Escondites, pelucas y efectivo: la vida de los mafiosos en fuga

20 de Mayo de 2024

Escondites, pelucas y efectivo: la vida de los mafiosos en fuga

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Con el objetivo de seguir manteniendo su poderío, los grandes capos italianos operan desde la sombra, y pueden llegar incluso a someterse a costosos procedimientos quirúrgicos para modificar su apariencia

Algunos mafiosos italianos se van a vivir en los trópicos, pero los peces gordos se quedan en el país para seguir reinando en la sombra, aunque eso implique permanecer recluidos en sus escondites gran parte del tiempo. Los “escuadrones de cazadores”, unidades especializadas del cuerpo de carabineros, rastrean incansablemente a jefes del crimen organizado de Sicilia o Calabria que han pasado a la clandestinidad.

En el corazón de los pueblos y aldeas donde nacieron y cometieron sus primeros crímenes, cuentan con la protección de cómplices incondicionales, aunque siempre están expuestos a una traición. “Ir a la cárcel para un mafioso es un fracaso. El mafioso quiere morir en su cama, no en una celda”, dijo a AFP el periodista especializado Attilio Bolzoni. Sin embargo, cabe recordar que dos de los más temidos padrinos de la mafia siciliana, Toto Riina y Bernardo Provenzano, murieron en la cárcel.

El mismo final le espera a Matteo Messina Denaro, detenido el lunes tras 30 años prófugo, quien fue encontrado oculto a pocos kilómetros de su ciudad natal, Castelvetrano. El último padrino de la mafia siciliana ocupaba un apartamento reformado y según los vecinos de Campobello di Mazara salía de día a tomar un café en el bar local, a comer pizza y hacer compras. Se movía con papeles falsos y se hacía pasar por médico, pero otros usan pelucas, se visten como mujeres o se someten a operaciones cosméticas.

Según el periódico Il Corriere della Sera, los investigadores encontraron preservativos y cajas de Viagra en el escondite de Messina Denaro, por lo que evidentemente no le faltó la compañía femenina.

Los mafiosos en fuga en Italia a menudo se esconden en lo que se llama un “búnker”. Se accede a través de entradas ocultas, detrás de muebles, alfombras, falsos pisos o de un espejo. Sus anfitriones suelen ser amigos, socios o familiares que los abastecen regularmente, con quienes juegan a las cartas o celebran la Navidad.

“Un prófugo, entre los más buscados en el mundo, necesita protección y dinero”, analiza Anna Sergi, criminóloga, a propósito de Matteo Messina Denaro, cuyo patrimonio —por definición desconocido— se cifra en cientos de millones de euros, según la prensa italiana.

Además de su familia y sus secuaces, los mafiosos se han beneficiado durante mucho tiempo del apoyo de personalidades de alto nivel del Estado y de los partidos políticos. Cuentan con cómplices entre la policía, la justicia, las empresas y hasta en la Iglesia.

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