En el cine también se retratan realidades necesarias

29 de Abril de 2024

En el cine también se retratan realidades necesarias

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La realidad emerge al séptimo arte para mostrarnos, en ocasiones, que no podemos escapar de ella a pesar de que se nos presente como ficción, es una de las reflexiones que plantea Sin señas particulares, la premiada cinta de Fernanda Valadez

La historia es cruda, directa e íntima. Esa fuerza permitió que su recorrido por los circuitos de festivales de cine más importantes del mundo haya rendido frutos sobre esta historia sobre las desapariciones forzadas en México.

Es Sin señas particulares y ha obtenido un amplio reconocimiento. Acumula hasta ahora el premio Horizontes Latinos en el Festival de Cine de San Sebastián, el Premio del Público en el Festival de Sundance, el Premio Gotham Awards a la mejor película internacional que se otorga en Nueva York a lo mejor del cine independiente, y el premio de Mejor largometraje y Premio del Público en el reciente Festival Internacional de Cine de Morelia.

Y es que el personaje Magdalena emprende una travesía en búsqueda de su hijo desaparecido en su intento por cruzar la frontera con Estados Unidos. El recorrido de la protagonista entre pueblos y los paisajes desolados de un país como el nuestro la lleva con Miguel, un joven recién deportado que viaja de vuelta a casa. De esta manera ambos se acompañan en la travesía de un viaje similar a la Odisea, en la que Magdalena busca a su hijo, y Miguel desea reencontrarse con su madre entre víctimas y victimarios.

Para Fernanda Valadez —quien basó su trabajo en una investigación junto con su compañera Astrid Rondero—, el periodismo es una labor fundamental que les ayudó para que a través del arte y el cine, en particular, se pudieran acercar este tipo de realidades tan complejas para un público que no conoce estas historias.

¿Cuántas películas se necesitan para mostrar los problemas sociales en México? Esta realidad tan complicada ha inspirado películas en las últimas décadas que tratan de desaparición forzada, migración, violencia en general y este es el caso de Sin señas particulares.

¿Qué es lo que trataron de hacer al filmar Sin señas particulares? Lo que tratamos de hacer con Sin señas particulares, en un proceso largo de investigación y escritura fue tomar algunos momentos de esta dolorosa y compleja realidad para hacer un viaje de una mujer que busca incansablemente a su hijo desaparecido.

¿Cuál fue el proceso para llegar a Sin señas particulares? ¿cómo llega a presentarse contigo? Tiene una larga historia. Fue cerca de 2011, 2012, yo creo que todos los mexicanos sentimos un cambio fuerte en la violencia —que hemos tenido siempre por la presencia del narcotráfico— pero creo que en esa década hubo un aumento de fenómenos muy dolorosos, como las desapariciones forzadas y el reclutamiento forzado. Sentía la urgencia de contar la historia que tocara, junto con Astrid Rondero, quien es la productora y guionista de esta película, nos dimos a la tarea de investigar. Ella encontró una nota en el Blog del narco, cerca de 2012, en un momento en el que no entendíamos que ese blog se convertiría o más bien no lo veíamos así, pero que era el espacio donde los distintos cárteles se comunicaban y se enviaban mensajes. Ahí encontramos la crónica de un sobreviviente de un secuestro. En esa crónica —que no vamos a saber nunca si es ficción o real— hay elementos que nos ayudaron a entender informaciones que no entendíamos y que tenían que ver con el reclutamiento forzado. ¿Qué fenómenos hay para que muchos jóvenes se incorporen a las filas armadas del crimen organizado? y yo creo que eso es un poco de la reflexión que hace esta película: es una vorágine y un proceso de violencia continua que provoca que una persona que es víctima de la violencia se convierta posteriormente en secuestrador.

Después de que llega la historia a ti, ¿cómo empiezan a hilvanar la propuesta y a verse el resultado, este documental que ha sido muy premiado? La investigación para nosotras fue muy importante. En México hay —lo digo mucho, pero lo digo sinceramente— grandes periodistas que ponen su vida en la línea para poder hacer periodismo de investigación y poder traernos estas noticias tan dolorosas. Lo que tratamos de hacer nosotras fue allegarnos toda la información posible para darle a la historia verosimilitud. Luego, con mucho respeto, tratar de usar ciertos elementos, incorporarlos a la película y contar una historia que es muy específica, la historia de dos personajes. Es una madre que parte en busca de un hijo desaparecido y un joven que es deportado desde Estados Unidos y vuelve a un México que ha sido devorado por la violencia. Entre esos dos personajes hay otros que queríamos utilizar para expresar que esta crisis de violencia y desaparición forzada no es exclusiva de un estado o de una clase social o de los migrantes —que por supuesto, son eslabones muy vulnerables—, pero es algo que nos puede pasar a todos.

El periodismo es una labor fundamental, es un proceso e incluso que pone la vida en riesgo que es darnos información. Pero creo que lo que puede hacer el arte y el cine en particular es acercarnos a esas realidades tan complicadas, pero a través de la empatía. Fernanda Valadez, directora de Sin señas particulares.

¿Cuál ha sido la impresión que ha causado en el público al verla? Previo al estreno comercial, tuvimos la proyección en el Festival de Cine de Morelia donde estábamos Astrid y yo, y todas las involucradas en el equipo, muy nerviosas por ver cómo la recibían en México, por que había tenido un viaje en festivales que nos habían dado muchas satisfacciones, pero a fin de cuentas queríamos que esta película se ubicara en la reflexión de estos temas en México. Y fue muy grato ver que el público mexicano, al menos las personas que la vieron en el Festival de Cine de Morelia, se sentían identificadas y conmovidas. Sentían que esta película sí hablaba de nosotros, de nuestra realidad. Y tuvimos la fortuna, en el Festival de Cine de Morelia, donde nos dieron el premio a mejor película y premio del público, entonces ahorita tenemos nuevamente la expectativa y la felicidad de compartirla no sólo con el público del festival, sino con un público más amplio.

Muchos dicen que la realidad en México es casi tangible, que los problemas sociales lo son, se toca, y que no es necesario que nos lo muestran en series o películas, pero ¿qué opinas de ello? Yo sí creo que es muy importante. El periodismo es una labor fundamental, es un proceso e incluso que pone la vida en riesgo que es darnos información. Pero creo que lo que puede hacer el arte y el cine en particular es acercarnos a esas realidades tan complicadas, pero a través de la empatía, a través de los zapatos de un personaje específico, en este caso una madre, y darnos la experiencia de vivir durante dos horas y acercarnos a las emociones que están alrededor de esa realidad. No nada más a través de cifras, de datos y de notas, sino tratando de poner un rostro a toda esa información.

¿Mostrar estas notas a través del cine crea espectadores más empáticos? Creo que sí. Ese es el objetivo de esta película: sentir, junto con la madre que hace este viaje y a través del personaje, sensibilizarnos ante una problemática que es brutal.

Desde tu primer cortometraje De este mundo hasta Sin señas particulares has notado algún cambio en el cine mexicano? Definitivamente sí. Cuando yo entré en la escuela de cine se estaban haciendo menos de 50 películas al año. Cuando Astrid (Rondero) entró se estaban haciendo cuatro películas al año. O sea que en el transcurso de 15 años hemos pasado de hacer cuatro o cinco películas hasta 200. Eso significa que hay muchísimas historias que le estamos ofreciendo al público, realidades que tratamos de reflexionar. Pero yo creo que todavía hace falta trabajar ese proceso de exhibición, de que esas películas se puedan encontrar con el público mexicano o con el público para el que están hechas.

¿Qué le falta al cine que se hace en la actualidad? Si el público mexicano nos da el voto de confianza que deseamos fervientemente se va a sorprender de la calidad del cine, y no lo digo por esta película, sino por otras más. Es un proceso de reconocernos en nuestras historias. Por nuestro lado estamos constantemente pensando en estrategias para llegar a más pantallas y a más personas. Por eso le pedimos al público el voto de confianza. Sin señas particulares es una película que les puede conmover y que les va a interesar y que creo que es relevante en esta realidad tan complicada de violencia.

¿Y al cine mundial qué le hace falta? Es un panorama complejo ya desde hace varios años, pero quisiera exponer lo que pasa en México. México es el tercer consumidor mundial de cine norteamericano. Creo que a todos nos gusta ver películas. Vemos películas cuando podemos en el cine —sabemos que en el contexto de la pandemia se ha hecho difícil ir a las salas— o las vemos en las plataformas. Lo que sucede es que para los públicos no es fácil acceder a las películas mexicanas, como tampoco a las películas acceder al público. Creo que en eso hay que trabajar, en ese puente. En casi todos los países se repite el mismo fenómeno de que estamos inundados de películas norteamericanas, tanto en las salas de cine como en las plataformas y lo que deseamos es que estos dos elementos de la fórmula películas mexicanas+público puedan tener un espacio donde encontrarse. Esta película en particular ha tenido la fortuna de salir con más copias, cosa que es rara. Eso sucedió por su recorrido en festivales: los premios que le dieron en el Festival de Sundance, en el Festival de San Sebastián, entre otros… fue muy sorpresivo para nosotras que la película ha tenido más de 40 premios internacionales y eso fue lo que permitió encontrar socios y distribuidores para que ahora podamos hacerle esta invitación al público de ir a ver esta película. que a la mejor en otras circunstancias sería difícil que tuviera tantas salas y tantas copias.

En este y otros contextos ¿hay un buen momento para hacer cine? Creo que el cine es una de las artes que mejor pueden ayudarnos a procesar la realidad. El momento oportuno es siempre. Algunas ocasiones haremos historias duras, como esta de Sin señas particulares y en otro momento serán otras más íntimas a la mejor. Creo que todas son relevantes porque hablan de lo que somos, de lo que sentimos, de lo que nos interesa, pero por supuesto que cuando hay realidades sociales tan complicadas como la que vivimos en México, una pone los ojos en lo que nos pasa socialmente.

¿Sabías que? Sin señas particulares obtuvo la beca Jóvenes Creadores del FONCA y fue financiado por FOPROCINE.

¿Cómo es el espectador que desearías para tus películas? Lo que deseo es que el espectador que regularmente va a los cines —yo creo que todos los que vamos al cine a veces no sabemos cuál película vamos a ver y vemos en la cartelera que son siete salas de una película de superhéroes y sólo una sala donde hay una película mexicana— es que vea esa película que ahorita va a ser Sin señas particulares, que nos tenga fe.

¿Quién es el director de cine al que más admiras? Hay muchas: Jane Campion, la directora de El piano; hay una directora rusa, bueno, ucraniana, Larisa Shepitko, quien hizo una película muy conmovedora sobre la guerra. Hay un director australiano, Nicolás Roeg que tiene varias películas muy importantes. Pero también en México hay grandes directores que nos han inspirado: Dana Rotberg, que tiene una película, Otilia Rauda, que me impactó mucho cuando la vi de adolescente.

¿Cuál es el proyecto en el que más has aprendido y por qué? Cada proyecto ha sido de mucho aprendizaje, pero probablemente nuestra película anterior Los días más oscuros de nosotras, la ópera prima de Astrid Rondero como directora y la segunda película que yo produje. Es una película que habla sobre disparidad, violencia de género y feminicidio. También fue la primera película de nuestra compañía y nos dio un sello y una ética de trabajo, de trabajar fundamentalmente en equipos de mujeres y tratar de que sea un trabajo más equitativo en el que no haya violencia y no haya discriminación y al mismo tiempo tengamos toda la libertad creativa.

¿Cuál ha sido la película más humana que has visto? Never Rarely Sometimes Always. De mis películas favoritas de toda la vida: El piano, es una película que a muchas mujeres cineastas las marcó.

¿Y la más inhumana? Creo que no hay películas inhumanas. Hay películas duras, pero no hay inhumanas, al menos no es el adjetivo que les daría.

¿Nos podrías recomendar una aplicación para armar por lo menos un cortometraje decente? Hacer cine no se trata de consultar un libro o una app, sino de poner manos a la obra. Estamos en un momento tecnológico tan privilegiado en el que podríamos hacer cosas muy interesantes en el celular. Yo recomendaría a la gente joven que se capacite. Hay muchísimas ofertas de formación y capacitación, de formación de actores, de fotografía, de guion El cine es un arte multidisciplinario, hay que aprender a escribir, a fotografiar, a dirigir actores y hasta hacer presupuestos. Lo que recomendaría a las nuevas generaciones es acercarse a los espacios de formación y poner manos a la obra. Con un celular o una cámara pequeña se pueden hacer cosas muy interesantes.

Hay muchísimas historias que le estamos ofreciendo al público, realidades que tratamos de reflexionar. Todavía hace falta trabajar ese proceso de exhibición, de que esas películas se puedan encontrar con el público para el que están hechas.