Crónica | “Van a caer pejelagartos”, augura AMLO ante lluvia de Palenque
El mandatario es invitado especial a nueva Esperanza para encabezar asamblea ejidal
Desde la una de la tarde comenzaron a llegar una a una las primeras personas con rostros cansados, emocionados y expectantes. El calor de 35 grados es insoportable, al menos así lo sienten los visitantes que no están acostumbrados a ese clima extremo característico del sureste del país. La ropa se pega al cuerpo, perdiendo sus pliegues naturales.
Es un día especial, el olor a carnitas de puerco recibe a los cuatrocientos invitados, los que caben en la cancha de basquetbol del pueblo, el lugar elegido por los organizadores para recibir al presidente Andrés Manuel López Obrador a falta de un auditorio capaz de contener a centenas de personas. El manjar preparado es para los servidores de la nación que apoyaron en la organización.
Al pequeño lugar pintado de verde llegaron los 264 beneficiarios del programa ‘Sembrando Vida’, sin prisas ni acarrereados porque ya tenían su lugar especial, ese que dan las primeras filas, hasta el frente del templete donde pueden escuchar la voz, ver los ademanes, y no perder detalle de las palabras del presidente tabasqueño.
A Nueva Esperanza, municipio de Palenque, en Chiapas, que es la comunidad con el mayor números de personas que han recibido el apoyo de la administración federal actual, Andrés Manuel López Obrador es invitado para encabezar la asamblea ejidal.
La llegada de una suburban blanca alerta a la población, López Obrador ha llegado. Ese mismo calor que no se quita con vasos de agua o con cervezas, provoca que las mujeres se mantengan abanicandose para tratar de obtener un poco de aire desde sus lugares, pero para otros, en cambio, no hay frío, calor o lluvia que los quite a las vallas metálicas porque esperan para saludar al hombre que insiste en que la 4T va y reitera su política del “me canso ganso”.
El reloj marca las 17:30 horas, diez minutos más tarde de la hora acordada
para iniciar el evento. Por sorpresa, aunque muy esperada por los pobladores, cae intempestivamente una fuerte ráfaga de lluvia que azota
a la comunidad.
El sudor se cambia por gotas de lluvia. El fuerte viento que mueve igual palmeras que las lonas de apoyo al Presidente, hacen que el calor extremo cambie por el viento extremo, donde el agua penetra el techo de la cancha y baña a los asistentes, desde bebés hasta adultos mayores, ninguno se queda sin recibir una mojadita.
“El agua es vida, por eso sembrando vida”, se alcanza a escuchar en las bocinas a Alejandro de la Cruz Trujillo, uno de los facilitadores de tierra en el municipio. El agua que cae del cielo se acompaña de granizo, es casi imposible escuchar a los participantes al micrófono.
López Obrador aplaude a ratos, aunque los gestos en su rostro demuestran que tampoco escucha lo que sus acompañantes comentan. En dos ocasiones pasa por su cara una pequeña toalla blanca, quita los rastros de agua que lo golpean y mojan su cabello teñido por las canas.
Llega el momento estelar y el audio eleva el volumen para que nadie se quede sin escuchar el mensaje, ni siquiera los hombres y mujeres que llegaron tarde y se quedaron hasta atrás. Sus palabras retumban en los presentes. Celebra la lluvia, tan esperada por los pobladores de Palenque. “Van a caer hasta pejelagartos”, bromea un presidente sonriente.
Doña Esperanza lo confirma: “aquí seguido llovía, pero ahora la estamos esperando (a la lluvia) desde hace semanas. Llovió poquito el Día del Niño, pero ahora sí vamos a poder dormir a gusto”.
Durante los cerca de cincuenta minutos del primer mandatario con el micrófono, la lluvia se mantiene como si ella también quisiera refrescar y saludar al hombre de Macuspana. Pero sigilosas, como si trataran de que nadie se entere, aunque sin éxito, los vehículos que lo acompañan cambian de lugar y, poco a poco, se posicionan detrás del escenario.
Como escena de una película de Hollywood que gasta millones de dólares en efectos especiales, los rayos caen detrás del templete, detrás de López Obrador que pedía dar paso veloz a la siembra de árboles maderables y frutales, por si no le iba bien a su gobierno (“uno nunca sabe”), les fuera difícil tumbar lo construido.
“Nada de estarnos engañando nosotros mismos, que ‘si voy a ir a sembrar, pero no, no voy porque no tengo ganas, mejor me quedo en la hamaca’. Y se va pasando el tiempo y no se sembró. Y se recibe el apoyo, pero no se desquitó porque no se trabajó. Ya eso, como dicen los jóvenes, ya eso ya chole, ya, que se vaya eso por un tubo”.
Más como regaño, pide a los chiapanecos no dormirse en sus laureles y aprovechar el apoyo que se entrega.
“¡Viva Nueva Esperanza!”, lanza, una vez más, pero en otro escenario, el Presidente como símbolo de que el evento llega a fin, con ello la lluvia deja de caer en el tejado del deportivo, ella también se alista para irse.