Las inscripciones de sitios memoriales en la prestigiosa lista del Patrimonio Mundial es un tema políticamente delicado para la Unesco, que busca ahora relanzarlas con la inclusión de otros tres, entre ellos el centro de tortura argentino ESMA.
En 2015, la inclusión de los sitios relacionados con la revolución industrial de la era Meiji en Japón (1868-1912) fue motivo de celebración en Japón, pero generó descontento en China y Corea del Sur debido a los trabajos forzados sufridos por muchos de sus ciudadanos en esos lugares. Como resultado de estas controversias, la Unesco estableció una moratoria en la inscripción de nuevos sitios relacionados con la memoria, pero ahora la ha levantado.
Las tres nuevas candidaturas, que incluyen la ESMA, los memoriales de Ruanda y los sitios funerarios de la Primera Guerra Mundial, son vistas como portadoras de las cicatrices de la historia, estableciendo vínculos entre el pasado y el presente y contribuyendo a la conciencia universal de la humanidad, según la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.
En el caso de los sitios funerarios, 139 cementerios y lugares de memoria a los soldados caídos en la Primera Guerra Mundial fueron inscritos esta semana en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, anunció la agencia de la ONU. Estos memoriales están situados en las regiones belgas de Flandes y Valonia, y del norte y noreste de Francia.
La ESMA, donde se torturó y desapareció a más de cinco mil personas durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), ha sido respaldada por expertos de la ONU para su inclusión en la lista del Patrimonio Mundial. Para Argentina, este museo representa un testimonio material de las violaciones de derechos humanos y actos de terrorismo cometidos en ese período.
La candidatura de Ruanda es especialmente simbólica debido a la magnitud de la tragedia que representa: más de un millón de tutsis fueron masacrados en 100 días en 1994. Los sitios, como Nyamata y Murambi, testimonian el horror que ocurrió en ese período, y se considera importante que la inscripción de estos sitios contribuya a la educación y la prevención del negacionismo.
Hasta ahora, el Comité del Patrimonio Mundial había evitado este tipo de lugares, ya que los monumentos conmemorativos de guerras y matanzas masivas pueden utilizarse fácilmente con fines políticos.