Trump y el coco de la deportación

27 de Abril de 2024

Trump y el coco de la deportación

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El presidente de EU tiene tanto tiempo como quiera: puede ganar una guerra de desgaste si permanece en el 
poder y lo está utilizando a la vez contra México

Más allá de la discusión sobre la cantidad de personas que Donald Trump ha deportado durante su corta Presidencia, a nivel discursivo su estrategia repercute en la percepción. Puede ser que hasta ahora el expresidente Barack Obama sea el mandatario que ha deportado a más inmigrantes sin papeles, independientemente del ritmo que lleva Trump, sin embargo el ahora mandatario prometió durante su campaña una estancia de infierno para cualquier indocumentado en Estados Unidos.

›El discurso antinmigrante de Trump ha tenido diferentes consecuencias en contextos sociales y migratorios de Estados Unidos . Por una parte, el rampante racismo con el discurso de odio en contra de migrantes sobre todo, hispanos. Cada semana se viralizan diferentes videos que dan cuenta de las confrontaciones entre estadounidenses nativos e hispanos que se atreven a hablar en español en lugares públicos y es más común la publicación de videos retomados por medios de comunicación que reflejan la polarización, odio y xenofobia en el Estados Unidos de Trump.

Tras vivir años en las sombras, miles de migrantes se vieron empoderados con el “deportador en jefe”, Barack Obama. Un presidente demócrata reconocido por la cantidad de migrantes que deportó durante su Presidencia, pero que por otra parte peleó con los republicanos por el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) y otros programas que, sin ser una amnistía ni una reforma migratoria integral, pudieran brindar oportunidades de estancia en diferentes contextos a migrantes ilegales y a sus hijos.

Por motivos electorales o no, Obama sacó de las sombras a esos miles de migrantes que vivían con miedo y que ahora con Trump, han vuelto a esconderse de las cada vez más frecuentes redadas.

Pero con todo esto, hay un dato que refleja la realidad más allá del discurso y la percepción en la administración de Donald Trump: las detenciones del Servicio de Inmigración y Aduanas de su administración en 2017 equivalen a la mitad de los años pico del presidente Barack Obama, en 2010 y 2011.

Según los números, durante el primer mandato de Obama las detenciones de ICE alcanzaron más de 300 mil por año en el lapso referido. Las deportaciones, en otras palabras, superaron 200 mil en ambos años: el doble que en 2017.

Entonces, ¿por qué los números de deportación de Trump están por debajo del pico de Obama? Resistencia a nivel estatal y local. Por ejemplo, la participación en arrestos totales de ICE, en California, cayó de 23% en 2013 a 14% en 2017.

Las jurisdicciones locales estaban más inclinadas en rechazar las solicitudes de detención de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE). A nivel nacional, las solicitudes de retención en 2017 fueron rechazadas cuatro veces más que en 2016.

Además, los gobiernos locales y estatales se niegan a aplicar las órdenes ejecutivas de Trump en materia migratoria y fronteriza como ocurrió recientemente con la Guardia Nacional y la negativa de algunos estados como California.

Aunque los números no mienten, en efecto, las políticas de Trump están logrando sus objetivos: atemorizan a inmigrantes indocumentados y aumentan los riesgos de deportación.

El temor a ser arrestado y deportado también parece desanimar a algunos inmigrantes a denunciar delitos. Pero entre los estados republicanos que abrazan su política, las ciudades santuario que se niegan a aplicarla, la política migratoria de Estados Unidos se dirige en dos direcciones diametralmente opuestas con diferentes resultados y en diferentes geografías.

Donald Trump tiene tanto tiempo como quiera: puede ganar una guerra de desgaste si permanece en el poder y lo utiliza a la vez contra México.

Ante la amenaza que permanece con la deportación de miles de suscritos al programa DACA, los cientos de familiares que están siendo separados por deportaciones y otras consecuencias migratorias, periódicos como El País, de España, han consignado el drama silencioso, alejado de los focos, pero que ha acabado por estallarle a Trump por su afán de utilizar al Partido Demócrata en su cruzada contra la inmigración irregular.

La separación de cientos de familias de inmigrantes indocumentados en la frontera se ha convertido en una nueva tormenta política para el presidente estadounidense. Los reproches a Trump se han avivado tras saberse que, a finales de 2017, su gobierno perdió la pista de casi mil 500 menores indocumentados que fueron entregados a familias de acogida tras llegar solos a Estados Unidos. Para muchos simboliza el desdén y demonización de la inmigración por parte del republicano.

›La preocupante falta de interés e información de los candidatos deja abierta la pregunta sobre la estrategia que podría seguir México a corto plazo, no ante las amenazas, sino las realidades de deportes y migrantes que toman su paso por México para llegar a Estados Unidos.

Desde hace años, México ha realizado el trabajo sucio que Estados Unidos le pide con Centroamérica a cambio de mantener la relación.

Como parte de una estrategia Plan Fronterizo Sur, implementada en 2014, México ha desplegado agentes de migración, soldados, infantes de marina y policías locales para crear una zona de contención en el estado de Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala, según el portal de noticias NPR.

Mediante este plan se ha deportado a más de 500 mil centroamericanos desde su inicio, incluidas casi 82 mil personas en 2017.

Desde 2015, México anualmente ha deportado a más centroamericanos que Estados Unidos. Sin embargo y al igual que ocurre con el vecino del norte, la violación de derechos humanos y abusos de autoridades contra migrantes son una constante también en nuestro país.

Ante las crisis migratorias en el norte y el sur de la república mexicana, el flojo posicionamiento y poca claridad de las políticas públicas que México debería tomar para atender la situación que se vive y se puede agravar en ambas fronteras en el corto plazo, sumada a la estrategia de relación con los Estados Unidos, preocupa la baja atención que entre otros temas, se le ha dado a la confrontación migratoria que silenciosa, pero sólidamente, avanza en la agenda entre ambos países.