Ataques a la prensa, entre la impunidad y la perversidad

20 de Mayo de 2024

Ataques a la prensa, entre la impunidad y la perversidad

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Este año comenzó de forma particularmente violenta para la prensa. Los últimos tres asesinatos de comunicadores reflejan la indiferencia del gobierno para garantizar su seguridad, pese a los discursos presidenciales cada mañana

El 1 de diciembre de 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo, “en mi sexenio no habrá más asesinatos de periodistas”. Hoy la realidad lo supera de manera implacable y los datos hablan por sí solos.

En lo que va de su administración, 28 periodistas han sido asesinados y tres se encuentran desaparecidos y en 2021, México siguió ocupando el primer lugar en asesinatos de periodistas, sólo seguido por Afganistán, un país en guerra. Esto parece no sorprender mucho al gobierno y a los gobiernos locales, a pesar de que el subsecretario Alejandro Encinas se desgañita en las mañaneras una y otra vez mencionando la lista, son 52 periodistas asesinados y 98 defensores de 2018 a la fecha. Esto parece no impactar, son una cifra más.

¿Por qué pasa todo esto? ¿Por qué este país no ha logrado sacudirse esta violencia contra la prensa? Me lo he preguntado y nos lo han preguntado en estos días muchas veces. Las respuestas no son tan simples y breves de explicar, pero de entrada ubico tres las que hacen que esto prevalezca.

Primero está la violencia en diferentes regiones del país que no da tregua alguna, ni a la sociedad, ni a los periodistas, y que el gobierno se niega a reconocer y culpa al pasado. “Nos dejaron un cochinero, una crisis de violencia”, dice el Presidente y tiene razón en ello, el tema es que a tres años de su gobierno la crisis sigue y salpica cruelmente a la prensa de este país, ante su mirada impávida que no atina más que pedirle a su área de Comunicación Social que se haga cargo. Con todo respeto, esta no es competencia de esa área, es competencia de todo su gobierno, de todo el Estado.

El segundo punto es la impunidad, que en el caso de periodistas tiene más de un 92% y que se ha enquistado en las estructuras más profundas de las fiscalías que a la fecha no han sido tocadas. Muchas de ellas —si es que no todas— siguen conservando las mismas prácticas deficientes, corruptas y dilatorias de investigación, y se conforman con sólo detener a unos cuantos sicarios que son el eslabón más fácil de identificar. Pero los responsables intelectuales siguen prófugos o ausentes de estas investigaciones. Y casos hay muchos por mencionar, desde el de Miroslava Breach hasta los más recientes de Fredy López Arévalo, Mario Gómez, María Elena Ferral, y ahora Margarito Martínez Esquivel, Lourdes Maldonado y Luis Gamboa. En todos ellos hay un hilo conductor la narco-política.

Mientras esos no se toquen la impunidad seguirá ahí. ¿Y esto el Presidente no lo dimensiona? ¿Las fiscalías no lo saben o no quieren saberlo? Aquí es donde la perversidad y la impunidad se juntan.

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El 2022 no inició bien para la prensa en México, donde tan sólo las primeras tres semanas han sido asesinados tres periodistas. Lourdes Maldonado, fundadora y conductora del programa Brebajes, que ella misma creó en abril de 2021, asesinada junto a su domicilio la tarde del 23 de enero a manos de por lo menos por dos sicarios. La periodista contaba con medidas de protección desde hace un año, por parte del Sistema Estatal de Protección y Atención a Periodistas y Defensores de Baja California. En 2019, había asistido a una conferencia mañanera a pedir el apoyo del Presidente para que se le hiciera justicia y dijo claramente: “temo por mi vida”.

Días atrás, el 17 de enero fue asesinado —igual cerca de su domicilio— el periodista Alfonso Margarito Martínez Esquivel, de 49 años de edad, fotoperiodista que colaboraba con varios medios de comunicación, entre ellos el Semanario Zeta y que se había especializado en cobertura policiaca. Los primeros informes de la Secretaría de Seguridad Pública y sin que aún la Fiscalía llegara al lugar informaron, aseguraban que había sido un pleito de vecinos, pero horas después esta versión se esfumó. Martínez Esquivel también había iniciado un proceso de solicitud de incorporación al Mecanismo de Protección, pero la petición se quedó en el camino. Algo que desde luego se debe investigar porque si buscó protección era porque se sentía en riesgo.

El tercer caso ocurrió el 10 de enero. José Luis Gamboa Arenas, director del digital Inforegio-Netword, y el Semanario El Regional del Norte, fue localizado sin vida, a quince metros de su domicilio, en el fraccionamiento Floresta, en Veracruz. El cuerpo fue identificado por sus familiares hasta el día jueves 13 de enero, día en que empezó a circular la información. Se dedicaba básicamente a hacer periodismo independiente y de opinión, tal como quedó registrado en su página digital de Inforegio, y sus redes sociales, donde era muy activo y realizaba un periodismo crítico sobre la colusión entre autoridades y crimen organizado en Veracruz, el cobro de piso y corrupción tanto de autoridades como de particulares.

Los tres casos mencionados tienen líneas en común que analizar. Los tres fueron asesinados cerca de su domicilio; los tres vivían en zonas donde la violencia se ha exacerbado en los últimos meses, resurgiendo las pugnas entre grupos delincuenciales pero también las pugnas políticas. Eran periodistas en activo, críticos y que previo a sus asesinatos se sintieron en riesgo; por lo menos en dos de estos casos habían solicitado o contaban con alguna medida de protección, como es el caso de Lourdes.

Estos cuatro puntos representan el mayor desafío en primer lugar ahora para las Fiscalías de Baja California y Veracruz que deberán investigar y resolver pronto, sin descartar su labor periodística y agotarlas, sin dejar la menor duda en sus investigaciones. Los Mecanismos de Protección —tanto el Mecanismo de Protección de la Secretaría de Gobernación como de Baja California— deben hacer una revisión profunda de sus procedimientos, análisis de riesgo y aplicación de medidas de protección que realmente respondan a las necesidades de quienes las solicitan.

Y por último la Movilización Nacional que desató el asesinato de estos tres periodistas debe leerse como el hartazgo y la expresión de una rabia contenida por las y los periodistas que están cansados de discursos vacíos y pocas acciones. Ojalá que este clamor sea escuchado y nunca más tengamos que salir a gritar #NiSilencioNiOlvido #PeriodismoEnRiesgo #NoseMataLaVerdad.

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