El agente Fonseca y Lima XXXV

13 de Mayo de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

El agente Fonseca y Lima XXXV

js zolliker

Reporta el agente infiltrado Pedro Fonseca y Lima que desde que le asignaron el caso y por como se desarrollaron las cosas, siempre creyó que dentro de las botellas de shampoo, se estaría contrabandeando droga. Sólo por ese causal, se imaginó que un exministro de la presidencia de un país sudamericano, se arriesgaría tan burdamente. Muy equivocado estaba.

Reporta el agente Fonseca y Lima que le pareció que dicha hipótesis, la reforzaban las otras tres personas (además de la tigresa, el ruso y él mismo) que estaban sentadas a la mesa: un uniformado con distintivos de los kaibiles guatemaltecos, un hombre alto y cachetón, de facciones asiáticas elegantemente vestido con traje y corbata, y un bigotón, delgado, con camisa de seda y arma de oro enfundada en el cinto, de hablar tosco que era el que parecía ser el anfitrión.

Reporta el agente Fonseca y Lima que frente a la mirada de todos, el bigotón con ademanes de sicario, giró instrucciones para que la joven vaciara el contenido de los mentados botes, que contenían además del jabón líquido, dos pequeñas bolsas plásticas selladas al vacío y que cada una de ellas contenía una diminuta memoria flash drive USB, prácticamente del tamaño de una moneda y más chicas que la falange distal de su pulgar. Una era plateada y la otra negra.

Reporta el agente Fonseca y Lima que la chica –que adivinó prostituta, víctima del tráfico y trata– extendió las palmas de las manos y en el centro de cada una, les mostró a todos los presentes las flash drives y después, algo ceremoniosa, se postró frente al asiático vestido de traje y corbata y se las ofreció. Entonces, el kaibil puso sobre la mesa un grueso portafolios metálico negro que enfundaba una extraña laptop. Reporta Fonseca y Lima que abrió la misma, trabajosa y cuidadosamente y que el asiático la encendió y procedió a introducir primero la USB negra.

Reporta Fonseca y Lima que el ambiente era tenso y los rostros serios, y salvo la molesta respiración ruidosa y exaltada del ruso, un silencio sepulcral parecía dominarlo todo.

Reporta el agente Fonseca y Lima que después de un tiempo que le pareció eterno, el asiático sonrió y el kaibil cerró la maleta, lo que pareció relajar enormemente el ambiente. Imagina el agente Fonseca y Lima que una de las terminales tenía la información (que aún duda que se tratase de submarinos norteamericanos) y la otra, un conjunto de programas y claves para decodificarla y que ahí mismo, reporta, se realizó la verificación.

Reporta el agente Fonseca y Lima que el anfitrión, complacido, ordenó a todos echarse el trago que tenía cada uno frente a ellos, no sin antes decir “salud”. No recuerda del todo cómo fue que sucedieron los hechos, pero reconstruyéndolos, reporta que cuando estaba por beber el líquido, el ruso brindó con la palabra “misht” y de inmediato, le dio un tremendo cabezazo, con tal fuerza, que trastabilló hacia atrás hasta que perdió el equilibrio y luego, el conocimiento.

Reporta el agente Fonseca y Lima que cuando abrió los ojos, se encontró atado de pies y manos y recostado en el suelo de una Van, con el pesado pie del gorilón soviético sobre su pecho. Cuando intentó moverse para ver quien conducía, el ruso le oprimió con más fuerza y le sonrió con tosquedad: “tovarishch, esto no es personal ni perdí los estribos tampoco…”

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