El saldo de la invasión, dos meses después

23 de Abril de 2024

El saldo de la invasión, dos meses después

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En casi 60 días desde el inicio del conflicto, Rusia no ha podido hacerse del control de tres ciudades estratégicas: Kiev, Járkov y la región del Donbás, aunque el 21 de abril, el ejército anunció el control sobre Mariúpol

Bélgorod. Las calles en Bélgorod, Rusia, tienen un delicado perfume a cardamomo estos días. Son fechas de la Pascua ortodoxa y, por tradición, los hogares, panaderías y cafeterías hornean kulitsch, un terso pan relleno de pasas y una delicada cubierta de azúcar, un sutil aroma que inunda las calles. En estos días, sin embargo, no sólo se conmemora la resurrección de Cristo, sino dos meses de la invasión de Rusia sobre Ucrania. Un amargo colmo de la vida.

A pesar de las peticiones de Kiev por cesar el fuego en un día tan importante para la cultura eslava, Rusia informó que no detendría sus avances sobre el país vecino. El gobierno de Vladímir Putin necesita consolidar su victoria. La llamada “operación especial”, le está costando su economía y hasta su reputación militar. En casi 60 días desde el inicio del conflicto, Rusia no ha podido hacerse del control total de los tres ejes estratégicos que persigue: Kiev, Járkov y la región del Donbás, aunque el 21 de abril, el ejército anunció había logrado controlar la ciudad Mariúpol, vital para el acceso a Crimea.

Hasta el momento el número de bajas de ambos ejércitos es incierto. Rusia no ha actualizado sus datos desde marzo y una serie de nuevas reglas están a punto de ser introducidas para que dicha cifra permanezca en la oscuridad. No obstante, el gobierno de Volodymyr Zelenski asegura que con corte al 19 de abril, 20 mil 800 soldados rusos han fallecido en el conflicto, pero esta cifra es sólo una mera estimación que puede estar influenciada por otros factores estratégicos.

Del lado ucraniano, el número de soldados caídos tampoco ha sido constantemente actualizado, aunque existe mayor transparencia. Hasta el 16 de abril, según lo comentado en una entrevista por Zelenski, tres mil miembros del ejército habían muerto en combate. Frente a esa cifra, el número de civiles asesinados suena alarmante, pues hasta el 20 de abril, dos mil 345 personas habían perdido la vida, casi las mismas que los soldados fallecidos, a las que deben sumarse otras dos mil 919 que han resultado heridas, según datos de la Oficina del Alto Comisionado por los Derechos Humanos de Naciones Unidas (ACNUDH).

Además de las víctimas mortales, el conflicto ha obligado a cinco millones 085 mil 360 personas en Ucrania a desplazarse a otras regiones del continente, principalmente hacia Polonia, Rumania y Rusia, según la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR, por sus siglas en inglés). No obstante, datos divulgados por el gobierno en Moscú revelan que al 18 de abril, 860 mil 570 personas habían llegado al país como refugiados, lo que posicionaría a Rusia como el segundo destino más importante y no como el tercero como señala el organismo internacional.

En medio de las tensiones entre ambos gobiernos, la más afectada ha sido la población. En estos dos meses han tenido lugar violentos ataques y singulares fenómenos que han dejado al mundo sin palabras.

Las aparentes violaciones a los derechos humanos observadas en contra de la población en Bucha, Kiev, Mariúpol o en la estación de Kramatorsk han rememorado los días de la Segunda Guerra Mundial. Las acusaciones contra Rusia no son menores. Van desde la tortura hasta el uso de armamento químico prohibido desde 1993. Si a ello se añade la constante amenaza nuclear, el conflicto es uno con dimensiones no vistas en Europa en décadas.

saldo de la invasión rusa

Sin datos. Incluso dentro la ciudad tomada de Mariúpol se desconoce el número de soldados rusos que han muerto.

En Rusia se niegan estas acciones, acusando a los medios y gobiernos extranjeros de orquestar una campaña en contra del gobierno. Como respuesta, portales de noticias como Meduza, Exxo o el canal de televisión Dozh fueron obligados a cerrar, en tanto que medios internacionales como El País, CNN o Bloomberg han salido de Rusia ante el endurecimiento de las sanciones en contra de aquellos que difundan información “falsa”.

La misma población en Rusia no ha salido impune. De acuerdo con datos de la organización OVDinfo, hasta el 22 de abril, 15 mil 437 personas fueron detenidas por manifestarse en contra de la guerra. En la ciudad de Bélgorod, una mujer originaria de Járkov se vio obligada a pagar una multa de 30 mil rublos por “desacreditar a las fuerzas armadas”, sólo por protestar afuera de una casa de cultura con un póster antiguerra.

El propio gobierno ha tomado represalias contra sus funcionarios. El 11 de abril el subjefe de Emergencias, encargado del departamento de información y comunicaciones, fue obligado a renunciar, mientras que el 23 de marzo se destituyó al teniente general, Vladislav Yershov, a cargo del sexto Ejército de Armas Combinadas por el alto número de bajas.

El avance ruso ha sido polémico. La torpe toma de Chernóbil, por ejemplo, dejó afectaciones en la salud de soldados, dado el nivel de radioactividad en la zona. Mientras que el ejército ha tenido un avance lento, a pesar de los recursos y lo numeroso de su ejército.

Y a pesar de que los ataques desde Ucrania no han tenido mayor impacto, el invasor tampoco ha salido intacto. Las fuerzas de Kiev lograron hundir el pasado 13 de abril el buque ruso Moskva, así como dañar una de las reservas petroleras de la paraestatal Rosneft, en Bélgorod, el 1 de abril. Un recuento superficial elaborado por quien esto escribe registra al menos 26 ataques en Rusia por fuerzas ucranianas, según presume el gobierno, desde el inicio de la invasión.

Como consecuencia el 11 de abril se declaró alerta terrorista amarilla (alta) en las regiones fronterizas de Crimea, Bélgorod, Krasnodar, Kursk y Vorónezh. Las clases presenciales fueron suspendidas en algunas zonas, eventos importantes fueron cancelados y se pidió a la población no acudir a lugares concurridos.

A nivel internacional, la ofensiva rusa está perdiendo la batalla. Las grandes potencias internacionales mantienen su apoyo a Ucrania enviando armamento, víveres y apoyo monetario a Kiev, mientras que Rusia se ha quedado aislado con pocos socios estratégicos como China, India o Su-
dáfrica.

Una de las exigencias del Kremlin para terminar la invasión es que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea (UE) se alejen de su zona de influencia, sin embargo, en las últimas semanas ha sucedido todo lo contrario. Suecia y Finlandia anunciaron a principios de abril que solicitarán su inscripción a la OTAN, con lo que los países occidentales estarían cercando cada vez más a la exnación soviética. Rusia está en un momento políticamente complicado, y aún más económico.

Luego de pronosticar el crecimiento de Rusia de 1.5 a 2% a principios de año, el 21 de abril el Fondo Monetario Internacional (FMI) cambió su perspectiva, estimando la caída del Producto Interno Bruto (PIB) en 8.5 por ciento. En Rusia, los pronósticos a la baja son mayores. El ministro de Finanzas, Alexei Kudri, aseguró en una conferencia de prensa celebrada el 12 de abril que el PIB del país caería 10% al final del año, luego de las sanciones impuestas contra el país, que de acuerdo con la organización Castellum. Hasta ahora suman siete mil 161 desde el inicio de la invasión, siendo Rusia la nación con más sanciones a nivel global.

A pesar de lo numerosas y la dimensión de las sanciones, un estudio de opinión publicado el 12 de abril por Centro Ruso de Investigación de Opinión Pública (VTsIOM, por sus siglas en ruso) reveló que el 39% de los rusos considera que la salida de empresas occidentales no afectará a sus vidas; mientras que otro 21 % cree que tendrá un impacto débil. En otras palabras, el 60% de los ciudadanos no considera que la economía se verá impactada a pesar de la salida de capitales.

Los rusos confían en su gobierno. El mismo estudio reveló que el 85% de la población considera que se lograra con éxito la sustitución de importaciones, en tanto que el 48% cree que los fabricantes nacionales podrán reemplazar los productos y servicios de las empresas extranjeras.

El optimismo, sin embargo, no puede negar los hechos. El gobernador de Moscú, Sergei Sobyanin, informó el 18 de marzo que hasta ese momento cerca de 58 mil personas de la capital habían perdido sus empleos por la salida o cierre de empresas, mientras que otras 200 mil estaban en riesgo de perderlos. En Bélgorod, un estado agrícola, las importaciones de productos básicos para la industria se han visto afectadas, a pesar de los esfuerzos de las autoridades locales como del gobierno federal.

Hay desabasto en la región. Faltan semillas de betabel, girasol y maíz, alimentos básicos en las cocinas rusas, así como partes y lubricantes para tractores y otras maquinarias agrícolas. Los productores locales están intentando diversificar sus proveedores recurriendo a socios alternos de China o Vietnam, pero esto ha significado un aumento en los precios del arroz y el trigo, por ejemplo.

El campo no ha sido el único afectado. A mediados de marzo el Ministerio de Economía de Bélgorod presentó un reporte sobre las afectaciones que han tenido las empresas tras la invasión. De las 149 compañías monitoreadas, 68 enfrentaban problemas de suministro externo; 32 no podían importar productos; 27 declararon haber perdido por completo su mercado ante la negativa de sus socios por comprar productos rusos; 47 se declararon incapaces de liquidar sus cuentas con sus proveedores extranjeros; 45 se vieron significativamente afectadas por la depreciación del rublo, mientras que 22 de ellas no pudieron entregar los bienes al comprador ni pagar por materias primas.

Si bien los estragos se viven fuerte, el gobierno ha salido impune de esta crisis. De hecho, la aprobación de Vladímir Putin y su gobierno ha escalado en las últimas semanas. Al 20 de febrero, el Presidente era apoyado por 64.3% de la ciudadanía y el gobierno por el 37.7 por ciento. Al 10 de abril, Putin contaba con la aprobación del 79.6% de la población, mientras que el gobierno por el 55.1%, un incremento del 24 y 46%, respectivamente, según datos de VTsIOM.

La “operación especial” también goza de un amplio apoyo. Una encuesta llevada a cabo del 13 al 15 de abril por la casa de inteligencia Russian Field, reveló que el 56% de los rusos están a favor de la invasión de Ucrania, en tanto que sólo el 36% aprueba que se busque llegar a un acuerdo con el gobierno de Volodymyr Zelenski. Esta cifra, sin embargo, es más baja que la registrada en marzo cuando el apoyo a la operación militar se situó en 74%, según una encuesta realizada por VTsIOM.

Mientras que en Ucrania se pide el cese del fuego, sin ceder en los planteamientos que pide el Kremlin, Rusia se muestra igual de testaruda. El gobierno de Putin exige grandes compromisos. Busca que Ucrania desista de acercarse a Occidente, y que en su lugar forme una alianza con Rusia. Con la decisión de Suecia y Finlandia por inscribirse a la OTAN, éste es un factor que ya no puede comprometer.

Asimismo, quiere establecer un pacto de carácter tácito más que concreto con la OTAN y la UE para que no se acerquen a su área de influencia, además de que busca que se garantice la autonomía de Lugansk y Donetsk, regiones que plantean hacer referéndums para anexarse a Rusia.

saldo de la invasión rusa

La renuncia de Zelenski, y el llamado a nuevas elecciones en Ucrania es otro de los factores que pide Rusia para cesar el fuego, así como también lo es el levantamiento de las sanciones interpuestas.

El 22 de abril Vladímir Putin dio luces de apertura, al declarar que podría reunirse con Volodymyr Zelenski, si Kiev hacía mayores compromisos, pero Ucrania ha salido ya muy lastimada y como país soberano también tiene intereses nacionales que proteger.

Nación de las metáforas y los iconos, de los epigramas y las bellas artes. Cuna de la iglesia ortodoxa. En Rusia el simbolismo pesa. No es ninguna casualidad que la invasión a Ucrania haya comenzado el 24 de febrero, un día después del Día de los Defensores de la Patria y no es ninguna sorpresa que el gobierno busque a toda costa el triunfo para el 9 de mayo, el Día de la Victoria de la Gran Guerra Patriótica, cuando en 1945 la entonces URSS venció al ejército alemán.

Rusia no está dispuesta a ceder hasta alcanzar la victoria, a pesar de las adversidades. Así es el pueblo ruso. El gobierno lo apostó todo y se mantendrá firme en su posición, total, cuenta con el apoyo de su gente.

Cuánto más se extenderá este conflicto, y sobre todo, cuántas vidas y personas desplazadas seguirán sumándose. Eso aún queda por verse.