Un cártel colombiano pelea el Istmo

9 de Mayo de 2024

Un cártel colombiano pelea el Istmo

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Intentan tomar una ruta estratégica de trasiego de drogas

Por primera vez en la historia en México, narcotraficantes colombianos intentan tomar una ruta estratégica de trasiego de drogas, el Istmo de Tehuantepec

REDACCIÓN

Las autoridades aún no han podido definir el número de personas que integran esta estructura criminal, pero han confirmado su capacidad por las operaciones que ha realizado en más de dos años, que están bien organizados, con entrenamiento tipo militar y equipo que les permite capacidad de fuego y movilidad por la región, para pelear contra la organización de Los Zetas por toda la franja istmeña.

Los primeros informes de inteligencia revelan que este grupo tiene vínculos con organizaciones en Colombia y es la conexión del tráfico de cocaína con Centroamérica. Dominan la ruta del mar, por el Pacífico, en la entrada al Golfo de Tehuantepec, y con movilidad terrestre y aérea desde Honduras, y con conexiones hacia el norte del país hasta Estados Unidos y Europa, a donde trasladan no sólo el polvo blanco, sino también heroína y marihuana que se cultiva en la zona de Oaxaca.

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Aunque en Oaxaca, desde 2008, se han identificado tres zonas conflictivas: Tuxtepec, la Costa (por su cercanía con Guerrero), y la región del Istmo, el año pasado las oficinas de inteligencia mexicanas identificaron patrones distintos de comportamiento en el crimen organizado, el más notable fue que como parte de la guerra entre cárteles, uno de los bandos comenzó a torturar y desollar vivos a sus enemigos, fue allí donde encontraron la primera firma colombiana.

En el Istmo de Tehuantepec, en toda la franja y en los cuatro estados que lo integran -Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Tabasco-, se vive una guerra cada vez más sorda y entreverada con la presencia de caciques y conflictos sociales y culturales, que generan confusión sobre lo que ocurre en la zona.

No todos los asesinatos se registran en los medios de comunicación, porque lo prohíben los grupos criminales, y tampoco todos los delitos se denuncian y forman parte de las estadísticas oficiales, pero pequeños y medianos empresarios, pobladores y líderes sociales aseguran que existe una crisis de seguridad en la zona.

Los secuestros, extorsiones, asesinatos, cobro de derecho de piso, robos, tomas ilegales de ductos y poliductos de Pemex, ataques a migrantes y despojo de tierras por grupos criminales son constantes, y se extienden en mayor o menor medida a lo largo de los 97 municipios que integran el Istmo.

Para la Unión Campesina Oaxaqueña (UCO), la violencia en la región muchas veces se confunde entre la que ejercen los grupos criminales y los caciques regionales, quienes también tienen control territorial, económico, político y social. Y es que en la entidad, de 2008 a 2015, fueron asesinados por lo menos 25 líderes comunitarios.

Por eso hay marchas, bloqueos, por eso la gente se arma y se pone en pie de lucha. Aquí ya no se sabe quiénes son criminales y quién es gobierno, no se sabe porque son lo mismo, no hay en quién confiar y, por lo mismo, nadie nos protege❞,

explicó uno de los integrantes de la UCO, que pidió omitir su nombre.

Por ahora, no se ha diseñado una estrategia para atender este fenómeno, a pesar de que toda la región istmeña es vital en la economía del país, no sólo por ser el cruce más corto entre los dos mares, el Pacífico y el Golfo de México; sino también por su riqueza mineral, petrolera y ganadera, y ser una ruta comercial de conexión de productos de alto valor estratégico, y en donde se comenzó la inversión paulatina de más de 14 mil 319 millones de dólares. “Parece que en este país hay gente que por no tener recursos, por ser humilde, estamos peleados con la seguridad, y no merecemos ser beneficiarios de eso”, dijo el integrante de la UCO.

La descomposición

En los acuerdos adoptados en los años ochenta por los capos de la droga, Oaxaca y especialmente el Istmo de Tehuantepec quedó a cargo de la familia Díaz Parada, nativos de San Pedro Totolápam, Oaxaca. Como líder quedó el mayor de los hermanos, de nombre Pedro, a quien algunos identificaban como “El Cacique Oaxaqueño” y quien había comenzado como burrero llevando marihuana a Estados Unidos. Sus padres Pedro Díaz y Valeriana Parada, junto con sus otros hijos Jesús, Domingo y Eugenio sembraban marihuana a poca escala en sus tierras.

Muy rápido el poder de la familia creció y se extendió desde sus terrenos hasta el Istmo, incluyendo municipios de Chiapas, hasta convertirse en el Cártel de Oaxaca o del Istmo.

El pacto que organizó Miguel Ángel Félix Gallardo, en la década de los ochenta, y que definió territorios y rutas, establecía que el Istmo sería un punto de paso para todas los cárteles formados entonces: Juárez, Tijuana, Sinaloa, Guadalajara y Golfo. Bajo esa figura respetarían el cruce, no podría “calentarse” la zona y el control sería para los Díaz Parada.

El acuerdo se respetó durante más de dos décadas. El Cártel del Istmo mantuvo el control y la paz a través del arraigo con los pobladores, del terror con sus enemigos y de la vinculación con políticos y funcionarios de seguridad municipal, estatal y federal.

Controlaban entonces la producción de marihuana y la vendía a las organizaciones más grandes.

Conforme extendió su capacidad logró crecer sus sembradíos y negociar la ruta desde Guatemala, en donde se vinculó con grupos locales tomó presencia en Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán; y hacia el norte por Puebla hasta Durango y Chihuahua, para luego llegar a Estados Unidos, gracias a su buena relación con el resto de las organizaciones.

Pedro Díaz Parada es definido por las autoridades como un hombre sanguinario e inteligente, quien logró construir una estructura poderosa asociándose con organizaciones en México, Centroamérica y de Colombia. Fue hasta finales de los años noventa, cuando se les consideró como un cártel, pero ya entonces estaba al nivel de los cárteles de Sinaloa, Jalisco o del Milenio.

En los años noventa, de acuerdo con los informes internos, llegaron a Michoacán y Oaxaca células de los cárteles colombianos para asociarse directamente con los grupos que operaban en esos estados, por un lado los Valencia y por el otro los Díaz Parada. Esos puntos resultaban clave para el puente que los cárteles colombianos, especialmente el del Norte del Valle, habían construido desde su país, cruzando Centroamérica.

Desde entonces las lanchas rápidas se trasladaban desde Guatemala o desde altamar, donde recogían la cocaína lanzada por avionetas o barcos a Oaxaca a la zona Golfo del Istmo: Salina Cruz, San Mateo del Mar, Juchitán, San Dionisio del Mar, San Francisco del Mar, en donde existen una serie de cuevas que sirven para esconder la droga. En ese punto se almacenaba y se preparaba para continuar el trayecto, ya sea por mar o tierra. Toda esta operación en territorio oaxaqueño la controlaban, desde entonces, los colombianos, pequeñas células que se asociaron con los Díaz Parada. La marihuana que se siembra en la zona es catalogada de alto valor en el mercado y a ese cultivo se sumó años después la amapola. El mercado se extendió a Europa, por lo que la salida al Golfo de México fue vital para los grupos criminales.

La operación continuó sin problemas hasta el 2005, cuando comenzaron a llegar las primeras células de Los Zetas, que pretendían apoderarse del territorio. Ya tenían presencia en Veracruz, pero intentaban apoderarse de la ruta hasta el Golfo de Tehuantepec. Los Díaz Parada lograron resistir los embates hasta 2007, cuando fue detenido su líder Pedro, a partir de entonces la lucha creció.

Franja estratégica

El Istmo de Tehuantepec es la zona más estrecha del país y al mismo tiempo una de las más ricas y con mayor potencial de desarrollo. Su biodiversidad, su tierra fértil, su pesca lacustre y marítima, sus productos minerales, su potencial en la generación de energía eólica, sus tres instalaciones petroleras, sus dos puertos (Salina Cruz y Coatzacoalcos), su atractivo turístico y, sobre todo, su rápida conexión entre dos océanos, todo en una superficie menor a 4 millones de hectáreas, hacen de la región un lugar muy codiciado.

Desde épocas prehispánicas el Istmo se consolidó como un lugar de tránsito y como un puente comercial con Centroamérica y Cuba. En el siglo XIX la construcción del ferrocarril que conecta Coatzacoalcos con Salina Cruz y más tarde, a mediados del siglo XX, la terminación de la carretera Panamericana y la Transístmica, que lleva de un océano a otro, conectando a dos puertos en cerca de cuatro horas, convirtió a la región en un punto estratégico comercial y un polo de desarrollo.

Su tierra es altamente fértil, en la que se cosecha café, plátano, caña, coco, arroz, piña, principalmente; así como maderas preciosas y tiene una alta producción ganadera. La minería ha crecido en Oaxaca desde 2010 como en ningún otro estado -aunque no alcanza los niveles de producción que Sonora, Zacatecas o Durango-, y ya alcanza el sexto lugar en plata, y sólo en el Istmo se explota oro, cobre, plomo, zinc y fierro.

Desde 2011 la activación económica con el Corredor Industrial Interoceánico del Istmo de Tehuantepec se echó a andar. Se iniciaron obras con una inversión de 10 mil millones de dólares para la refinería “Antonio Dovalí Jaime”, en Salina Cruz, para la ampliación de la red de gasoductos y la reconfiguración de las instalaciones. Se invertirá también en mil 600 generadores eólicos más, con un gasto de 4 mil 319 millones de pesos.

También se iniciaron los trabajos para construir una miniciudad cerca de las instalaciones petroleras denominada Polígono 14, con viviendas, escuelas, hospital, panteón municipal, edificios corporativos, espacios deportivos y culturales, para la que hasta el momento se han destinado $220 millones de pesos.

Y en conexiones carreteras se erogaron $13 millones 532 mil pesos, para la carretera que une a Oaxaca con Chiapas y para extender la supercarretera. Se invertirán además 115 mil millones para la primera etapa de construcción del aeropuerto de Ciudad Ixtepec. Por todo esto y su posición geográfica han provocado un incremento presencia de grupos criminales y una mayor tensión por la lucha del control territorial, y con ellos los secuestros, extorsiones y cobro de derecho de piso, para obtener dinero rápido y que les permita operar.

Guerra en el Istmo

La presencia de Los Zetas en la zona de Veracruz, Tabasco y Oaxaca generó una violencia nunca antes vista entre 2008 y 2012, asesinatos y secuestros se volvieron cotidianos. Su intromisión en la zona también modificó los patrones de conducta de los grupos criminales, porque se comenzaron a cobrar el derecho de piso, extorsionar a pequeños empresarios, el robo de ganado y de hidrocarburos.

Los Diaz Parada, que mantenían la hegemonía en el lugar, no sólo sufrieron la captura de Pedro, poco antes ocurrió la muerte de su hermano Eugenio y después el secuestro de Jesús, por lo que quedó al frente Domingo y sus sobrinos.

Pero en octubre de 2013, la Procuraduría General de la República detuvo a tres de los sobrinos de Pedro Díaz Parada: Mario, Abraham y Luis, todos de apellido Díaz Pantoja, el último diputado plurinominal local recién electo del Partido Nueva Alianza (Panal) y antes presidente municipal por el PRD. Todos acusados de pertenecer al Cártel del Istmo.

Estos embates le restaron capacidad, y los hicieron más visibles, por lo que la pelea territorial creció y se extendió entre grupos locales que antes la familia de los Díaz Parada habían mantenido bajo control.

Por ejemplo, informes de inteligencia señalan que los hermanos Emmanuel, Rosalino y Juan Terán Regalado, que son empresarios, sostiene una disputa en Juchitán contra los también hermanos y empresarios Carlos, Tomás, Cecilia y Manuel Gómez García. Lo que parecen disputas familiares en realidad son peleas por el control de operaciones criminales. Sólo en Juchitán los medios locales contabilizan 250 asesinatos en cinco meses.

Cuando los colombianos vieron sus operaciones de tráfico de drogas amenazadas, señalan los informes de las autoridades, comenzaron a defenderse y poco después definieron su plan de acción: se aliaron con grupos locales, al parecer uno de ellos son los Terán Regalado, y con socios más grandes, como el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), que ya tiene presencia en esta pelea, reconoció en mayo pasado el secretario de Seguridad Pública de Oaxaca, Jorge Alberto Ruiz.

Los colombianos y sus aliados se reforzaron así en número y equipo, y decidieron no sólo mantener el territorio de la cuenca que ya tenían, sino extenderse y derrotar a Los Zetas.

La investigaciones de inteligencia revelan que tienen entrenamiento tipo militar, cuentan con un arsenal de gran capacidad de fuego, y con el apoyo de organizaciones locales han tenido un mayor movilidad por el Istmo.

Además, ampliaron sus operaciones al secuestro y extorsiones de pequeños empresarios y ganaderos, y al cobro de derecho de piso a industrias.

“Son grupos criminales los que cobran cuotas, andan robando y hostigando a los campesinos”, narró un afectado.

Incluso exigen ahora el pago con ganado, lo que ha propiciado que el 30% de esos empresarios se marchen del Istmo. También se da el despojo de tierras, loque obliga a huir en silencio a los propietarios. A Los Zetas y a los pobladores que identifican como sus aliados, el cártel de los colombianos los matan, pero antes los torturan para tener información de sus enemigos. El desollar a sus víctimas, de acuerdo a los informes, es parte de infundir terror en la zona y evitar el apoyo a Los Zetas por parte de grupos locales.

Colombianos visibles

En los últimos años células colombianas sólo habían sido visibles en las principales ciudades del país, pero por robos y asesinatos por contrato.

Con una fachada de ricos, a bordo de autos lujosos o utilizando mujeres bellas como anzuelos, y herramientas sofisticadas para “volar” cerraduras e identificar los lugares en los que se encuentra la joyería, bandas de colombianos han logrado asestar golpes en el robo a casa habitación de condominios y zonas residenciales de Oaxaca.

Sólo una célula de seis integrantes fue ligada con al menos 22 robos, principalmente en el complejo residencial de la Herradura, en Oaxaca, utilizando un equipo francés para “hinchar” las chapas hasta hacerlas estallar, y detector de metales para ubicar las cajas fuertes.

Los colombianos también se han visto involucrados en venta de droga, sobre todo en la región de la Costa, en robos a transporte público, y la clonación de tarjetas y fraudes. Pero no se tenía registro de que pretendieran apoderarse de una franja del territorio mexicano.

Riesgos y caos

Otro de los síntomas que alertó a las autoridades, especialmente de Estados Unidos, fue el incremento de tráfico de armas en la región, que estaría alimentando a los grupos criminales principalmente desde Centroamérica y desde Estados Unidos.

Para el tráfico de armas se utiliza la misma ruta que los migrantes, quienes son utilizados como burreros o los secuestran para convertirse en sicarios. Por eso el cruce por Istmo es considerado uno de los más peligrosos para quienes intentan llegar a Estados Unidos desde Centroamérica.

Por la alta conflictividad de la región, los crímenes se disfrazan para no llamar la atención de las autoridades federales y al mismo tiempo generar confusión, considera un investigador. En abril, por ejemplo, fueron asesinados cinco jóvenes de quien entonces se dijo murieron por invadir un terreno, pero en realidad se trataba de un ataque contra la familia Terán.

De acuerdo con información de inteligencia elaborada por oficinas federales, algunas organizaciones sociales, por ejemplo, son señaladas por sus nexos con los grupos criminales, como el caso del Sindicato Libertad, al que vinculan con el cártel del Istmo y cuyo líder fue asesinado recientemente.

La escueta información de inteligencia sobre este tema no atribuyen a algún grupo en disputa los asesinatos en la región de líderes sociales, políticos y funcionarios, pero establece que estos se cometen por su complicidad con los criminales y para desarticular las estructuras sociales e institucionales.

Para los empresarios, como por ejemplo Orlando Hernández Montes, dirigente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción de Oaxaca, declaró hace dos meses que “los istmeños están en mayor desventaja para su desarrollo, porque ahora tienen que cuidarse de tres enemigos: de los grupos radicales que con banderas supuestamente sociales se oponen al desarrollo, de los sindicatos que han encontrado su modus vivendi extorsionando a empresarios de la zona, y de los grupos criminales”.

Lo cierto es que la guerra del Istmo ha tenido como saldo familias desplazadas, desaparición de personas, ataques en las calles que provocan la muerte de menores y vecinos del lugar como daños colaterales.

El problema es grave y aunque se incrementó el número de agentes en los puntos más críticos como Juchitán, no sirvió de nada; en abril pasado las agrupaciones empresariales más fuertes de Oaxaca exigieron al Estado blindar el Istmo de Tehuantepec “antes de que sea demasiado tarde”.

Benjamín Hernández, presidente estatal de la Confederación Patronal de la República Mexicana; su similar José Luis Calvo Ziga, del Consejo Nacional de Comercio Exterior; así como Hernández Montes y Onésimo Bravo, líder de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados, exigieron lo que denominaron una “estrategia de seguridad amplia, inmediata, eficaz, sólida, permanente, inteligente y de real coordinación entre los gobiernos federal, estatal y municipal”.

No implementarla, expusieron, “pondría en riesgo la economía de la región y las inversiones futuras comprometidas, más de cinco mil millones de dólares, para su desarrollo como Zona Económica Especial”.

Estamos ante un tema muy grave que no admite simulaciones, y de continuar la tendencia de secuestros y asesinados, lo mejor es que los contribuyentes suspendamos el pago de impuestos federales y estatales❞, advirtieron los líderes.

Conexiones

En septiembre del año pasado, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) incluyó en un reporte que se había registrado un aumento de la presencia de grupos criminales en México, especialmente en el centro y sur del país.

Al referirse al sur del territorio, la agencia estadounidense ubica a los cárteles de Sinaloa, del Golfo, Caballeros Templarios, Beltrán Leyva y Los Zetas, aunque “ningún grupo domina la ‘plaza’, sí es notoria su presencia en varios estados de la República Mexicana, principalmente en el Sur, con Oaxaca, Guerrero y Chiapas”.

En el documento, elaborado por la Sección de Inteligencia Estratégica de la DEA, al referirse a Oaxaca y Chiapas se sostiene que hay “una significativa y creciente presencia” de grupos criminales. Algo similar ocurre en Durango, Quintana Roo, Distrito Federal, Sonora y Aguascalientes.

Fueron estos datos lo que motivaron un análisis más profundo en torno a lo que ocurría en el sureste y, con el apoyo de oficinas de inteligencia mexicanas, se elaboró un reporte en el que se confirma la presencia de una organización colombiana disputando el territorio.

En esta guerra también se pelea el área de producción de marihuana y amapola de la región. De acuerdo con el Monitoreo de Cultivos de Amapola 2014-2015, Oaxaca y Chiapas están entre los nueve estados donde se siembra con mayor incidencia este enervante en el país, que tiene un alto valor en Europa.

Posición estratégica

El Istmo de Tehuantepec comprende:

  • 4 estados del país: Oaxaca, Veracruz, Chiapas y Tabasco
  • 97 municipios
  • 4 millones de hectáreas
  • 3 millones de habitantes
  • 750 mil son indígenas

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