#ZonaCero | El estresante oficio de paramédico

20 de Abril de 2024

#ZonaCero | El estresante oficio de paramédico

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Los llamados de emergencia se multiplicaron en la Ciudad de México con la pandemia por Covid-19, y los trabajos de asistencia se complican por el temor a un contagio

Al caer la noche, un grupo de paramédicos está alerta a las llamadas de auxilio de enfermos de Covid-19 cerca de Ciudad de México. Pero no es lo único. Les esperan situaciones de muerte y violencia que estremecen sus jornadas.

Un mensaje de WhatsApp activa a Jorge Lino, de 52 años, y a Hugo Cruz, de 40, que acuden al llamado de una familia en Nezahualcóyotl, uno de los municipios más afectados por la pandemia con 602 muertes y 3.617 contagios.

Jorge, con tres décadas de experiencia, ingresa a la vivienda donde una anciana rodeada de imágenes religiosas yace en la cama.

Con voz serena confirma lo que sus familiares temían: está muerta. Diabética, la mujer tenía síntomas del nuevo coronavirus. De los 29 mil 189 fallecidos por Covid-19 en México, unos 10 mil 500 lidiaban con la diabetes, según cifras oficiales.

Afligida, la familia le pide a Jorge revisar al anciano padre, aislado en otra habitación con fiebre, dificultades para respirar e incapacidad de movimiento.

Por la premura con que salió, el camillero sólo porta tapabocas y guantes. Pero aun así se sienta al borde de la cama para reanimarlo.

Jorge cuenta que su vocación de servicio floreció en la niñez. “Fui socorrista, rescatista, paramédico, operador de vehículos de emergencia, todo para acompañar a la gente en los momentos más críticos”, dice.

Sorpresas nocturnas

Es casi medianoche y la luz de la sirena ilumina las calles por donde Emma Velázquez, de 42 años, y Jorge Sholndick, de 29, se dirigen a una modesta casa.

Emma, rolliza y con cabello corto, camina por un callejón cuando la intercepta una desesperada anciana, quien llorando le dice que llamó porque se siente desvanecer.

Jorge se apresura y detecta fuertes cambios de presión en la mujer, a quien pregunta si alguien puede acompañarla al hospital. Pero sólo está con sus nietos: un bebé y otro de seis años. Su hija trabaja de noche para una empresa de seguridad privada.

El paramédico la estabiliza y le sugiere trasladarla, pero la abuela se niega. Resignado, camina hacia la ambulancia, donde Emma lo espera. Entonces, con mirada triste, vaticina: “se va a morir”.