Derecho a la vida y política energética
Cuando los gobernantes tienen conocimiento y conciencia de los efectos nocivos de las energías contaminantes, e insisten deliberadamente en políticas públicas para usarlas, es evidente que violan el derecho humano por excelencia que es la vida
El ser humano ha tenido la creencia de que es superior a los animales y peor aún, a otras personas simple y sencillamente por su color de piel, por su raza o etnia, estudios, riquezas, poder, estatus, etc. Esta es una de las más grandes mentiras de la humanidad. La idea es una invención que se ha generado en diferentes pueblos a lo largo de la historia hasta nuestros días.
Si analizamos la gran historia nos daremos cuenta de la transitoriedad, la pequeñez y el fugaz paso del ser humano como parte de la transformación del universo. La maravilla es la vida en toda su diversidad.
El avance del conocimiento de las ciencias sociales y de las ciencias naturales o duras van en el sentido contrario a la mentira que señalamos anteriormente; sus resultados nos conducen más a las similitudes que a las diferencias. Desde luego existe una variedad incontable de especies, pero ningún dato sólido o prueba irrefutable ratifica la creencia de que una especie es superior a otra. Simplemente son diferentes y de diversa complejidad, pero todas luchan por su supervivencia.
El ser humano en lo individual, es biológicamente, de las especies más vulnerables; un individuo jamás podría subsistir sin el grupo, no somos fuertes, no tenemos velocidad, garras ni colmillos. Nuestras ventajas naturales son el cerebro y la convivencia en grupo.
Desde el punto de vista de la supervivencia hasta ahora hemos sido una especie exitosa. Sin embargo, somos los depredadores más voraces y efectivos del planeta, lo que ha propiciado que nuestro destino, no muy remoto, probablemente sea la extinción.
El ser humano crea, descubre, inventa, transforma, resuelve problemas, etc. Estas cualidades nos han llevado a pensar que el progreso es una parte consustancial a nuestra especie; pero muchos inventos y descubrimientos, si bien es cierto que han mejorado la calidad de vida, por otro lado han generado consecuencias negativas y destructivas para una gran cantidad de personas y la humanidad en su conjunto. Conviven la riqueza con la pobreza, el conocimiento con la ignorancia y servicios desiguales de salud…
El mundo del conocimiento camina velozmente sin freno alguno. Sin embargo, todavía desconocemos los efectos nocivos de los nuevos avances de la tecnología de la información, la manipulación genética, la inteligencia artificial, la robótica, el abuso de la publicidad y la propaganda, etc.
Un ejemplo nocivo producto del progreso ha sido el cambio climático, generado entre otros elementos por el petróleo, gas y combustóleo. De no eliminar el uso de estos combustibles, se producirá la extinción de muchas especies entre las que estaremos incluidos. Este descubrimiento que en su momento se pensó positivo ha provocado un desastre para la vida en la tierra.
Ahora tenemos conciencia de que los combustibles fósiles tienen efectos destructivos y el avance de los conocimientos científicos nos ha provisto de alternativas con el desarrollo de las energías limpias.
Una vez explicados brevemente los antecedentes que nos permiten afirmar que el ser humano es una especie que inventa para mejorar su situación y que estos inventos no siempre son completamente positivos, nos enfocaremos en los derechos humanos.
Ahora bien, entre las invenciones para convivir en sociedad se creó el derecho. La naturaleza es caos, por lo que a través de la racionalidad de los primeros homo sapiens hasta nuestros días, a ese caos se le ha venido dando un orden para poder sobrevivir; en estado natural no existen los derechos.
El ser humano con el tiempo se ha autoimpuesto reglas para poder convivir y no autodestruirse. De no haberlo hecho reinaría la tiranía o la anarquía y la guerra.
A través del cambio y crecimiento de las sociedades se han perfeccionado las leyes y hemos llegado a instituir y valorar el estado de derecho como un pilar de la sociedad, sin el cual ésta se derrumbaría y haría imposible la convivencia.
Con el cambio social y la acumulación de conocimientos, el razonamiento humano inventó los derechos humanos universales. Estos no surgieron de la nada, se basaron en las necesidades básicas para poder vivir.
El dato. Los derechos humanos no surgieron de la nada, se basaron en las necesidades básicas para sobrevivir.
Montagu (Qué es el hombre) nos dice: “El hombre como animal, debe respirar, comer, beber, excretar, dormir, mantener una salud adecuada y evitar el dolor y el peligro”.
Estas necesidades son esenciales para la vida, de ellas fueron surgiendo las ideas de los derechos humanos universales. Pero fue hasta el predominio de la civilización europea-norteamericana que se inventaron como tales y se difundieron.
De esta forma surgieron los documentos constitucionales británicos como la Carta Magna del Rey Juan (1215), el habeas corpus Amedment Act (1679) y el Bill de Derechos (1689); en Estados Unidos, la Declaración de los Derechos de Virginia (1776), la Constitución de los Estados Unidos de América (1787) y sus enmiendas; en Francia la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) y en el siglo XX la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), entre otros.
El artículo tercero de esta declaración establece: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona” y el artículo 17 dispone que: “1. Toda persona tiene derecho a la propiedad individual y colectivamente. (y) 2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad”.
Como vimos, los combustibles fósiles generan bastantes efectos negativos para la vida. En su momento se eliminó de las gasolinas el plomo porque afectaba la salud.
Si el derecho humano por excelencia es a la vida y para que ésta se sostenga, una necesidad fundamental es que respiremos aire que no nos dañe o nos mate, el que no se tomen medidas para eliminar las causas de la contaminación por el uso de hidrocarburos cuando ya existen otras fuentes de energía limpia, y lo más relevante, que en la actualidad los gobernantes tienen conocimiento y conciencia de los efectos nocivos, y algunos insisten deliberadamente en llevar a cabo políticas públicas para usar energías sucias, es evidente que violan el derecho humano a la vida al contaminar el aire que respiramos.
Es de sentido común que si la actual civilización se desarrolló con base en los hidrocarburos, su uso no se puede eliminar por decreto o de tajo, porque acabaríamos con la economía y causaríamos infinidad de muertes. Pero un gobierno responsable que cumpla con su obligación de proteger y promover los derechos humanos, tendría como una de sus prioridades el sustituir lo más pronto posible las energías contaminantes por energías limpias.
El actual gobierno mexicano con sus políticas energéticas que utilizan exclusivamente petróleo, gas y combustóleo, violan el derecho a la vida y el derecho humano a respirar aire que no nos enferme y eventualmente nos conduzca a la muerte. Asimismo, debería de solidarizarse con todas las demás naciones para proteger al planeta.