Un feliz centenario

28 de Abril de 2024

Un feliz centenario

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José Vasconcelos, impulsor de la Secretaría de Educación, veía la necesidad de “federalizar” el sistema educativo, que entonces se refería a la generación de una política para la educación, cultura e identidad nacional

Nuestra Secretaría de Educación Pública (SEP) cumplió 100 años de existencia formal el 3 de octubre pasado. Continuamente se resaltan sus insuficiencias y oportunidades, pero ahora toca celebrar sus éxitos durante todo ese periodo. Y digo que es nuestra porque es una institución pública, pero también porque nos consideramos parte de ella muchos de quienes participamos de la tarea educativa, independientemente de nuestro papel específico, del tipo de relación que guardemos con esa instancia o de quienes estén al frente de ella.

centenario SEP

Crear una dependencia federal fue una decisión mayúscula de política educativa. José Vasconcelos, su impulsor, veía la necesidad de “federalizar” el sistema educativo, que entonces se refería a la generación de una sola política nacional para impulsar la educación, la cultura y la identidad nacional entre todos los sectores de la población. Tener una instancia educativa federal en aquellos años era una idea novedosa. Cabe recordar que, por ejemplo, los Estados Unidos de América crearon su Departamento de Educación federal hasta 1979 y que Canadá a la fecha no cuenta con una instancia similar.

La SEP ha sido encabezada en diversos momentos por intelectuales, políticos y técnicos de muy variado perfil, que en no pocas ocasiones llevaron a cabo acciones que trajeron grandes beneficios y pusieron a nuestro país como referente internacional. Hay acciones que han pasado la prueba de la historia y hoy tienen un reconocimiento amplio. Entre ellas están las Misiones Culturales de Vasconcelos, que llevaron la educación a comunidades apartadas, además de su ambicioso programa de alfabetización. Moisés Sáenz creó e impulsó el Sistema de Segunda Enseñanza, que hoy conocemos como educación secundaria. Los secretarios Gonzalo Vázquez, Fernando Solana y Manuel Bartlett impulsaron a la educación tecnológica con la creación de instituciones como el Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Colegio Nacional de Educación Técnica Profesional (Conalep) y las universidades tecnológicas, respectivamente. José Ángel Ceniceros inició un periodo de expansión acelerada del sistema educativo que se prolongaría por varias décadas.

Con Jaime Torres Bodet, la SEP se dio a la tarea de elaborar y distribuir libros de texto gratuitos a todos los estudiantes del país, además de trazar el Plan de Once Años que guiaría a la educación nacional durante todo ese tiempo. Agustín Yáñez creó las telesecundarias como opción educativa para zonas aisladas. Víctor Bravo Ahuja fundó instituciones de educación básica, media superior y superior con modelos pedagógicos alternativos. Jesús Reyes Heroles profesionalizó a la formación docente, en tanto que Ernesto Zedillo descentralizó el sistema para hacer a los estados corresponsables de los servicios educativos. Miguel Limón Rojas dio inicio al Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), que distribuyó transferencias a familias de bajos recursos, condicionadas a que los estudiantes asistieran a la escuela y a los servicios de salud. Josefina Vázquez Mota inició el programa de Escuelas de Tiempo Completo y llevó a cabo reformas que impulsaron la calidad y pertinencia de la educación media superior.

La gran mayoría de estas acciones fueron conocidas, reconocidas y adoptadas por otros países, y han contribuido a que nuestro país sea un referente para los sistemas educativos de América Latina.

También hay que hablar de quienes aportan desde otras posiciones de la estructura de la SEP. Ahí han laborado miles de mujeres y hombres de indudable solidez técnica y profesional en las áreas responsables del diseño curricular, elaboración de materiales, apoyo a la gestión escolar, planeación, evaluación, acreditación y demás. Muchísimos de ellos con calidad comparable a la que se encuentra en oficinas similares de los países más desarrollados del planeta. Son quienes han complementado las grandes ideas con los elementos pedagógicos, técnicos y operativos que las convirtieron en acciones eficaces para las escuelas del país.

Y qué decir del edificio sede. En donde alguna vez hubo conventos, cuarteles, aduanas, capillas y oficinas diversas, hoy tenemos un lugar que inspira respeto y emoción. A ello abonan los murales de Rivera, Siqueiros y Montenegro; las esculturas de maestros mexicanos insignes que vigilan sus pasillos; la estatua de Benito Juárez como guía de la niñez; y los bajorrelieves monumentales que nos recuerdan la herencia de las culturas azteca, española, griega y oriental, entre muchas otras presencias simbólicas.

Como principal cimiento y fortaleza, hemos contado con millones de docentes que han contribuido desde el aula, al frente de un plantel, o bien como parte del equipo de una zona escolar o un sector.

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Y aunque desde hace casi tres décadas la mayoría de ellos depende administrativamente de los estados y no de SEP, son quienes permiten explicar cómo logra mantenerse vital un sistema con tantos cambios de dirección y con tan distintos criterios en la toma de decisiones. Son el rostro cotidiano de nuestra educación pública a lo largo y ancho del territorio, y les toca lidiar con las virtudes y defectos de programas federales y estatales que deben traducir en acciones, aunque con frecuencia también deben compensar sus deficiencias. Sin duda el sistema es viable y mantiene continuidad gracias al esfuerzo de cada uno de ellos.

›En 100 años hemos avanzado mucho y debemos enorgullecernos de ello. Sin ignorar las carencias y retos que se han presentado en el camino, y aquellas a las que hoy nos enfrentamos, de pronto tenemos que recordar nuestras fortalezas para valorarlas y utilizarlas como punto de apoyo en la construcción de lo que viene. Es la SEP que ha tenido tiempos de grandeza, y que queremos que los vuelva a tener.

Tiempos extra

Hubiera querido una celebración sensiblemente mejor. ¿Ideas?: dar un impulso extraordinario a los temas que justificaron su creación y que aún siguen pendientes, como el analfabetismo y la cobertura universal de la educación básica; declarar a 2021 el Año de la Educación Pública; honrar la vocación intelectual, latinoamericana y universal de sus fundadores para reunir a los más connotados intelectuales del hemisferio y del planeta; reflexionar en torno a la orientación de los sistemas educativos a la luz de la experiencia en la contingencia sanitaria; repensar contenidos y formatos de la educación para una vida plena; incorporar a docentes, alumnos y familias en actividades tendientes a valorar y fortalecer cada vez más a nuestro sistema educativo, nuestra identidad y nuestro país. Ya será.