La proliferación de lo falso: una práctica común

29 de Abril de 2024

Eduardo Penafiel

La proliferación de lo falso: una práctica común

EDUARDO

Imagina que en este momento decides publicar una nota en tu muro de Facebook con el titular “Mexicano le roba el reloj a Donald Trump en NY”. Buscas una foto en Google ingresando en la caja de búsqueda “Escena del crimen NY” y te aparecen cientos de en la ciudad de Nueva York, seleccionas una donde aparece la clásica cinta amarilla y se puede ver a varios policías a la distancia.

Previamente, compraste un dominio llamado noticiasalamexicana.com con un diseño genérico pero atractivo simulando un portal de noticias, a donde llegarán todos aquellos que le den clic a la fotografía de tu publicación. Ahí encontrarán un párrafo afirmando que Trump fue asaltado mientras salía de una de sus propiedades en la ciudad de Nueva York, cuando según testigos del lugar, un mexicano lo amagó, le quitó el reloj y escapó antes de poder ser alcanzado por un elemento de la seguridad personal de Trump que no pudo reaccionar a tiempo.

Y esperas. Unas 2 horas. El sitio se cae de la cantidad de tráfico y tu publicación tiene cientos de comentarios y más de 100 personas lo han compartido. Entras a Google, buscas el titular y te encuentras con otros 3 sitios que tomando tu nota como base, publicaron una nota similar. Ninguno de estos sitios es muy conocido, pero crea el suficiente ruido como para que personas o medios que jamás imaginaste estén hablando de algo que tú creaste hace un par de horas.

Decides actualizar la noticia con una leyenda en negritas con el texto: “Fuentes oficiales han confirmado que no era Donald Trump la persona que fue asaltada el día de hoy en Nueva York”. Pero ya es demasiado tarde. Te tomó menos de 5 minutos crear la nota falsa y dejar que los demás usuarios se encargaran de difundirla por todos lados antes que alguno se tomara la molestia de confirmar la veracidad de la información.

Este tipo de ejercicio es muy común y lleva muchos años invadiendo la red, pero las recientes elecciones expusieron un problema que no solamente es un negocio, sino que también es capaz de manipular a una cantidad muy grande de personas que confía más en lo que publica algún conocido en una red social que lo que dice un reportero en televisión nacional.

Esta gran estratégica implementada por el equipo de campaña de Trump, está impulsada por una de las grandes revelaciones de las nuevas generaciones jóvenes: el no saber distinguir una noticia patrocinada o falsa de una verdadera. Y el problema no se da por ignorancia, es simplemente porque es una manera natural de consumir noticias para estas nuevas generaciones, algo que de inicio los predispone a confiar en lo que ven dentro de las redes sociales porque no ven noticias en la televisión ni tampoco visitan sitios noticiosos en internet.

Así que mientras el equipo de Hillary Clinton gastaba cerca de 200 millones de dólares en anuncios de televisión, el equipo de Trump invertía la misma cantidad en línea, utilizando noticias que favorecían a su candidato o manchaban la reputación de su contrincante, sin importar si era verdad o no. Lo que importaba era llevar el mensaje a la mayor cantidad de perfiles jóvenes en redes sociales, aquellos que tenían el poder de decidir una elección, pero que gracias a esta táctica un gran porcentaje de ellos no lo hicieron, dejándose influenciar por lo que leían y compartían sus amigos y conocidos dentro de las redes sociales.

Y así, mientras por un lado todos siguen hablando del momento histórico que representó esta elección, por el otro lo que se expuso fue la fragilidad de los medios tradicionales y el poco control que existe en internet.

El peligro no está en que las personas no revisen la fuente original o la veracidad de la noticia, más bien está en quién tiene la libertad de escribirla, el dinero para comunicarla con gran facilidad y es capaz de manipular el rumbo de una elección.

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