Rememoran a Esther Seligson

30 de Abril de 2024

Rememoran a Esther Seligson

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EJECENTRAL

Es posible que surjan más libros póstumos o bien, su correspondencia con Emil Cioran

Foto | Conaculta

Con el propósito de recordar y celebrar la obra de la escritora mexicana Esther Seligson (Ciudad de México, 25 de octubre, 1941– 8 de febrero de 2010), la noche del miércoles 29 de julio se realizó una velada literaria en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes Artes en la que escritores hablaron de la calidad y constancia del trabajo literario de la narradora, poeta, ensayista y traductora, quien inició su carrera con la traducción del filósofo Emil Cioran y que la consolidó como escritura culta, realizada a partir de un amplio conocimiento de las literaturas europeas. Adriana González Mateos destacó que la obra de Seligson, conformada por libros como Otros son los sueños, La morada del tiempo, Hebras, Toda la luz y Todo aquí es polvo, entre otros títulos, es decididamente elitista y es que la autora señalaba que “la literatura es de todos, menos de los ignorantes”. Indicó que Seligson era una nómada que gustaba cruzar fronteras, como lo demuestran sus frecuentes viajes a lugares como Jerusalén e India, marcada por la búsqueda espiritual que la llevó a una hibridez y una multirreligiosidad.

Por su parte, Geney Beltrán, albacea literario de la obra de Seligson, recordó que la autora de Hebras de narraciones breves, “acudió a estrategias muy diversas, incluidas la dislocación temporal, el fragmentismo y la hibridación genérica, pues la vida, esa vida que pretendía seleccionar para su escritura, no era escuálida y las herramientas lineales le eran insuficientes, demasiada percepción no cabía en los parcos pasillos de la ficción realista. Esto tiene origen en lecturas desde edad temprana de literatura fantástica y mitología, en una profunda proclividad por el viaje a geografías arquetípicas, India, Tíbet, Jerusalén, el camino de Santiago y en la inmersión en el misticismo oriental”.

Geney Beltrán, quien fue alumno de la escritora homenajeada precisó que la obra de la autora “es orgullosamente reacia a la etiquetación genérica y por eso ha sido vista en tanto difícil o exquisita, pero no, lo que ocurre es que leerla exige un pacto absorbente; su lectura no es posible como ejercicio solamente escapista y a cambio entrega una percepción dilatada de la experiencia humana, porque gracias a una prosa de pasmosa fuerza expresiva ella misma deviene una experiencia, una epifanía de las posibilidades de trascender la gris parcela de lo común”.

En su oportunidad, el coeditor del suplemento Confabulario, el narrador coahuilense Vicente Alfonso, precisó que la otredad, el reconocimiento del otro, fue un tema que apasionó a Seligson, quien fue su maestra y consideraba a los libros como el único recurso eficaz para mitigar el encierro del yo.

Por ello, señaló que “hoy tenemos el pretexto perfecto para recordarla de una manera que a ella le hubiese gustado, viendo el mundo a través de sus ojos, a través de sus libros”.

José María Espinasa, quien editó alrededor de 15 libros de Esther Seligson, destacó que la autora utilizó en su obra una gran diversidad de recursos literarios, ya que por formación y vocación era una mujer preparada, formada en la lectura y con varios intereses, como el arte, la historia, la filosofía, las religiones.

Narradora, poeta, ensayista, crítica de teatro y traductora, son recursos discursivos para la formulación de una escritura fragmentaria. En el terreno del cuento, aseguró el editor, Seligson tiene algunos de los relatos más notables del último medio siglo.

A cinco años de su deceso, José María Espinasa señaló que al releer a la autora se puede apreciar su obra como una autobiografía, que para ella fue una liberación, aunque demorada, pues le parecía que no era el verdadero camino de la creación.

El legado de Esther Seligson, apuntó el editor, continuó con tres libros póstumos y “no es fácil que una escritora que parece ya haber entregado sus principales libros nos vuelva a sorprender con un impulso renovado”, pues en ellos “su prosa se volvió más expresiva al no depender de una necesidad de claridad, sino aceptar ser la huella de una autorreflexión, evoluciona de una escritura concebida como un acto sagrado a la escritura entendida, como un testimonio de vida”.

Espinasa señaló que todavía es posible que surjan más libros póstumos de Esther Seligson como pueden ser más traducciones o bien su correspondencia con Emil Cioran.

Conaculta

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