Este verano Europa se ha convertido en el epicentro de las protestas contra el turismo masivo, reflejando un fenómeno que está alcanzando proporciones alarmantes en varias ciudades. Barcelona, Mallorca y Venecia se han convertido en símbolos de una creciente frustración con el turismo descontrolado. Miles de residentes han salido a las calles para expresar su descontento con una situación que ha llevado al incremento de los precios de los inmuebles, a la contaminación ambiental, a problemas de estacionamiento, congestión del tráfico y escasez de agua.
En Barcelona, por ejemplo, las manifestaciones han adoptado formas dramáticas y visibles. Los residentes han recurrido a rociar a los turistas con pistolas de agua mientras gritaban “¡Turistas, váyanse a casa!” La principal causa de estas protestas es el aumento de los alquileres y los precios de las viviendas. En la última década, los alquileres en Barcelona han aumentado un 68%, lo que ha hecho casi imposible para los residentes locales, especialmente los jóvenes, poder adquirir una vivienda propia. Esta situación no es única de Barcelona; otras ciudades europeas como Málaga, Cádiz y Palma de Mallorca están experimentando problemas similares.
Pero los problemas no son sólo económicos. El comportamiento irrespetuoso de algunos turistas ha exacerbado aún más las tensiones. En Florencia, una turista fue filmada besando y realizando gestos obscenos con una estatua de Baco, mientras que en otros lugares, grupos de turistas han causado daños a estatuas y monumentos históricos. Estas acciones han llevado a algunas ciudades a implementar campañas de desmarketing para disuadir a ciertos tipos de turistas. Ámsterdam, por ejemplo, lanzó la campaña Stay Away, dirigida a hombres jóvenes que buscan actividades de despedida de soltero, para advertirles sobre las consecuencias de su comportamiento antisocial.
La problemática del turismo masivo no está limitada a Europa. En Goa, India, el turismo ha elevado los precios de los inmuebles y ha generado problemas similares de congestión y contaminación. El concepto de “fuga de turismo”, donde el dinero gastado por los turistas no beneficia a las comunidades locales, es un fenómeno preocupante que afecta a muchas áreas turísticas, incluida Goa.
En otros países también se han reportado incidentes que subrayan los desafíos del turismo masivo. Recientemente, la posada tradicional japonesa Matsukawakan, en la ciudad de Takayama, recibió por primera vez a viajeros extranjeros que, lamentablemente, se marcharon sin pagar su factura. Ello dejó a la gerencia decepcionada y con un sentimiento de traición, dado que su equipo estaba entusiasmado por mostrar Takayama a los visitantes internacionales.
La raíz de estos problemas es estructural. El turismo masivo a menudo no se gestiona de manera sostenible, y los beneficios económicos generados por el turismo no se reparten equitativamente. Los residentes locales, que frecuentemente trabajan en la industria del turismo, no ven mejoras significativas en su calidad de vida. En respuesta a estos desafíos, algunas ciudades han tomado medidas para controlar el número de turistas y mitigar los impactos negativos. Venecia, por ejemplo, introdujo un cargo de entrada de cinco euros para regular el número de visitantes, lo que generó más de 2.4 millones de euros en ingresos en poco tiempo. Barcelona también planea aumentar el impuesto turístico para algunos pasajeros de cruceros y finalizar las licencias para apartamentos de alquiler a corto plazo.
En Portugal, la ciudad de Caminha ha implementado una nueva medida para mitigar el impacto del turismo masivo. A partir de septiembre, Caminha cobrará una tasa turística de 1.50 euros durante la temporada alta y de un euro en la temporada baja. Esta tasa se aplicará a todos los establecimientos de alojamiento, incluidos los campamentos y parques de caravanas, y estará limitada a un máximo de siete noches consecutivas. Existen exenciones para peregrinos a Santiago de Compostela y Fátima, personas con discapacidades significativas y aquellos alojados por motivos de emergencia social o protección civil.
Una solución innovadora ha surgido en Copenhague, Dinamarca, con el programa CopenPay, que promueve un turismo más ecológico. Los turistas pueden recorrer en kayak los canales de la ciudad de forma gratuita, siempre que recojan basura durante su paseo. Esta iniciativa, creada por la ONG ambiental GreenKayak, ha sido muy popular y la mayoría de los turnos están reservados.
El programa CopenPay también ofrece recompensas por comportamientos ecológicos, como moverse por la ciudad a pie o en bicicleta, con beneficios como café gratis, talleres y descuentos en entradas. Esta iniciativa contrasta con las medidas restrictivas en ciudades como Venecia y Barcelona, y busca inspirar un comportamiento más consciente y sostenible entre los viajeros.
En México enfrentamos problemas similares debido a los incrementos significativos en el turismo internacional. Durante el primer semestre de este año, nuestro país recibió a 11 millones 998 mil turistas internacionales por vía aérea, lo que representa un incremento del 4.9% en comparación con el mismo periodo de 2023. Este aumento también supera en un 18.6% las llegadas registradas en el primer semestre de 2019.
Un ejemplo claro de cómo la turistificación puede afectar a las comunidades locales es Mazatlán. Especialistas en turismo y espacios públicos han propuesto regular la actividad turística a partir de un diálogo que tome en cuenta el impacto ambiental y la opinión de la población local. La necesidad de establecer un orden surgió cuando empresarios y habitantes impulsaron una campaña para regular la contaminación acústica del puerto. Sin embargo, cuando la exigencia se centró en las bandas de música sinaloense en la playa, la noticia escaló a nivel nacional, introduciendo el término gentrificación en la discusión.
La turistificación ocurre cuando la población local deja de frecuentar sus espacios, que se transforman en lugares para turistas. Con la llegada de nuevas personas y nuevas dinámicas, se empiezan a cobrar servicios que antes eran gratuitos, como los estacionamientos, y los lugares que antes eran de acceso libre ahora tienen una cuota de entrada. Además, empiezan a restringir o cambiar costumbres de la población local para satisfacer las necesidades de los turistas, lo cual afecta a los residentes, que se ven obligados a renunciar a sus hábitos cotidianos o a desplazarse a la periferia.
Por lo tanto, debemos aprender de los errores cometidos en otros lugares para evitar enfrentar situaciones similares a las vividas este verano en Europa. Ciudades como Cancún, Playa del Carmen, Tulum y la misma Ciudad de México muestran signos de sobrecarga turística. Para prevenir un futuro de protestas y resentimiento, es esencial implementar políticas de turismo sostenible que beneficien tanto a los visitantes como a los residentes locales. Esto incluye regular los alquileres a corto plazo, introducir impuestos turísticos, dar alicientes para conductas adecuadas de los visitantes, y realizar inversiones en infraestructuras que mejoren la calidad de vida de los residentes. Al adoptar medidas preventivas y aprender de los desafíos de otras regiones, podemos promover un turismo que sea beneficioso para todos. La clave está en aplicar políticas equilibradas y fomentar un turismo responsable y consciente, garantizando así que el desarrollo turístico no se convierta en una carga para las comunidades que lo acogen.