Reflexiones después del 8M 2024

16 de Mayo de 2024

Miriam Reyes
Miriam Reyes

Reflexiones después del 8M 2024

columna Miriam Reyes

Este 2024 la ola violeta inundó múltiples ciudades a nivel internacional. Es evidente que un gran número de mujeres hemos logrado crear conciencia en nosotras mismas respecto de la importancia que tiene no sólo salir a las calles y unirse a esta marcha que tiene como fin manifestarse en contra de las innumerables violencias que sufrimos en México cada día que pasa, sino también en relación con la responsabilidad que tenemos de platicar sobre estos temas con quienes nos rodean como es en pareja, con nuestra familia, nuestras amistades, colegas de trabajo, etc.

La idea de que nos organicemos y juntas hagamos visible que somos millones quienes nos manifestamos en contra de vivir en condiciones injustas por razones de género, nos lleva más allá de únicamente alcanzar cierto movimiento en redes sociales, televisión, radio, y demás medios de comunicación que dan cobertura a hechos masivos; estas marchas marcan una huella indudable en la historia de nuestro país y del mundo entero, ya que al verse repletas de mujeres inconformes con nuestra realidad, despierta la atención de muchas más personas que, si bien es cierto muchas se pueden encontrar en la disparidad y no coincidir con la idea de que sea una movilización necesaria, también es oportuno decir que muchas otras personas sí llegan a verse identificadas con las consignas expresadas en ellas; con los rechazos discursivos, con las políticas que fingen estarse implementando en nuestro beneficio e, incuso, de la poca o nula atención que se provee a la violencia por parte del Estado.

De esta forma, a través de grupos feministas y de mujeres que toman la batuta por continuar en la lucha por los derechos colectivos, se invita a que no sólo el 8 de marzo sea una ocasión para levantar la voz y señalar las denigrantes condiciones en las que podemos llegar a desenvolvernos, al contrario: se hace un llamado a que, todos los días, con la misma energía y con la misma convicción, sigamos unidas para lograr cambios positivos. Nunca una revolución ha encontrado solución a los problemas sociales de un día para otro ni por arte de magia. ¿Qué sigue?, posterior al 8M de este año, hagamos una introspección para reconocer hasta dónde hemos actuado en favor de las mujeres que nos rodean; lo que estamos haciendo hoy pero, sobre todo, lo que nos falta por hacer.

Recordemos que ser feminista es creer que todas las personas merecemos vivir dignamente y que lo personal se convierte en político.

Las exigencias por parte de las mujeres no son nuevas. Se trata de una desigualdad estructural que se ha construido a través de la historia; de ahí la complejidad de re-educarnos; de aceptar que debemos cambiar nuestras costumbres; de reconocer que la forma en que nos expresamos y en que tratamos a las demás, tienen un impacto muy importante en la forma en que se construyen las relaciones de poder.

Todas las mujeres hemos pasado por, al menos, una situación de violencia. No seamos indiferentes. Generemos el cambio.

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