Linchamientos al alcance de un click

6 de Mayo de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Linchamientos al alcance de un click

Teléfono actual

El teléfono suena de madrugada. Ella se levanta sobresaltada, agitada. Por unos instantes no sabe ni dónde está pero brinca de la cama y corre rumbo al sonido que la ha despertado. —Eres una infeliz hija de la chingada. —¿Quién habla? —pregunta jadeante, intimidada. —Sabemos cómo abandonaste a ese perro... —Debe tener mal el número. Yo no he abandonado a ningún perro. —¡Está la prueba en internet, estúpida! Te subiste a tu carro platina placas 649 – TES y eres una hija de la chingada, cuídate de que te encuentre en la calle porque te voy a ir a tirar a una carretera abandonada, así como le hiciste con el perro, desgraciada… —Pe-pe, pero, ¿cómo? —tartamudea desconcertada—, no entiendo, ¿cómo obtuvieron mi teléfono?— cuestiona antes de darse cuenta que lo mejor es colgar.

Se suelta llorando. Está aterrada. Esto ha llegado demasiado lejos. ¿Qué tal que algún fanático cumple alguna amenaza? Sucede que hace un par de días un tipo la filmó desde su coche y le reclamó que hubiera abandonado al Cayetano, un perro callejero que entre todos los vecinos de la privada han acogido, cuidado y alimentado desde hace más de dos años. Ella los convenció de adoptarlo. Les dijo que podría disuadir a cualquier ladrón sólo de verlo y además es bueno con los niños. Cayetano, el perro de todos, sólo tiene un defecto: tiene la manía de perseguir a los coches de los vecinos cuando salen de la propiedad, y ya pasado un rato, se regresa solo. Antes, todos se mortificaban pero ahora es parte de la cotidianidad vecinal. Y eso fue lo que vio el tipo, pero la adjetivó sin elementos, sin contexto filmó cuando el Cayetano la seguía y la juzgó en su video: “esta maldita señora abandonó al pobre perro que la persigue, su coche es este por si alguien la reconoce, que le reclamen por ser ojete con los animales”. Y ni tiempo de explicarle nada cuando la amenazó “la voy a subir a internet” y se alejó en su coche. Todo por un video que no prueba lo que dice...

* *

Él está sufriendo de un acoso desmedido en redes sociales. Sucede que venía a pie por una avenida principal y se encuentra que algunos automóviles se pasan el semáforo en rojo, casi atropellando a los peatones. Esto sucede frente a un oficial de tránsito que está cómodamente conversando con otro. —¡Haga su trabajo! ¡Se pasan el rojo en flagrancia y usted no hace nada! —¡Cállese! —le respondió el oficial, en tono intimidatorio. —¿Cállese? —le preguntó levantando la voz —¡A mi usted no me dice que me calle! ¡Póngase a hacer su trabajo! ¡En flagrancia!

Entonces el compañero policía sacó su teléfono y comenzó a grabar la escena. En ella se ve a un ciudadano encrespado, reclamándole al oficial que no hiciera su trabajo correctamente. El oficial por su parte, le reclama que le haya “mentando la madre” y que le haya insultado, aunque el otro jamás haya hecho tal cosa. Entonces suben el video y se viraliza y la gente lo ve y lo llaman prepotente —cuando menos— y le hacen insultos serios y amenazas graves. Y su vida, de cabeza en este momento porque se le acusa —sin pruebas— de haber actuado de una forma en que no lo hizo.

* * *

Fueron pareja por un par de años. El amor creció y decidieron poner un departamento juntos. Viajaban y disfrutaban la vida como sólo puede hacerlo una pareja profesional de buenos ingresos que no tiene hijos. Pero luego las cosas comenzaron a cambiar. Ella cayó en depresión y decidió renunciar al trabajo que no le gustaba. Él la convenció de poner un negocio juntos. Ella pondría el trabajo y él, el capital.

Pero las cosas cambiaron. Comenzaron a tener problemas para entenderse en el negocio y eso afectó la relación sentimental. Ella un buen día, decidió salir de fin de semana con un exnovio. Le dijo que iba con unas amigas. Pero algo salió mal y él se enteró del engaño. Cuando regresó del viaje, se encontró que él se había ido de la casa. Dejó una nota: lo nuestro se acabó.

Después de mucho llorarle y rogarle que volviera, prometerle que las cosas serían diferentes, él le dijo que ya no pagaría la hipoteca del departamento donde vivían juntos y que sacaría del negocio su dinero; no quería saber nunca más de ella. Sumamente dolida, planeó su venganza: subió una historia bien escrita a un blog —sin aportar ninguna prueba ni expediente legal ninguno— acusándolo de violador. Eligió una foto de él, bastante sombría y pidió ayuda en redes sociales.

Su vida está destrozada. Ha perdido el trabajo y no puede ni salir a cenar con sus amigos porque la gente le reprocha que sea un violador. Su madre no quiere dirigirle la palabra y está pensando en quitarse la vida…

Moraleja: tengamos cuidado con lo que compartamos y reenviemos en las redes sociales. Si bien es cierto que son un gran medio de denuncia, no promovamos linchamientos. ¿Cómo? Fíjense en el contexto, como dice @warkentin, pero también, verifiquen que lo que vayan a compartir, muestre pruebas concluyentes y suficientes. De otra forma, podemos ser arma de gente sin ética, y verdugos de personas inocentes.

Sígueme en Twitter @zolliker

Te Recomendamos: