El loco Trump

17 de Mayo de 2024

El loco Trump

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AYUDA DE MEMORIA | Escribe Raymundo Riva Palacio

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1ER. TIEMPO: ¿Quién está sentado en la Oficina Oval? Las cosas se están poniendo calientes en Washington. El domingo pasado, la colaboradora de Forbes, Emily Willingham, escribió en la edición electrónica de la revista un artículo que tituló: “El debate sicológico de Trump: ¿Es malo decir que está mentalmente enfermo?”. Y si lo está, continuó, ¿debe hacer algo alguien al respecto? Willingham dijo que si el que responde es el sicólogo John Gartner, quien trabajó dos décadas en el respetado hospital Johns Hopkins en Baltimore, la respuesta es que sí, se tiene que hacer algo. Gartner lanzó una petición en internet para que, bajo el argumento que el presidente Donald Trump tiene algo en la cabeza que le impide tomar decisiones racionales, doctores y expertos soliciten su desafuero. La petición va dirigida al senador Chuck Schumer, líder de los demócratas en la cámara alta, y lleva más de 25 mil firmas en el portal Change.org. El texto es simple pero devastador. “Creemos en nuestro juicio profesional, que Donald Trump manifiesta una enfermedad mental seria que lo hace sicológicamente incapaz de cumplir competentemente con sus obligaciones como presidente de Estados Unidos. Pedimos respetuosamente que sea removido, de acuerdo con el artículo 3º de la enmienda 25 de la Constitución”. El debate ya está abierto en Estados Unidos, alarmados por el comportamiento del jefe de la Casa Blanca. Todas las semanas cita cifras falsas, se equivoca de fechas, episodios o miente de manera sistemática sobre cosas simples. En la Casa Blanca, reveló un reportaje en The New York Times hace dos semanas, los funcionarios tienen que estar muy atentos todas las mañanas para ver que escribe Trump en Twitter, a fin de que puedan ajustar la política del gobierno a sus dichos. En el Consejo Nacional de Seguridad, donde se depura la información que proviene de todas las agencias de inteligencia y seguridad del gobierno sobre los temas más calientes y delicados que tiene que enfrentar el presidente cada día, un alto número de analistas de otras áreas de la burocracia, han regresado a sus viejos cargos porque no quieren trabajar para Trump. El presidente anaranjado, como lo empiezan a llamar con mofa en los medios estadunidenses, es cada vez más tóxico para las instituciones.

2O. TIEMPO: La contaminación daña a la superpotencia. El errático y mercurial comportamiento de Donald Trump está afectando la credibilidad y el respeto del presidente de Estados Unidos en el mundo, y descalificando a su equipo como interlocutor. La semana pasada en Múnich, el vicepresidente Mike Pence garantizó a los miembros de la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico del Norte, un pacto militar para enfrentar a Rusia, que los compromisos de su gobierno con sus aliados se mantendrían. Como antes Trump dijo lo contrario, la duda fue qué tanto podían creerle a Pence, porque no sabían que tanto caso le haría Trump. El jefe de la Casa Blanca cambia frecuentemente de posición y mantiene al mundo en la incertidumbre sobre qué hará el líder de la nación más poderosa del mundo. En el extranjero no lo entienden, pero en Estados Unidos lo han ido midiendo desde hace tiempo. El 29 de noviembre, el entonces presidente Barack Obama recibió una carta de tres reconocidos siquiatras, donde alertaban: “Le estamos escribiendo para expresar nuestra gran preocupación con respecto a la estabilidad mental de nuestro presidente electo. Los estándares profesionales no nos permiten aventurar un diagnóstico para una figura pública a la cual no hemos evaluado personalmente. No obstante, sus ampliamente señalados síntomas de inestabilidad mental, incluidos grandiosidad, impulsividad, hipersensibilidad a cualquier atisbo de crítica, y una aparente incapacidad para distinguir entre fantasía y realidad, nos lleva a cuestionar su aptitud para las inmensas responsabilidades de su cargo. Nosotros recomendamos fuertemente que, en preparación para asumir esas responsabilidades, reciba una evaluación total médica y neuropsiquiatra por un equipo imparcial de especialistas”. Obama, aunque parezca ocioso recordar, no hizo nada. Tampoco pudiera haber hecho mucho. Trump, como escribieron 35 especialistas en una reciente carta al diario The New York Times, aparenta tener el llamado Desorden de Personalidad Narcisista que, dentro de los criterios de la Asociación Americana de Siquiatría, se refiere a un patrón persuasivo de grandiosidad (en fantasía o comportamiento), la necesidad de admiración y la falta de empatía que comienza temprano en la edad adulta y se presenta en una variedad de contextos: el sentido grandioso de autoimportancia, exagerando logros y talentos; la preocupación con fantasías o éxitos, poder, brillantez, belleza ilimitados o amor ideal; la creencia que es especial o único, el requerir admiración excesiva, personalidad explosiva, arrogancia y comportamiento grosero. Rajado, dirían algunos, el señor presidente.

3ER. TIEMPO: Hasta a quienes dice sus aliados están preocupados. ¿Qué significa si alguien tiene NPD? Estas siglas en inglés quieren decir Desorden de Personalidad Narcisista que, de acuerdo con una treintena de siquiatras y sicólogos, utilizando los criterios de la Asociación Americana de Siquiatría, es cuando una persona puede despertarse, ver Twitter o una noticia donde un líder extranjero lo critica, se burla de él, lo llama débil o amenaza su ego de alguna forma, y ordena algún tipo de reacción inmediata, impulsiva, vengativa, que castigue, que pudiera incluir el ataque a un dignatario extranjero o a un país con su fuerza militar, incluida la autorización para usar armas nucleares. Por si alguien no ve el rostro claro en esta descripción hipotética, se trata de Donald Trump, una personalidad que ha preocupado a todos, dentro y fuera de Estados Unidos por su temperamento, bipolar, mesiánico, esquizofrénico o de alguna otra forma que aún no se detecta. Las alertas han sido prendidas en muchos lados. La más notoria en el Kremlin, donde según un reporte desde Moscú de la cadena de televisión NBC, se está terminando un dossier sicológico de Trump para el presidente ruso, Vladimir Putin. El dossier, que en sus conclusiones preliminares señala que Trump toma muchos riesgos, también subraya que puede ser ingenuo, lo que se antoja una combinación explosivamente peligrosa. El Kremlin se está tratando de meter en la mente de Trump, de la misma forma como sus paisanos buscan entenderlo. No entienden racionalmente cómo el presidente de su país ataque a la prensa y a las cortes, que son los únicos contrapesos reales para su poder y su violento ego, como describió Charles M. Blow, uno de los colaboradores de The New York Times, el periódico que más ha dedicado tiempo y espacio a explorar la mente de Trump. “Siempre trata de colocar a la oposición bajo su pie”, agregó. “Esta es la forma como se aleja la democracia, no siempre por una erupción singular, sino a veces por una erosión lenta pero constante, de la misma forma como el río talla la roca. Este no es el comportamiento de un hombre que respeta la independencia del Poder Judicial o que tiene respeto por la separación de poderes. Este es un tirano que ve el poder como un juego de suma cero. No quiere ser presidente, sino emperador”. Nunca antes hubo tanta atención sobre el estado mental de un presidente, al mes de haber llegado a la Casa Blanca. Les preocupa por los antecedentes: su padre, Fred Trump, murió por el Alzheimer, y como dicen los especialistas, quien ha tenido un familiar con esa enfermedad, es probable que también la desarrolle.

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