El regreso del Vengador Anónimo

29 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

El regreso del Vengador Anónimo

alejandro aleman

En Death Wish —filme de 1974 dirigido por Michael Winner y basado en la novela homónima escrita por Brian Garfield- Paul Kersey (el mismísimo Charles Bronson)— el personaje principal es un afable arquitecto al que, un día, unos delincuentes matan a su esposa y violan a su hija en un asalto que termina muy mal.

Desesperado por la ineficacia de la policía e inspirado por cierto cliente oriundo de Texas que le enseña a disparar armas, Kersey se hace de una pistola y comienza a patrullar las calles disparando a quemarropa a todo criminal que se le cruce.

En México, la película fue bautizada con un nombre que la describe aún mejor que el título original: El Vengador Anónimo.

Hoy, 40 años después, el actor y director Eli Roth (Cabaña Sangrienta, Hostal, Grindhouse) dirige el remake de esta película, cambiando a Nueva York por Chicago y a Charles Bronson por Bruce Willis, quien aquí es un médico cirujano que de día le salva la vida a los delincuentes que llegan con heridas de fuego y de noche los balea sin remordimiento.

La Death Wish original era una cinta sintomática de su propio tiempo: en efecto, la delincuencia en Nueva York tenía de rodillas a la población. En cambio, en pleno 2018, la Death Wish de Roth se puede interpretar en dos vías: el simple homenaje a un cine tipo B, violento y sangriento que no puede tomarse en serio o como la celebración al uso de armas como la única vía para acabar con la violencia provocada… por el uso de armas.

Este remake llega en el peor o el mejor momento, según se vea. Por un lado, parece un filme tremendamente conservador e impertinente (el tiroteo de Florida sigue presente en la conversación de los estadounidenses) donde los delincuentes son negros o latinos y la medicina a todos los males es armarse hasta los dientes. Trump amará esta cinta.

Por el otro lado, la película puede verse como una crítica, casi una farsa, sobre lo estúpidamente fácil que es hacerse de un arma en Estados Unidos.

En cualquier caso, Roth no tiene una agenda política ni quiere aleccionar a nadie. Lo suyo es el placer por el cine de antaño, tipo B y violento (aunque ni tanto: la escena de la violación en la cinta original era tan perturbadora que parecía un homenaje al Kubrick de Naranja Mecánica), de tramas poco sofisticadas y acción sangrienta que raya en lo gore. Osadía o vil estupidez, se agradece que exista alguien capaz de dirigir con tal desparpajo una película tan reaccionaria, pero divertida en estos tiempos de asqueante corrección política.

@elsalonrojo