Rezagado en las encuestas para elecciones generales, un partido conservador de Tailandia intentó seducir a los electores con la propuesta de legalizar los juguetes sexuales, prohibidos en este país de mayoría budista.
Pese a su reputación de ser el país del Sudeste Asiático más liberal en materia sexual y en otros temas, como la legalización de la marihuana, Tailandia es más conservador en el uso de vibradores, consoladores y otros aparatos de placer sexual.
Ante ello, El Partido Demócrata, el más antiguo de Tailandia, intentó obtener el voto de las y los ciudadanos tailandeses bajo la promesa de legalizar todo tipo de juguetes sexuales. La agrupación se hundió en los comicios de 2019 y nuevamente fracasó en las elecciones celebradas el pasado 14 de mayo.
Sin embargo, la discusión entorno a la legalización de los juguetes sexuales permaneció ante la problemática que representa su venta ilegal. Aunque son considerados “inmorales” en algunos sectores del reino, muchos ingresan del exterior, según el monarquista Partido Demócrata.
Falta de filtros
De acuerdo con la dirigente Ratchada Thanadirek, impulsora de este iniciativa que no convenció lo suficiente, Tailandia no ejerce control de calidad sobre los juguetes sexuales importados y algunos han presentado desperfectos eléctricos.
Medios locales han referido que hay mercados en Bangkok en donde es fácil encontrar juguetes sexuales importados de otros países, como Japón. Sin embargo, aquellos que los compran no saben con certeza si pasaron el filtro adecuado, por lo que ponen en riesgo su integridad física.
El Código Penal de Tailandia estipula hasta tres años de prisión o una multa de mil 800 dólares por vender juguetes sexuales o comprarlos.
Otro argumento con el que el partido buscó impulsar esta propuesta fue la reducción de delitos sexuales. “Los juguetes sexuales son útiles porque pueden ayudar a reducir la prostitución infantil, los divorcios debidos a un desequilibrio de la libido entre la pareja, y los crímenes sexuales”, aseguraron. RM
Con información de AFP.
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