Los mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá participarán en la Cumbre de Líderes de América del Norte. Los tres amigos, vuelven a reunirse.
Andrés Manuel López Obrador, Joe Biden y Justin Trudeau sostendrán la novena reunión de los líderes de la región del T-MEC, pero la primera reunión presencial de la era post-Covid, casi dos años después de la funesta aparición del coronavirus en el mundo.
Desde 2005, estos encuentros se habían realizado en la Casa Blanca como escenario, pero en 2016 fueron suspendidas por el expresidente norteamericano Donald Trump, quien ya había humillado a Enrique Peña Nieto y acorralado a Trudeau por temas migratorios y comerciales.
A través de los canales diplomáticos, las tres naciones han confirmado que sólo hay tres temas en la agenda: la emergencia sanitaria, la competitividad y el desarrollo de la región.
El embajador Ken Salazar ha manifestado clara y contundentemente la preocupación de su gobierno y de las empresas de aquel país por la reforma eléctrica que alista discutir el Congreso mexicano.
Una reforma que además de impactar en el mercado doméstico, también tendría efectos en las empresas gringas que tienen inversiones en el sector energético de nuestro país, por más de mil millones de dólares.
A la luz de la imposición de Morena y sus aliados en la discusión y aprobación del presupuesto del 2022, se antoja imposible que el presidente mexicano consiga llevar adelante la reforma eléctrica, para impulsar el segundo tramo de su mandato. Pero no es el único mandatario con serias complicaciones en su relación con los legisladores.
El demócrata Joe Biden tampoco tiene en el Senado norteamericano los votos suficientes de los republicanos para conseguir la reforma migratoria prometida en campaña, con la que más de 11 millones de personas que viven en Estados Unidos ilegalmente, estarían en camino a conseguir la ciudadanía.
Justin Trudeau, por su parte, también ha tenido serios problemas para sacar adelante las iniciativas legislativas de su partido liberal, encaminadas a enfrentar la crisis climática y avanzar en la reconciliación con los grupos indígenas de Canadá.
Lejos del triunfo avasallador en las urnas, registrado en 2015, el “joven maravilla” consiguió ganar otra vez en las elecciones de 2019 y en las de junio de 2021, pero sin alcanzar la mayoría absoluta de los 170 diputados.
Los tres amigos se hallan en una circunstancia peculiar, con algunas similitudes. Mantienen una popularidad inusitada, pero el electorado de cada una de sus naciones se ha negado a darles el control absoluto. Por lo tanto, cada uno de ellos se ha visto obligado a tomar decisiones particulares para continuar su mandato.
Joe Biden camina de a poco en torno a la reforma migratoria para ganar, cada tanto, una rebanada; y Trudeau ha optado por reducir sus apariciones públicas y elegir estratégicamente discursos y batallas, para no volver a sufrir bofetadas ni connatos de violencia que vulneren su autoridad.
Andrés Manuel López Obrador, por su parte, persiste en el camino de la confrontación. Si no consigue los votos que requiere, se conforma con culpar y rememorar el pasado todas las mañanas desde su foro.
Durante la Cumbre de Líderes de América del Norte, es previsible que López Obrador, Biden y Trudeau se refieran con vehemencia a los temas domésticos que sus gobernados ya conocen hasta la saciedad, pero estos no son tiempos para la retórica y la simulación.
Hay toda una región en juego, millones de dólares que penden de un hilo y millones de vidas a la espera de un mejor futuro.
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