#ZonaCero | “De aquí no sale mi mamá”
Primero dudaron de la existencia del coronavirus, pero ahora que doña Andreíta contrajo la enfermedad, las hijas no quieren llevarla al hospital por temor a lo que digan los vecinos

El 15 de abril, doña Andreíta, como le dicen de cariño, cumplió 93 años. En la familia Sainz Rojas no son dados a las celebraciones, pero esta vez la pandemia por Covid-19 apagó cualquier intención de festejar a la madre de una decena de descendientes, siete mujeres y tres varones, así como abuela de 23 nietos.
Son tres las hijas, y sus respectivas familias, que viven con la nonagenaria vecina de la colonia Chalma de Guadalupe, en la alcaldía Gustavo A. Madero. Pero, a tres meses del primer contagio confirmado del nuevo coronavirus en el país, poca atención ha prestado la familia de doña Andrea por acatar las recomendaciones de confinamiento y sana distancia.
“Si en verdad estuviera (la pandemia) como dicen, yo creo que ya nos hubiera dado”, soltó Patricia, una de las tres hijas, a finales de mayo. Pero hace unos días las cosas cambiaron. Andreíta, quien pese a su avanzada edad y de padecer diabetes e hipertensión, mantiene una mente lúcida y camina por sí sola, ya no se ha podido levantar de la cama.
Las temperaturas de 38 a 39 grados, la aguda tos que le impide hablar, la dificultad para respirar y el malestar en general la han postrado. Lo crítico de su situación provocó que la familia decidiera llamar a su médico de cabecera, pero tras acudir y revisar a la anciana, su diagnóstico no fue del agrado de los residentes.
Diagnóstico
“La señora debe acudir a un hospital, está grave y presenta la sintomatología de padecer Covid”, refirió el doctor, quien recibió la incrédula respuesta de alguien que pareciera que poco o nada se ha informado respecto al avance de la pandemia: “No puede ser, porque ella no sale. No, de aquí no sale mi mamá, imagínate, qué van a decir”, argumentó María, otra de las hijas de la casa, preocupada por el decir de los vecinos.
Todos en la casa Sainz Rojas han salido y continuado sus actividades de manera regular, pero contradictoriamente el temor generalizado “a que nos lleve la Guardia Nacional”, les impide reconocer que bien cualquiera de los nueve habitantes de la casa pudo haberse contagiado y llevado el virus a doña Andrea. Dos días han pasado desde que la abuela presentó síntomas, los mismos que ahora padecen cuatro de los nueve familiares que viven con ella.