Pobreza y desigualdad

30 de Abril de 2024

Enrique Del Val
Enrique Del Val

Pobreza y desigualdad

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A mediados de este mes, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), publicó su informe Panorama Social de América Latina 2018, con información muy importante a ser considerada por los gobiernos, los académicos y las personas preocupadas por el tema. Se trata de un documento que contiene datos recientes, junto con cuadros comparativos que permiten conocer la situación. Los principales comentarios presentados por la Secretaría Ejecutiva de la CEPAL indican que la pobreza en la región se mantuvo estable en 2017, pero la pobreza extrema aumentó, alcanzando su nivel más alto desde 2008. Según la información, para 2018 la pobreza en la zona bajaría a 29.6%, lo que equivale a 182 millones de personas, pero la pobreza extrema estaría en 10.2%, o sea 63 millones de personas, lo que representa un millón más que en 2017. Ahora bien, a México no le fue bien en varios puntos del análisis, uno de ellos trascendental, ligado a los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) comprometidos por nuestro país para cumplirse a más tardar en 2030. Se indica que, en caso de mantenerse un desempeño similar al histórico en materia de crecimiento y disminución de desigualdad, las metas de reducción de pobreza serán alcanzadas después de 2035, junto con Colombia, el Salvador y Honduras. En cambio, el resto de países considerados lo harán incluso antes de la fecha comprometida de 2030. Otro tema preocupante es el referido a la desigualdad. El documento señala que seguimos siendo la región más desigual del mundo, incluso más que África Subsahariana, pues si bien se ha logrado reducir la pobreza, la desigualdad sigue, entre otras cosas, por la cultura del privilegio y el actual estilo de desarrollo. México, Chile y Uruguay son los tres países donde hay evidencia de una mayor concentración de la riqueza, lo cual está generando un grado insostenible de polarización de los ingresos. Una demostración de esta concentración vergonzosa se muestra con el dato de que en 2016 en nuestro país había cerca de 177 mil contratos de personas físicas que invertían en la bolsa de valores, la mayoría menores a cinco millones de pesos, pero existían 20 mil contratos que acaparaban 76% de la inversión y el Índice de Gini de los contratos era de 0.776 (lo más desigual es 1), uno de los mayores de la región, según la CEPAL. El gran problema radica en el crecimiento económico y su magro aumento en nuestros países. Mientras que en 2017, el PIB ascendió 1.3%, para 2018 fue de 1.2% y se augura que para este año el promedio sea de 1.7 por ciento. Otro dato interesante es el relativo al gasto social per cápita, mismo que se duplicó entre 2002 y 2016, pero de manera muy disímbola. América del Sur logró que creciera al doble que el de México y Centroamérica. Es decir, a pesar de toda la propaganda, el gobierno anterior poco logró en materia de pobreza y desigualdad. Ahora le toca a este gobierno conseguir que con sus nuevos programas sociales masivos se reduzcan estos jinetes de la apocalipsis. Sin duda, las enormes cantidades de recursos que están destinando a los pobres deberán lograr algo, pero lo fundamental será que puedan educarse y obtener un trabajo bien remunerado. Y aquí tenemos dos problemas: el primero es la proyección de crecimiento económico bajo para los siguientes años y el otro, vinculado principalmente a la desigualdad, es el compromiso pospuesto del gobierno para hacer una reforma fiscal que obligue a los que más tienen a pagar mayores impuestos. Este es un tema crucial al cual los representantes del poder económico incrustados en el gobierno han logrado que el Presidente, al contrario que en otros temas, lo evada. Sin éste resuelto, la distribución del ingreso seguirá siendo favorable para los que más tienen.

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