Zona Cero | Ser indígena y morir en tiempos de Covid-19

16 de Mayo de 2024

Zona Cero | Ser indígena y morir en tiempos de Covid-19

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Los habitantes originarios de la Amazonía exigen respeto a su cultura en políticas anticovid

Lucita es menuda, de cabello negro hasta los hombros y la mirada la mantiene fija al suelo. La joven sanoma (subgrupo yanomami) se enjuga las lágrimas mientras describe en su lengua su limbo emocional.

“Fui directo al hospital con mi hijo (...). La última información que recibí es que murió. Nunca más lo vi”, cuenta con una voz suave, rítmica, filtrada por una mascarilla que sólo deja descubiertos sus ojos, casi cerrados.

No poder realizar el luto con la comunidad “es una falta de respeto, que va a afectar mucho psicológicamente a la madre”, explica Junior Yanomami, presidente del Consejo de Salud Indígena Yanomami.

“Quiero llevar el cuerpo de mi hijo a mi aldea (...), necesitamos llorar juntos”, dijo Lucita a la agencia AFP a través de un intérprete.

Es así que la Covid-19 coloca a los indígenas de la Amazonía brasileña ante la encrucijada de permanecer en la aldea, con pocos recursos médicos, o ir a la ciudad arriesgándose al contagio y al desarraigo cultural de no poder celebrar un necesario ritual fúnebre.

Lucita Sanoma, relata la agencia AFP, vivió esta violencia en los huesos el 25 de mayo, cuando su bebé de dos meses falleció y fue enterrado con sospecha de coronavirus en Boa Vista, a más de 300 kilómetros de su hogar, sin que ella estuviera al tanto.

El entierro inmediato, adoptado en Brasil como medida sanitaria en casos confirmados o bajo sospecha de Covid-19, contraría la cultura yanomami, cuyo ritual fúnebre es comunitario y transcurre en varias etapas durante meses y años.

De acuerdo a la tradición, el cuerpo se deja dos semanas en el bosque. Después, los huesos son cremados y las cenizas se guardan en una urna, que mucho tiempo después será enterrada.

Las autoridades “tienen que entender y respetar la cuestión cultural”, afirmó el líder indígena Mauricio Yekuana, en referencia a Lucita y otras tres madres confrontadas al mismo drama.

Lucita volvió a su aldea en la región de Auaris, en la cabecera noroeste de Brasil. El cuerpo de su hijo sigue en una tumba sin lápida en un cementerio de Boa Vista, hasta que la justicia decida si podrá regresar a casa para que sus familiares puedan velarlo y superar el luto.

Para Mauricio Yekuana, esas situaciones resultan de políticas sanitarias que desconsideran la perspectiva indígena. “El gobierno quiere imponer y obligar a los indígenas a escuchar lo que quiere hacer” y “los usa para hacer propaganda”, dijo a la agencia de noticias francesa.

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