El desgajamiento de la sociedad en Izúcar

28 de Abril de 2024

El desgajamiento de la sociedad en Izúcar

Izucar_amenazas

En el municipio sólo hay 1 policía por cada mil 400 habitantes, por ello un grupo ciudadano, parecido a las autodefensas, protege desde hace 18 meses

> Debido a la confrontación que existe en la zona entre organizaciones criminales y el aumento de delitos nació la protección ciudadana. Después del terremoto, gracias a la presencia federal, el impacto fue notorio, los delitos amainaron

IZÚCAR DE MATAMOROS, Pue.- En este municipio, por el que se ingresa a la Mixteca Poblana, la violencia ha destruido la convivencia entre vecinos. La seguridad en el municipio antes y después del sismo del 19 de septiembre no cambió, pero se apaciguó. A las ocho de la noche las calles están desiertas. Hay poca iluminación por el daño de las lámparas públicas, las puertas están cerradas con doble y triple candado. Desde hace año y medio, es la sociedad organizada, en una especie de grupo de autodefensa, la que sale a procurar el orden y la ley. Desde 2011 el robo es uno de los delitos más comunes y graves. Según cifras del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Nacional, en 2011 se registraron 27 denuncias por robo de vehículo; para el año siguiente casi se triplicó al reportarse 71 casos. En 2013, sólo fueron 25 las denuncias, pero en los años subsecuentes se ha ido incrementando lenta pero consistentemente. En el 2014 fueron 34 casos, para 2016 fueron 36 robos de vehículo, y en lo que va de 2017 ya suman 43. Es por eso que la gente que perdió sus casas o tuvo que salirse después del terremoto, prefiere dormir afuera para evitar que les roben lo que les quedó. Y es que los pobladores no confían en las autoridades locales. La gente siempre denuncia y no hacen nada. Y la policía llega media hora después del llamado y llega a hacer nada”, sostiene Manuel, que junto con su esposa Angélica tiene un taller de impresiones y en febrero pasado les robaron una cámara fotográfica profesional y una computadora de casi 24 mil pesos. Pero el problema con la policía municipal es grave. En Izúcar solo existe un policía por cada mil 400 habitantes aproximadamente. Al inicio de la actual administración, en febrero de 2014, había unos 120 elementos, pero que ahora quedaron reducidos a 55 Aunque después del terremoto, con la presencia de la Policía Federal y la Gendarmería, los robos bajaron y le resto de los delitos se apaciguaron. Todas las mañanas llega un camión con casi 40 agentes que se despliegan por todo el centro de la ciudad. Por las noches lo gendarmes realizan operativos para motociclistas y conductores. Ya detuvimos esta semana a dos personas, una con droga y otra que manejaba una motocicleta robada”, aseguró uno de los mandos medios de esta corporación. Pero no lo abarcan todo. Al ingresar a la sierra, la zona se convierte en una tierra de nadie. El más fuerte es el que manda y la ley del plomo es la que rige en varios municipios. Y es que al menos cuatro grupos del crimen organizado pelean por la región poblana, lo que hace que los asesinatos sean cada vez más sangrientos.

Autodefensas

De las 24 promesas de campaña que hizo el actual alcalde, la principal fue la de regresar la seguridad a la comarca. Hasta la fecha, la percepción de inseguridad es alta. El sistema de jefes de barrio y presidentes auxiliares funcionaba con normalidad en Izúcar, pero de ser un título honorario pasó a ser pagado en la nómina pública.

Son 70 comunidades entre barrios y colonias rurales, a cada inspector en las rancherías se les paga dos mil 500 pesos a la quincena y a los jefes de barrio 5 mil pesos. Pero la sociedad civil se cansó de esperar la respuesta de las autoridades. Un grupo de personas en motocicleta se lanzan cada día a las calles para resguardar a sus vecinos, amigos y familiares, un total de 77 mil habitantes de todo el municipio. Rosario González Guzmán es de día un tendero local y por las noches es conocido como El Comandante Chayo, al dirigir la organización “Seguridad Ciudadana”. Y con él una treintena de jóvenes, locatarios y ciudadanos izucareños salen para hacer rondines. El nivel de confiabilidad y respeto por esta organización es mayor que hacia la policía local.

Nosotros comenzamos hace un año y medio y ya llevamos cerca de 30 delincuentes detenidos. Todos nuestros operativos se realizan con transparencia”, aseguró el comandante.

Desde las redes sociales la gente de Seguridad Ciudadana, que en un inicio se llamaba Ronda Ciudadana, realiza transmisiones en vivo de todo el rondín para que la gente desde sus casas vea qué está pasando. “Los hechos de violencia son cada vez más crudos. En una ocasión detuvimos a un violador de una niña de nueve años, pero la gente estuvo a punto de lincharlo (…) en otra ocasión atendimos el asalto de un joven que lo acuchillaron, son cosas muy fuertes que tienen mal a la gente de Izúcar”, relató el comandante. Seguridad Ciudadana no recibe un salario de alguna dependencia de gobierno, lo que no compensa la cantidad de amenazas y mensajes que han recibido desde su formación, “por eso iniciamos más de treinta personas, bajamos a más de la mitad y nuevamente somos una treintena”. El comandante Chayo es un hombre moreno de bigote espeso, habla con las manos y con el ceño fruncido, que frunce más cuando habla de las autoridades.

Los del ayuntamiento me han invitado a participar, me han ofrecido dinero, después de amenazaron. En un tiempo, cuando llegaron los militares les mal informaron que éramos un grupo armado, cuando nosotros solo traemos palos y nuestra voluntad”, recordó.
- ¿No le da miedo que lo maten?
-Pues es un miedo que cualquier oficial puede traer, yo no me considero policía. Soy un ciudadano que ama su municipio, me molesta la corrupción. La verdad salimos a mucho valor mexicano, pero si ellos quisieran ya me hubiesen matado.

Los brigadistas realizan cualquier tipo de actividad, desde atender a heridos canalizándolos con la Cruz Roja o un servicio médico, detienen a ladrones en flagrancia y hasta hace unos días llevaban víveres a las comunidades oaxaqueñas damnificadas por el terremoto. Ellos se mueven con motocicletas y se comunican con unos radios que tienen un alcance de 2 kilómetros, por lo que no pueden estar muy apartados. Los adultos, jóvenes y ahora chicas llenan un vacío de atención social que los hace recibir desde bendiciones, felicitaciones, críticas y hasta donativos en efectivo o en especie, que es con lo que financian su movimiento. A las diez de la noche, aún después del terremoto y aún con la presencia federal, siguen con su rutina. Todos suben a sus vehículos para vigilar, con pura voluntad y un palo para pelear.

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