Hiedra venenosa

27 de Abril de 2024

Enrique Del Val
Enrique Del Val

Hiedra venenosa

enrique del val

A raíz del escándalo surgido en las principales universidades estadounidenses con motivo de la invasión de Israel a Gaza, se ha generado una serie de comentarios que han afectado de manera significativa al prestigio de varias, especialmente de las denominadas de la Ivy League, que traducido al español significa la “Liga de la Hiedra”. Son ocho universidades, todas dentro de las primeras 20 y siempre alguna de ellas ocupa el primer lugar. El nombre proviene del hecho de que varios edificios, muchos de la época colonial, tenían las paredes externas cubiertas de hiedra.

Recientemente, la revista The Economist publicó un extenso artículo, tratándose de ese tema, con el título Hiedra envenenada, en el que realiza una amplia crítica a lo que está sucediendo en esas universidades.

Quizás la gota que derramó el vaso fue cuando la comisión de educación del Congreso citó a las que en ese momento eran presidentas de Harvard, Claudine Gay; de Pensilvania, Elizabeth Magill; y del Massachusetts Institute of Technology (MIT), Sally Kornbluth (este no es miembro de la Ivy League). Les fue tan mal que las dos primeras tuvieron que renunciar a sus cargos bajo la acusación de no haber defendido adecuadamente a los estudiantes judíos de las críticas y supuestas agresiones sufridas de parte de grupos autodenominados progresistas.

La revista argumenta que han sido años de problemas que se están acumulando, y que mucho de ello se debe a un liderazgo insuficiente que ha permitido que estudiantes, académicos e incluso algunos funcionarios activistas presionen a los directivos y éstos se sientan intimidados.

La situación está siendo aprovechada especialmente por miembros del partido republicano, quienes opinan que las universidades, sobre todo las más importantes, son enemigas de su ideología; y ya están debatiendo, por ejemplo, las ventajas fiscales que gozan en el manejo de su patrimonio. Según la información, las 10 principales, entre las que se encuentran las cuestionadas, han recibido 33 mil millones de dólares de donaciones federales para investigación entre 2018 y 2022, y su patrimonio ha crecido en 65 mil millones de dólares en el mismo lapso.

Hasta 2017 no pagaban impuestos por estos ingresos, hasta que llegó el gobierno del siniestro Trump e impuso uno de apenas 1.4 por ciento.

También se menciona que están perdiendo estudiantes extranjeros en países de habla inglesa. Hace 20 años tenían el 60% de estudiantes foráneos que querían estudiar en Estados Unidos, y ahora sólo el 40 por ciento. El resto se ha ido principalmente a Gran Bretaña y Singapur. Incluso, un gráfico publicado en la revista sobre las mejores universidades en investigación muestra que Harvard, Stanford, Berkeley y el MIT están perdiendo puntos, mientras que las universidades chinas como Tsinghua, Pekín y Zhejiang comienzan a crecer y destacar en este campo.

Una encuesta de la empresa Gallup menciona una caída en la popularidad de las universidades. Mientras que en 2013, 73% de los estadounidenses las consideraba muy importantes, para 2019 sólo lo hacía el 41 por ciento. El editorial de la revista concluye diciendo que la credibilidad a menudo comienza a disminuir lentamente y de repente cae de inmediato.

Sin duda, estas instituciones se encuentran en un predicamento, pues por un lado, deben proteger la libertad de expresión y, por otro, defenderse de las amenazas de la derecha norteamericana y, sobre todo, del lobby judío, que financieramente es muy poderoso en todos los segmentos de la sociedad.

Sería terrible que, en aras de quedar bien con los dueños del dinero, se limitaran las conquistas obtenidas por los estudiantes y académicos de las universidades estadounidenses en materia de libertad de expresión, especialmente al considerar el conflicto en Israel, donde nadie sale bien parado: tan asesinos son los del grupo de Hamás como el gobierno de Israel.