Los avances en la tecnología, la transparencia y la apertura no solamente ha cambiando la manera a través de la cual accedemos o utilizamos distintos servicios sino también la forma en la que tratamos aspectos relacionados con nuestra salud. Quizá una de las industrias que ha sufrido un desequilibrio de forma más evidente sea la Odontología, encargada de la salud de nuestra boca.
Las responsabilidades de un dentista son de mucho peso, ya que además de cuidar tus dientes y encías el dentista también es corresponsable de la salud de tu boca, la principal vía de comunicación que tenemos los seres humanos y que además, queda expuesta y a la vista de todos la mayoría de las veces que la utilizamos. Es una realidad que en nuestro país existe una importante oferta de dentistas, pero lo que realmente se necesita son más pacientes.
De acuerdo con la Secretaría de Salud de la Ciudad de México (Sedesa), las enfermedades relacionadas con la higiene bucal tales como inflamación de encías, gingivitis y lesiones en la mandíbula por mencionar algunas, son las más comunes entre los habitantes de la capital del país.
No es ningún secreto que ir al dentista siempre ha sido una experiencia extraña, misteriosa y bastante molesta. Las razones varían de persona en persona pero generalmente predomina el miedo de tener a alguien interviniendo nuestra boca y el miedo a un dolor que tal vez no conocemos y percibimos como muy fuerte.
El tiempo también se convierte en un enemigo ya que mientras más tiempo pasa, sentimos que el deterioro de los dientes y el descuido en la higiene bucal puede ocasionar que la vergüenza sea un factor clave para evitar a toda costa ir al dentista.
Tal vez por eso hace no muchos años ibas al dentista de la familia, al que conocían tus papás o por lo menos uno que te recomendaban o que sabías que alguien ya había ido con el. Muchas veces llegabas a una pequeña casa u oficina con varios cuartos que podían ser atendidos de manera simultánea por uno o varios doctores. Lo curioso es, independientemente del dentista al que fueras, el equipo que se utilizaba generalmente era el mismo, así como el servicio que recibías. Pero cuando llegaba la hora de pagar, la diferencia entre un doctor y otro podía ser de cientos y hasta de miles de pesos. Lo mismo sucedía si necesitabas tratamientos adicionales como una endodoncia o una resina, con un dentista podías pagar un precio y con otro hasta el doble del costo.
Esa poca transparencia en la forma y la práctica es cosa del pasado. Hoy existen alternativas como Dentalia o Dentimex en donde de manera fácil y trasparente puedes consultar los precios de los servicios o tratamientos y no solo eso, puedes acudir a la sucursal más cercana, utilizar lo último en tecnología y recibir el mismo trato y atención que en un consultorio privado.
Este tipo de servicios actualizados están presionando a los viejos negocios a modernizarse y además están nivelando al mercado con precios justos y transparentando sus procesos. Además, también obligan a los viejos consultorios a invertir en nuevas tecnologías para estar a la altura de los nuevos modelos de competencia.
Pero como siempre, para que funcionen y tengan éxitos necesitamos atrevernos a probarlos, usarlos, visitarlos, criticarlos para que mejoren y compartir nuestras experiencias.
La higiene bucal es un tema serio y poco comprendido que impacta a todas las edades y todos los niveles socioeconómicos. Una desatención puede tener consecuencias muy graves que van desde cáncer bucal hasta la afectación en otros órganos del cuerpo que podrían incluso llevar a la muerte. Hoy, gracias a los nuevos jugadores el tema de precio ya no es un pretexto válido y la experiencia ha mejorado enormemente.