciertas tareas, como el fortalecer los sistemas de salud; atender el grave problema de las enfermedades crónicas; convocar a una cumbre mundial de carácter científico para obtener la cura del Covi19 y otras enfermedades; reformar el modelo que genera riqueza sin bienestar; reconvertir los organismos económicos y financieros internacionales y fortalecer la solidaridad internacional, propiciando los principios humanitarios en la actuación de los gobiernos.