Ministros de Culto y Asociaciones Religiosas siguen sin entender que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ponderó la semana pasada los derechos a decidir, a la dignidad humana, a la autonomía reproductiva, al libre desarrollo de la personalidad, a la salud, al de igualdad y a la no discriminación para que el de aborto dejara de ser un “delito” del orden federal en nuestro país.
La lectura que dan líderes religiosos, por fortuna no todos, a partir de la decisión de la Corte para que el Congreso de la Unión elimine las leyes que criminalizan la interrupción voluntaria del embarazo, es que se va a desatar en México una masacre tipo Rey Herodes, y consideran además que habrá una especia de obligatoriedad para que el aborto sea considerado forzosamente como un método de control natal.
Un buen número de líderes católicos y evangélicos creen no sólo espiritual sino terrenalmente que a mayor permisibilidad legal para practicar abortos se incrementará el libertinaje sexual y los hospitales no se darán abasto para atender tantos legrados como embarazos hay diariamente en los hospitales públicos y privados. Consideran que encarcelando a las que cometen ese “crimen” otras escarmentarán y sólo habrá nacimientos dentro del sagrado vínculo matrimonial.
Muy pocas personas de las que asisten a servicios religiosos con regularidad estarían a favor de un aborto, no al menos como una manera de eliminar errores o deseos non gratos, pero muchas están de acuerdo en que encarcelar a las que deciden hacerlo no es la manera más adecuada de mitigar el fenómeno.
Según datos del programa de Interrupción Legal del Embarazo que existe desde hace 16 años en la Ciudad de México, se han practicado casi 182 mil abortos legales a igual número de capitalinas. Es la CDMX una ciudad “vanguardista”, donde más del 75% de la población se dice “católica”. En sentido opuesto 545 mujeres han llegado aquí procedentes de Guanajuato, una entidad considerada como “conservadora”, para igual procedimiento. El 85% de los guanajuatenses se dicen “católicos”.
En ambas entidades la condena al aborto por parte de Ministros de Culto ha sido constante de parte de los actores religiosos y políticos. Sin embargo, el activismo a favor de la no criminalización existe y los sacerdotes y pastores han dado nula atención a los reclamos de igualdad genérica, pues cuentan dentro de sus feligresías a varones que han cometido adulterio, abuso o acoso sexual, entre otros pecados y delitos, y que las sanciones van desde una penitencia (disciplina eclesial) hasta una expulsión, sin que la autoridad civil tenga conocimiento, pasando por la omisión y negación de tales actos.
Serán los Congresos locales las responsables de modificar sus Códigos Penales, para que las gestantes que deseen ser atendidas por un embarazo no deseado en cualquier hospital del sector salud no lleguen a enfrentar una acusación penal. Y serán los pastores, sacerdotes y otros líderes religiosos los que en lugar de revictimizar a sus integrantes lleven a cabo programas de salud sexual, empezando con sus liderazgos.
PALABRA DE HONOR:
No causa asombro que el actor Eduardo Verástegui, dirigente de un poderoso grupo de militantes de extrema derecha, quiera ser candidato a la Presidencia de la República. Lo que sí espanta es que haya Ministros de Culto (pastores) que sean sus seguidores en plena era de la inteligencia artificial.