El pasado 8 de mayo en la localidad de La Pimienta, en el municipio de Simojovel, Chiapas, se aplicaron a 52 niños las vacunas de BCG (Tuberculosis), Rotavirus y Hepatitis B, como parte del Programa Nacional de Vacunación.
Al día siguiente, un total de 31 menores presentaron reacciones a las vacunas. 2 fallecieron. 6 están en estado grave. 23 hospitalizados y en observación.
Al principio se dio a entender y así lo comenzaron a informar diferentes fuentes periodísticas, que se trataba de una reacción alérgica. Como podemos ver, eso es improbable, pues es reconocido que reacciones alérgicas graves a las vacunas (según el Centro para el control de Enfermedades, o la CDC por sus siglas en ingles), se dan solo en 1 caso de cada 1.1 millones de dosis aplicadas. Los números no dan, a no ser que además de una pobreza terrible, los pobladores de La Pimienta tengan además una mala suerte digna de inscribirse en los records mundiales.
Posteriormente, el IMSS respondió mejor: emitió un comunicado reconociendo el problema; un acierto. Sin embargo, se han quedado cortos pues parecieran olvidar las otras preguntas que la crisis ha levantado y que hoy siguen en el aire: ¿Qué pasó con las vacunas? ¿Estaban defectuosas? ¿Fue un error con el diluyente? ¿Fue que se mantuvieron fuera de las condiciones adecuadas para su conservación? ¿Error humano? Si vinieran defectuosas o caducas, ¿quién es el responsable? ¿Hubo actos de corrupción de por medio?
Después el IMSS tomó la medida preventiva de suspender la vacunación en todo el país y ya al momento de escribir esto, la han reactivado pues se ha aclarado —entre líneas— que la vacuna que pudo causar el daño, fue solamente de un tipo y solamente en la zona, pues en su comunicado 034, afirman que “En seguimiento a los acontecimientos relacionados […] el IMSS informa que la suspensión temporal de la vacunación es sólo respecto de los lotes de vacunas identificados en el municipio de Simojovel, que corresponden a la vacuna de Hepatitis B”.
Entonces todo pareciera indicar que efectivamente se trata de un lote de hepatitis B. Falta aclarar si se trata de un defecto en la vacuna (todo el lote) o un error humano en almacenamiento o preparación. Es fundamental que las respuestas que se obtengan, resultado de las investigaciones que el Instituto realiza, sean hechas públicas y se den a cabalidad y sin mayores rezagos, para que esto no se vuelva otro de tantos casos con teorías varias, versiones distintas y confusas contestaciones que ni han dado con los culpables y que tampoco han servido para que se tomen medidas para que en un futuro, no vuelvan a suceder (guardería ABC, etc.).. Recalco esto porque es lo único útil que se puede sacar de una crisis: ¿Qué medidas se van a tomar para que esto no vuelva a suceder nunca?
Ojo. El que haya habido un accidente —muy raro— no significa de ninguna forma, que las vacunas no sean de la máxima utilidad pública. Lo son y no es cuestión de credos. La ciencia dura y constante lo demuestra (ciencia teórica que ha pasado por el método científico completo y diversas revisiones académicas: observación, hipótesis, experimentación, validación y formación de teorías) y no solo son ocurrencias de alguien que ha leído muchos libros new age sin sustento, por más lógicos que suenen.
Gracias a la vacunación se han erradicado enfermedades tan graves y mortales como la poliomielitis que tanto niño y joven dejó con parálisis (de ejemplo tenemos a Franklin Delano Roosevelt), la difteria, la viruela negra, el sarampión, la tosferina, el neumoco que comienza como una gripa y puede matar en 48 horas o menos, el tétanos que paraliza todo el cuerpo hasta la muerte por una pequeña herida, y hasta la rabia en humanos, cuyos casos no se han presentado por fortuna en México desde hace algunos años.
Sí, las vacunas sirven para meter en control —o hasta erradicar— enfermedades que eran graves y mortales. Y nadie mejor que su médico para orientarle si tiene usted cualquier duda. No haga caso más que a los expertos. Lo mortal en la gigantesca mayoría de casos, llega por no vacunar.