Talibanes asesinan a jefe del servicio de comunicación de Afganistán
Los insurgentes habían prometido llevar a cabo nuevas operaciones de "represalia" contra altos funcionarios del gobierno tras haber atacado la residencia del ministro de Defensa

EDITORS NOTE: Graphic content / Afghan security forces and investigators gather at the site of a suicide bomb attack outside a British security firm’s compound in Kabul, a day after the blast on November 29, 2018. - At least 10 people were killed after a massive blast outside a British security firm’s compound in Kabul late November 28, officials said, with the attack claimed by the Taliban in the latest violence to target the Afghan capital. (Photo by NOORULLAH SHIRZADA / AFP)
/NOORULLAH SHIRZADA/AFP
Los talibanes mataron este viernes al jefe del servicio de comunicación del gobierno afgano cerca de una mezquita en Kabul, días después de amenazar con operaciones contra altos cargos en respuesta a la intensificación de los bombardeos.
El asesinato de una de las principales voces del gobierno se produce después de otro día de intensos combates en Afganistán, donde la guerra impacta Kabul por primera vez en meses.
También llega horas antes de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se reúna en Nueva York para abordar este conflicto.
“Desgraciadamente los brutales y salvajes terroristas cometieron un nuevo acto cobarde y mataron a un patriota afgano”, declaró tras la muerte de Dawa Khan Menapal el portavoz del ministerio de Interior, Mirwais Stanikzai, en un mensaje de WhatsApp a los medios.
Asesinado durante la oración del viernes, Menapal era popular en la estrecha comunidad mediática de Kabul, conocido por ridiculizar a los talibanes en las redes sociales, incluso mofándose de ellos.
El antiguo portavoz de la presidencia Sediq Sediqqi aseguró estar “profundamente impactado y devastado”. “Hemos perdido otra gran alma”, dijo.
Los talibanes reivindicaron el asesinato. Su portavoz Zabihullah Mujahid indicó en un mensaje a los medios que “fue asesinado en un ataque especial llevado a cabo por los muyahidines”.
El miércoles, los insurgentes habían prometido llevar a cabo nuevas operaciones de “represalia” contra altos funcionarios del gobierno tras haber atacado la residencia del ministro de Defensa, el general Bismillah Mohammadi.
El ministro salió ileso, pero ocho personas murieron.
Los talibanes no tardaron en cumplir su amenaza y demostrar, una vez más, que podían atacar la capital.
Las fuerzas afganas, al igual que el ejército estadounidense, han llevado a cabo múltiples ataques aéreos en los últimos días en un intento por detener el avance de los talibanes en varios centros urbanos importantes.
Desde mayo, los insurgentes se han apoderado de vastas zonas rurales y puestos fronterizos clave en un ataque relámpago lanzado a favor de la retirada de las fuerzas internacionales, que deberá completarse el 31 de agosto.
Después de encontrar poca resistencia en las zonas rurales, durante varios días han estado dirigiendo sus ofensivas sobre los grandes centros urbanos, rodeando varias capitales de provincia.
“No nos queda nada”
El gobierno sigue desplegando sus fuerzas aéreas contra las posiciones talibanas. El ministro de Defensa aseguró este viernes haber eliminado más de 400 insurgentes en las últimas 24 horas.
Ambos bandos suelen exagerar las bajas infligidas en batalla, en balances casi imposibles de verificar de forma independiente.
Aunque afirme estar causando daños importantes a los talibanes, el ejército debe evacuar a los ciudadanos de las capitales provinciales en las que ya han entrado sus adversarios.
Cientos de miles de civiles fueron forzados a huir en las últimas semanas.
Las redes sociales están llenas de vídeos mostrando los daños de los combates en la ciudad de Lashkar Gah (sur), con publicaciones que muestran una importante área comercial en llamas.
El grupo humanitario Acción contra el Hambre aseguró en un comunicado que sus oficinas fueron impactadas por un “ataque aéreo” en esa ciudad esta semana, aunque en su techo estaba señalizado que eran instalaciones de una oenegé.
En la ciudad occidental de Herat, un flujo continuo de residentes huía de sus casas anticipándose a un eventual ataque gubernamental contra las posiciones controladas por talibanes.
“Hemos evacuado por completo”, dijo Ahmad Zia, que vivía en la parte occidental de la tercera ciudad de Afganistán.
“No nos queda nada y no sabemos dónde ir”, añadió a la AFP.
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