Antes de que existieran las vacunas contra el SARS-CoV-2, 42% de las personas que se infectaban con el coronavirus, pero no padecían la enfermedad Covid-19 en su forma grave, tenían alguna manifestación de lo que se ha llamado Covid persistente o larga.
En cambio, con dos o tres dosis, menos de la quinta parte de quienes se infectaron tuvieron secuelas.
Esta es una de las conclusiones de un estudio que abarca dos años, desde marzo de 2020 hasta abril de 2022, y tiene datos de 2 mil 560 voluntarios que trabajan como personal de salud en nueve centros de atención médica italianos que pudieron ser monitoreados cada semana.
En una comunicación, publicada en el Journal of the American Medical Association a finales de la semana pasada, los investigadores de diversas instituciones de la ciudad de Milán, destacan que no consideraron a quienes fueron hospitalizados, porque era inevitable que tuvieran secuelas; pero sí consideraron a quienes se infectaron y no tuvieron síntomas.
Entre los resultados inesperados del estudio está que, si bien la primera dosis disminuye al 30% la proporción de personas con secuelas y dos la disminuye aún más, hasta el 17%, una tercera dosis casi no tiene efecto adicional, pues bajan al 16 por ciento.
En orden decreciente, la Covid larga afectó más a las personas con alergias, a las de mayor edad, a las que tenían sobre peso y a las del sexo masculino; el nivel de riesgo de las personas aumentaba también de acuerdo al número de comorbilidades que tuvieran.
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