Ahora que los contagios de Covid-19 van aumentando y han alcanzado incluso a figuras prominentes, como al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, conviene recordar que el riesgo de padecer secuelas después de la infección aguda de esta enfermedad (condición que también se ha llamado Covid persistente o Covid prolongado) se ha reducido considerablemente desde 2020, pero no ha dejado de representar una amenaza.
Durante 2020, cuando la cepa ancestral del SARS-CoV-2 era dominante y no había vacunas disponibles, alrededor del 10.4% de los adultos que contrajeron Covid-19 desarrolló Covid prolongado. Esa tasa disminuyó al 7.7% en 2022 (cuando circulaba la variante Ómicron del coronavirus SARS-CoV-2) entre los adultos no vacuna-
dos, y al 3.5% entre los vacunados, de acuerdo con una investigación encabezada por Ziyad Al-Aly de la Universidad de Washington en Saint Louis y publicada en el New England Journal of Medicine el pasado 17 de julio.
Si bien aún no se cuenta con cifras concretas sobre la tasa de casos de Covid prolongado debidos a la variante JN.1, los investigadores que se han especializado en el tema, como comenta el propio Ziyad Al-Aly en un artículo publicado en el sitio The Conversation, señalan que “el flujo de nuevos pacientes a las clínicas de Covid prolongado ha estado a la par con 2022”.
Al-Aly también destaca que el Covid prolongado puede afectar a cualquier individuo y que “más del 90% de las personas con Covid prolongado tuvieron infecciones leves por Covid-19”.
Personas inmunes a las secuelas
Una investigación hecha en Alemania llegó a conclusiones muy similares, aunque con números ligeramente distintos. De acuerdo con el reporte publicado el 17 de junio en la revista Journal of Infection, 46.8% de quienes se infectaron con la variante original tuvieron alguna forma de secuela de Covid-19, y para 11.3% los síntomas fueron fuertes.
Con la variante Ómicron, el estudio alemán encontró que 29.5% de quienes se contagiaron y no estaban vacunados tuvieron alguna secuela, con síntomas fuertes en el 7.9% de los casos. Las secuelas fueron disminuyendo con la vacunación, hasta llegar a quienes habían recibido cuatro dosis de alguna vacuna contra el Covid-19, para quienes la presentación de alguna secuela no disminuyó mucho (23.5%), lo que sí ocurrió con la presentación de síntomas fuertes, que sólo afectó al 4.9 por ciento.
Los resultados del equipo encabezado por Rafael Micolajczyk, de la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg, muestran que, así como hay quienes no desarrollan síntomas de Covid-19 a pesar de estar infectados con el SARS-CoV-2, también hay personas que no padecen secuelas.
Embarazo y edad, factores de riesgo
En el otro extremo, también hay individuos más sensibles al Covid persistente: en particular, las mujeres embarazadas y las personas mayores de edad. Para las primeras, un informe publicado el 11 de julio en Obstetrics & Gynecology encontró que el 9.3% de las mujeres que contraen Covid-19 durante el embarazo desarrollarán secuelas a largo plazo. Este número es alto, considerando que las mujeres que se embarazan suelen ser jóvenes y estar saludables.
Además, se ha comprobado, desde hace tiempo, que es más probable que una infección por Covid-19 durante el embarazo requiera hospitalización o provoque la muerte, en comparación con una infección fuera del proceso de gestación, así que la mayor susceptibilidad a padecer secuelas no es sorprendente.
“Este es un estudio fundamental, ya que el embarazo y el periodo posparto son uno de los momentos más vulnerables en la vida de una persona”, dijo David Goff, director de la División de Ciencias Cardiovasculares del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de Estados Unidos.
Por otra parte, un estudio publicado en la revista Nature Aging el pasado 10 de julio muestra que 19.1% de las personas adultas mayores que sobreviven a la hospitalización por Covid-19 sufren un deterioro cognitivo acelerado durante un año después de la infección, luego del cual la tasa de deterioro se desacelera.