El enemigo vive en casa

6 de Mayo de 2024

El enemigo vive en casa

CON TEXTURA 70    5

Era cuestión de tiempo para que el candidato más apoyado por el lobby de las armas en la historia de las campañas políticas enfrentara la crisis por el tiroteo, el peor asesinato masivo en la etapa reciente de EU

Por estadística, todos los presidentes estadunidenses, desde los años 90, enfrentan durante su mandato, al menos, una crisis por el uso de armas de fuego semiautomática o automática por parte de un civil en contra de la población. Las tragedias por asesinatos masivos con altos calibres son, casi forzosamente, algo que todo mandatario en la época moderna de ese país debe atender. Esto ha convertido el tema, en uno de obligados durante los debates presidenciales. Sin embargo, la legislación para regular las armas no ha llegado, en parte al poderoso cabildeo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) y a otros muchos factores obviados por una sociedad que ha sobrediagnosticado el asunto, pero sin hacer lo necesario para evitar su repetición. Era cuestión de tiempo para que el candidato más apoyado por el lobby de las armas en la historia de las campañas políticas enfrentara una situación así. Pero no sólo eso, con tan sólo ocho meses en la presidencia, Trump hace frente al mayor asesinato masivo en la historia moderna de Estados Unidos. Si bien la recurrencia de estos eventos es tal que el debate se ha vuelto ocioso, vacío y obvio, lo ocurrido el domingo por la noche en Las Vegas —donde 59 personas murieron y más de 500 resultaron heridas, según los últimos reportes— toma otro contexto en el Estados Unidos de Donald Trump. En estos tiempos, cuando la noticia de un asesinato masivo se da a conocer, lo primero que está en la mente de la mayoría de la población es la esperanza de que no se trate de un ataque motivado por extremistas religiosos o por alguien de apellido hispano, pues lo que menos se necesita en la “América” de Trump es algo que alimente el discurso de odio que el presidente ha permeado entre su base y con que ha polarizado a la población. Todo eso es diferente cuando se revela que el perpetrador del mayor ataque contra civiles con arma automática de alto calibre es un hombre blanco de 62 años de edad, de buena posición económica y sin rastros evidentes o inmediatos de una relación con algún grupo extremista de ningún sentido. Para Trump es fácil calificar de terrorismo extremista islámico a cualquier ataque que ocurra en Europa sin importar el origen verdadero del mismo, pero se niega a calificarlo así cuando algo similar ocurre en su país y con alguien de su mismo origen, un Joe americano cualquiera. ›Cuando Donald Trump era candidato, declaró su fidelidad y protección a la NRA. En abril incluso expresó públicamente que el ataque de ocho años a la segunda enmienda constitucional bajo la administración de Obama se había terminado.

HISTORIAL. Desde 1966 a la fecha han ocurrido 131 casos de asesinatos masivos por arma de fuego en EU, con un promedio de ocho muertos por episodio.

Desde 1975, cuando la NRA fundó su brazo de lobbying para cabildear leyes en su favor —luego de la ley firmada en 1964 de control de armas que limitaba su venta y requería amplia autorización para su venta en los estados— los inquilinos de la Casa Blanca han tenido diferentes cercanías con la Asociación Nacional del Rifle, prácticamente dueña de ambas cámaras, sobre todo con el partido Republicano. Ronald Reagan fue un conocido miembro de la NRA y pese a sufrir un atentado con arma de fuego, durante su administración se relajaron las reglas para la venta de armas y se prohibió cualquier tipo de registro federal de dueños de armas de fuego. En 1993, el demócrata Bill Clinton firmó el Acta Brady para la Prevención de la Violencia por Arma que creaba una revisión federal de las personas que querían adquirir un arma. Fue precisamente durante la administración de Bill Clinton cuando la relación de la Casa Blanca con la NRA se vio afectada y distanciada ante esfuerzos del demócrata por reducir la influencia y poder del grupo en Washington. Fue inclusive esa confrontación la que muchos dicen le costó a Clinton la elección intermedia y le dio de nuevo el poder a los republicanos. Para los Bush, la relación con la NRA no fue prioridad. George Bush hijo nunca fue miembro y apoyó públicamente la extensión a la prohibición de armas de alto calibre, mientras que su padre escribió una carta a la asociación renunciado a su membresía de por vida, luego de los ataques en Oklahoma en 1993. Pure evil, maldad pura, fue como Trump describió el ataque del domingo pasado. Omitió cualquier referencia a terrorismo. Por una parte, no quiere manchar su récord como el presidente que ha permitido un acto terrorista, pero por otra los más de 30 millones de dólares que recibió su campaña presidencial del lobby de armas le impide de conciencia calificar un acto como terrorista cuando se utilizan precisamente las armas que promociona la asociación que lo apoya. ›De cualquier forma, el debate sobre la calificación de terrorismo en términos técnicos, políticos, discursivos y legal es variada y tiene diferentes ángulos y definiciones. Ni medios de comunicación como el New York Times o el Washington Post decidieron llamarle terrorismo, al igual que el presidente Trump se negó a hacerlo. El debate periodístico cabe dentro de otro análisis, en el político tanto gobierno federal como legislativo también han optado por librarse del problema y no calificar el acto de Las Vegas como terrorismo. Desde 1966 a la fecha han ocurrido 131 casos de asesinatos masivos por arma de fuego en Estados Unidos, con un promedio de ocho muertos por episodio. Los números no incluyen muertes por pandillas, crímenes, robos o querellas familiares. Un total de 271 armas han sido utilizadas en los ataques: 141 de ellas obtenidas de manera legal. Al menos 134 personas, en su mayoría hombres, que cometieron los tiroteos tienen entre 20 y 49 años, según datos de Mother Jones y el diario The Washington Post, que compilaron los datos de atacantes y víctimas sobre esta epidemia en Estados Unidos. De nueva cuenta el debate recae en lo que tendría que hacer el Congreso para regular las armas de alto calibre, la ayuda psicológica a veteranos de guerra y otros grupos vulnerables y la educación de una sociedad gun & trigger happy que mantiene como un derecho fundamental la tenencia de armas de alto calibre, sin entender mucho más allá del fanatismo la discusión de una enmienda planteada hace más de 200 años, cuando la Unión de los estados americanos apenas subsistía ante las amenazas de la monarquía inglesa tras su independencia. Por otra parte, el contexto de la presidencia Trump le da otro tinte al peor ataque masivo en la historia de Estados Unidos con 59 muertos en Las Vegas, Nevada.

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